Nuestro corresponsal charrúa nos pinta un panorama del rock en ese país y sus perspectivas de crecimiento.
El éxodo del rock oriental es parte de un imaginario colectivo que trascendió finalmente lo imaginario para transformarse en un hecho racional, real, y también -si-colectivo de las bandas que giran y giran, por todo el mundo.
Cuando durante varios años el trabajo arduo de los buenos músicos a vista del público tenía dos o tres nombres que desde el exterior conquistaban con uno o dos cortes exitosos el memorial musical del pueblo uruguayo… hablamos de los años que Jaime Roos imponia su «murga-pop-rock-candombe» desde la lejana Holanda, o el año de «El cuarteto de nos» que desde aquí mismo no dejó radio uruguaya sin que los adultos mayores o mas conservadores renegaran de las canciones con letras como «…me contaron que sos ligerita y que enseguida te tocan, y bajan rapido tu pollerita…», o el clásico tema «Yo me agarré el pitito con el cierre», y el discutido (hasta en las mas altas órbitas del gobierno) «El dia que Artigas se emborrachó», censurado a mitad de los noventa.
Claro que la música no se remitía a solo estos dos ejemplos, pero lo cierto es que los que conquistaban multitudes (en términos de Uruguay) sería «que suene una temporada de verano, ruede por las radios, y venda mil discos». Es decir, un éxito tremendo.
Hoy en Uruguay la situación cambió. Cambió para mejor. Justo cuando una debacle económica arremetía en la región y se arrastraba a Uruguay al mismo pozo, las arcas de la cultura nacional se colmaron de un sonido fuerte, con miles y miles de inversionistas en su mayoría jóvenes, llenos de expectativas de futuro, apoyadas también en confiar en un fanatismo incipiente que parte desde aquella primera muestra de La Vela Puerca, quien desarmó la vieja idea de que el éxito se consigue solo con mil personas, una temporada en radio, y algún boliche en Punta del Este.
Hoy el éxito es sinónimo de viaje, o de besarle la mano a Prince en la entrega de los Oscar. Pero ya que esto solo lo pudo lograr Drexler hasta ahora, la mayoría de las bandas con disco en la calle comienzan desde abajo llenando la sala Zitarrosa (primer paso para jugar en las ligas mayores del rock uruguayo). Después se pasa a llenar el Teatro de Verano o el Velódromo, ir al Pilsen rock, y ser invitado al Quilmes, o a Cosquin de Argentina para terminar en la tan deseada gira por la vieja Europa.
Es así que presentamos algunos casos notorios, del éxodo de los orientales por el mundo. La Vela Puerca se junta con nada menos que Die Artze de Alemania y hace una gira por Europa. Y no es la primera vez que lo hacen, si no la cuarta. Pero el exilio no es total, y en un mes vendrán a reconquistar Montevideo, con un espectáculo en el Velódromo y a la semana viajarán a Buenos Aires junto a Buenos muchachos para hacer un Obras.
Los Buitres hicieron a finales del año pasado un tour por España, lo que los acercó a los miles de uruguayos viviendo por allá, y llevando la música de su (por ese entonces) último disco «Mientras».
Sórdromo, una productiva banda que logró uno de los mejores discos del 2004 «Los amigos invisibles», está en Chile promocionando este último trabajo con gran éxito por tierras andinas, esperando llegar pronto a la vecina Argentina.
Otro que viajaron fueron los muchachos de No te Va gustar, que también en Europa hacen el «Solo de Noche Euro tour 2005» con dos fechas previstas en Alemania.
Cursi edita con el sello Pop art su disco «Corazón de hotel» para la distribución en Argentina, lo que puede significar un futuro encuentro en tierras porteñas de la banda de uno de los Drexler.
La realidad del rock uruguayo por el exterior marca entonces una buena expectativa para las nuevas bandas locales, que están haciendo sus primeras armas o las que con muchos años de trabajo recién ahora están trascendiendo con paso firme en nuestra escena, esperando en un futuro próximo hacer sus valijas y sellar su pasaporte.