El emblema nacional del lounge brindó un show donde la temática del trabajo fue el concepto principal.
Sergio Pángaro podría cantar durante el naufragio del Titanic y los pasajeros morirían bailando felices. Las canciones refinadas, la actitud lounge del frontman, los competentes músicos de la banda y el glamour de las coristas conjugan en un efervescente show de características retro. La puesta en escena tiene una fuerte base de elementos teatrales que permite apreciar el espectáculo por causas que exceden el universo musical. Un pilar fundamental del show son las apariciones de las coristas (Mariana Vazquez y Vanesa Strauch, a veces muy parecidas a las cantantes de B-52´s) que acompañan con bocadillos los comentarios de Pángaro. En este caso, como el recital se llevó a cabo durante el 1º de Mayo, el tema central fue el trabajo.
El número empezó alrededor de las diez y media cuando una lluvia de papel picado vistió de fiesta al escenario. Frente a un público prolijo y bien predispuesto, Sergio Pángaro cantó «Copacabana» para después descifrar las diferencias entre un desocupado y un desempleado. También comentó un ingenioso concepto: en Argentina medio país trabaja todo el año y la otra mitad no trabaja, todo para que un diez por ciento de los que no trabajan se queden con todo. Mientras hablaba Pángaro, la banda acompañaba con un estándar de jazz tocado «muy bajo». Después pasaron «Bailás?» (uno de los puntos altos) y «Mal Mortal» (grabada por San Martín Vampires).
La presencia de Enrique Symns le agregó una cuota de excelencia verborrágica a la noche. La catarata de palabras acerca del principio del cosmos encadenadas en un brioso monólogo sustentaron un momento místico. Hacía bastante tiempo que no se veía en un escenario al legendario monologista de los shows de Los Redondos cuando todavía eran under (aprovechó para mencionar a las «canciones estúpidas de Bersuit Vergarabat»).
Para el final se encadenaron una serie de canciones fastuosas: «Boogaloo», «Como hacer un hit», «Hippie en construcción», «Flores» y un cover de David Lee Roth que parece compuesto a medida de Pángaro: «Just a gigoló». Los últimos tramos del show sirvieron para que el cantante ponga en manifiesto unas palabras que lo pintan de cuerpo y actitud: «El trabajo deprime, el lounge dignifica y se trata de elegir el mal menor. Si para ser lounge, antes hay que trabajar, entonces soy el Primer Trabajador.» El recital terminó sin que suene el hit-para-fanáticos «Lluvia dorada» durante los bises.
A veces, las puestas en escena de Pángaro se sitúan en un límite entre la genialidad y lo bizarro. El espectáculo cuenta con una cuota de frivolidad estética: los músicos se presentan impecablemente vestidos con saco blanco y moño, las coristas pasaban de los vestidos largos al estampado de leopardo. Pángaro encarna la elegancia y el buen gusto (peinado a la gomina, bigotes anchoíta). Pero el sustento del discurso es una temática social acerca de los seres más desprotegidos de la sociedad: los desempleados. Lograr ese equilibrio de contenidos es un mérito innegable del Señor Pángaro.
(Me quedó una duda: ¿los periodistas de rock también contamos como trabajadores?).