Gran regreso del ex Almendra: su CD solista combina versiones de clásicos como «Mestizo» y «Cosas rústicas» con notables temas nuevos. La nota de Mariano del Mazo, para Clarín.
Después de pasarse gran parte del año pasado tocando en bares y clubes de Buenos Aires con la rotunda base de Daniel Maza y Sebastián Peyceré, Edelmiro Molinari tiene listo su esperado disco solista.
El guitarrista eligió para su «Expreso de agua santa» un equilibrado repertorio que combina temas nuevos y canciones emblemáticas de su algo errática pero densa y significativa trayectoria que incluye como hitos Almendra, Color Humano y aquel fugaz proyecto de los 80 Edelmiro & La Galletita, con en el que grabó un discazo junto con Skay Beilinson.
Así, añejos clásicos como Color humano, Mestizo y Cosas rústicas conviven con los flamantes Teta de amor, Late late choco-late, Para Jidu. Sin perder el pulso rocanrolero ni esa pátina «progresiva» que arrastra desde el primer solo de viola de Almendra, el trío de Edelmiro se vuelca más al funk con un groove inapelable. Claro, ahí están Maza (bajo) y Peyceré (batería), regodeándose tanto en temas viejos como Sílbame oh cabeza o en el soberbio Late late choco-late, canción que en otra época del rock hubiese sido un éxito indiscutido. Idéntico caso el de Teta de amor: Molinari continúa mostrando su capacidad para el estribillo.
Con una voz templada y bien envejecida, las letras crípticas de siempre (aunque ahora algunas tomaron un imprevisto giro americanista, como las estrofas agregadas a Mestizo) y la ayuda de una larga lista de invitados (participan en el disco desde Dargelos y Carca hasta Emilio Del Guercio, Rodolfo García, Willy Quiroga, Claudia Puyó y León Gieco, entre otros), Edelmiro Molinari representa un eslabón perdido del rock argentino progresivo más intransigente, ese que combinaba aspereza con elegancia. Ahora que Pez, Natas y otros siguen apostando al radicalismo del rock setentista, lo de Edelmiro Molinari entreverándose con Maza y Peyceré suena extrañamente moderno.