Los músicos no solo han escrito canciones; también han tomado una lapicera o se han sentado delante de un teclado para escribir notas periodísticas, cuentos y obviamente poemas sin música a la vista. En esta sección presentaremos algunos de esos trabajos que se publicaron en su momento, por distintas vías, y que, la verdad, merecen no morir en el olvido. Comenzamos con Andrés Calamaro y un texto suyo del 92 sobre la historia del rock argentino.
En el invierno de 1992 fue tentador calcular que el rock argentino cumplía 25 años. Un cuarto de siglo, fecha redonda. La cuenta, como tantas otras veces, aquella vez fue antojadiza: se estimó que todo había empezado con la edición de La balsa en 1967. No importa el motivo, lo cierto es que a caballito de ese supuesto cumpleaños, el Suplemento No de Página/12 hizo una edición especial con una encuesta entre los músicos de la escena de ese momento sobre quiénes fueron los mejores de la historia y completó la producción con un par de notas especiales. Una de ellas la escribió Andrés Calamaro desde Madrid. En aquel tiempo, Andrés era un colaborador habitual del No. Mientras conducía el ascenso de Los Rodríguez, le gustaba sentarse en su ordenador español para escribir, vía fax, en un diario progre porteño.
Hoy, cuando se supone que estamos festejando los 40 años del rock argentino -la cuenta ahora decidimos comenzarla en 1965 con Los Beatniks en Villa Gesell y con Sandro grabando por primera vez con Los de Fuego-, resulta valioso rescatar aquella nota.
Nota importante: al repasar la historia del rock criollo, en el 92, escribió Andrés: «Me alegro de haber sido y seguir siendo siempre un aficionado (por afición)»; es muy importante que se sepa que hoy, muchos años después, …sigue sintiendo lo mismo.