En tiempos de desenfreno, de insana compulsión
mi alma clamó a los cielos
y escuché la voz del trueno hablar en mi corazón
levántate del barro, levántate y anda, y anda.
Y ahora que te encuentro acá
en el lado oscuro de la calle,
se que la noche tendió un manto
de piedra sobre mi corazón,
tu boca es un arma y tu lengua un gatillo que late
y cuando dispara me libra del dolor.
Y escuché la voz del trueno hablar en mi corazón,
levántate del barro, levántate y anda, y anda.
Y ahora que te tengo acá
se que ya nunca voy a dejarte,
sos la respuesta de las plegarias de un creyente pecador,
tu boca es un arma y tu lengua un gatillo que late
y cuando dispara me libra del dolor.