Tengo la mirada perdida entre tus piernas,
una brisa despeina los flecos del poncho,
que me abriga en las praderas de la puna,
hasta que pueda vislumbrar el sol sin estar loco.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo,
las indias de estas tierras sedujeron a Gomez,
y hay un juramento maldito que se cura,
frotándote los pechos, suave, entre algodones.
No frotes tus senos
con la piedra Pomez
tengo la maldición de los Gomez.
Estoy parado en la bruma argentina,
comiendo mandarinas de follaje natural,
sin monos en la costa, sin moros en la esquina,
todas las mañanas agua mineral.
No bajes la mirada, no respondo de mí,
no abras la ventana, ya no me dejes salir,
cuando la luna se pone, cuando sale también,
soy un lobo, en la noche, olfateandote los pies,
como un oso, en tu bosque, yo escarbo tu miel,
como un Yoggy, como un Bu-Bu,
como Winnie Poo también.
No frotes tus senos
con la piedra Pomez
tengo la maldición de los Gomez.
No frotes tus senos, cuidalos, querelos,
no frotes tus senos, lustralos, sin miedo,
no frotes tus senos, mojalos, lamelos,
No frotes tus senos, cuidalos, querelos.