Se me escapa, me habla, no puedo dar con él.
Tiene hambre, se lo escucha jadeando cerca mío.
Como un perro ladraba, retumbando en mis oídos,
densas nieblas lo visten, está debajo la cama.
Decidido a encontrarlo, tomé valor y bajé
a ese mundo tan extraño, estoy perdido otra vez.
Pieles gruesas lo abrigan, criaturas oscuras de cuentos,
transformado de golpe, hambriento como uno de ellos.