Este viernes, la banda emblema del Nuevo Under llegará a Obras Sanitarias con un show que promete consagración y confrontación.
Por primera vez, una banda del llamado Nuevo Under tocará en el estadio Obras Sanitarias. El hito será protagonizado por Winona Riders, el grupo de zona oeste que, en apenas un año y medio, editó tres discos, recorrió todo el circuito de salas porteñas, pasó por los festivales más masivos del país y agitó desde adentro una escena que necesitaba revolución. “No es el momento hasta que es el momento”, dice Ariel Mirabal Nigrelli, cantante y guitarrista del grupo, convencido de que Obras representa mucho más que un recital: “Es una celebración en general para todo. El hecho de que fuera posible ya es importante para nosotros”.
Desde sus comienzos en 2018, y especialmente tras el episodio del Niceto Bar en 2023 —donde la policía suspendió el show por el desborde del público—, la banda no paró de crecer. Pero la masividad no los desvía de su método: todo se decide colectivamente, aún si eso implica choques internos. “Nos caemos a puteadas y luego nos abrazamos”, admite Ricardo Morales, guitarrista y cofundador de la banda. Para él, la horizontalidad no es una pose: “Somos los mismos cinco amigos del principio”.
En su último álbum, No hagas que me arrepienta, viraron hacia la electrónica sin perder la esencia kraut y psicodélica de sus comienzos. “El concepto de repetición y loop es el mismo, pero ahora lo hacemos con mejores equipamientos”, explicó el baterista Francisco Cirillo en una entrevista con Yumber Vera Rojas, y señaló que someter los temas al vivo es parte esencial del proceso: “Siempre te devuelve algo”. Morales completó: “Eso se logra a punta de tocar, tocar y tocar. Es lo mismo que ir a entrenar”.
El escenario, para ellos, es más que un lugar para tocar canciones. “Es el lugar donde no te pueden tocar, porque no es de nadie”, define Morales. Mirabal va más allá: “Somos una banda y el escenario es un campo de batalla. No lo son las redes ni otra cosa”.
Aunque sus presentaciones incluyen gestos y símbolos políticos —como en el Auditorio de Parque Centenario o el último Lollapalooza—, la banda evita convertirse en portavoz de causas. “No sentimos que flameamos la bandera de nuestra generación”, aclara Morales. “Intentamos no caer en eso de salvar algo porque no hay nada para salvar. Está todo hecho mierda”.
Con edades que rondan entre los 25 y los 31 años, sus integrantes asumen que el mundo que los rodea es hostil y desbordado. Pero aun así, eligen hacer música como si ese acto, todavía, tuviera algo de subversivo. “Nuestro enemigo siempre es el conformismo”, afirma Mirabal. “Me pregunto qué me gustaría estar escuchando en el escenario, y desde ahí intento mejorar la situación”.
Al igual que sucedió con otras bandas de la escena, Winona Riders no esquiva el debate político ni el lugar que ocupan en él. “La sobreinformación te quema”, admite Morales. “Pero eso no significa que no tengamos nuestras crisis”. El bajista Santiago Vidiri agrega: “Lo que importa es decir lo que pensás, no lo que sucede después. No tenés que sacarle provecho a nada de eso”.
Lejos del cinismo, su discurso no se limita a la crítica: hay acción, entrega y riesgo. “Cuando algo no nos cierre por todos lados, nos jubilamos”, dice Cirillo. “Entendemos que hay que quemar etapas y pagar el derecho de piso. Un disco es una imagen de un momento”. Y si no se trata de salvación, sí hay algo que parece movilizarlos: “Tal como está el mundo, es un privilegio no encajar”, citan, a su manera, a Pizarnik.