Una vida espiritual, el reggae de Marley, psicólogos y libros de Bucay. En ese universo, Carajo compuso y grabó «Atrapasueños», su segundo disco.
«Mierda». «Carajo». Las dos palabras tuvieron una escalada mediática hace dos temporadas en boca de la Señora Mirtha Legrand. Pero también cuando, desde MTV, atronaba el estribillo «Sacate la mierda» con el que se daba a conocer el grupo de rock Carajo.
Ahora, cuando uno ingresa a la página oficial del grupo, clubsalvaje.com.ar, lo primero que lee es ¡Paz, Carajo! ¿Suena contradictorio? No es solamente un alarido rebelde. En la foto, Corvata (sí, se escribe así, con v, porque viene de Corvalán, el apellido de Marcelo) tiene una remera con la letra Pen la espalda, el baterista Andrés Vilanova una que tiene la A y el guitarrista «Tery una que tiene la z. Estrenaron esas remeras tocando en vivo en la edición 2003 del festival Cosquín Rock. En ese momento la resonancia era por la invasión a Irak. Hoy, cuando me encuentro con ellos en un estudio de grabación de Villa Urquiza, donde terminan Atrapasueños, su segundo disco, le creo a Corvata cuando me asegura que se sienten optimistas, súper felices, «re-alegres», en otro estado espiritual. «Ya no nos salen cosas tan oscuras como en el primer disco.» Estaciono el auto en la puerta del estudio. Como faltan diez minutos para la hora convenida, voy hasta el kiosco a comprar algo dulce. Comiendo un Mantecol veo a Tery y Vilanova esperándome como quien espera a otro para salir a jugar a la pelota. Nos abre Alejandro Vázquez, productor artístico de Carajo. Apenas escucho los primeros riffs me doy cuenta de algo: ya tienen sonido propio, uno escucha la guitarra y sabe que es Tery. Tery es Hernán Langer. Es tímido, callado. Tiene el pelo corto. Usa anteojos. Hay que decirlo, es la imagen del anti-rock. Pienso que podría protagonizar una de nerds, pero no me atrevo a comentarlo: no quiero que se ofenda y convertirlo en lo que no es, otro de esos rockeros que se pone a la defensiva en las entrevistas. Vilanova es Andrés, hijo de Botafogo, leyenda del blues argentino. Andrés debutó en A.N.I.M.A.L. frente a más de veinte mil personas en una de las ediciones de aquel ciclo auspiciado por el Gobierno de la Ciudad llamado Buenos Aires Vivo. Apenas tenía 16 años… Hoy tiene 24 y es un hombre nuevo: «Cuando estábamos haciendo el primer disco de Carajo vivía con mis viejos. Después me puse de novio y me fui a vivir con ella y su hija. Ahora estoy separado y vivo con mi abuela. Para mí, Atrapasueños es una nueva etapa».
Entonces se suma Corvata que habla como un hermano mayor y me dice: «Lo veo crecido. De chico tenés esa adrenalina que le pegás a todo. Hoy puede mantener el control». «Mi psicóloga diría que me exijo demasiado, pero todavía me falta», responde Andrés. Recién hace diez meses que se sienta en un silloncito, cara a cara con la terapeuta, una vez por semana. «Mi abuela cree que debería ir dos.»
Hace dos horas que estoy en el estudio con Carajo. Ya escuché el disco completo, las quince canciones. Lo primero que pienso es parecido a lo que pensé cuando me mostraron el álbum debut tiempo antes de que saliera: «Son todos hits». No esperan llegar al estribillo para imprimirle melodía a las canciones. Á veces me acuerdo de Papa Roach, tal vez por la calma de los versos que precede a la tormenta de los estribillos. No estoy seguro, pero me parece que Andrés pone el groove del ñu metal y Corvata, la furia punk. ¿Tery? Es el cerebro. Su trabajo de guitarras es fino, y aporta un tono casi progresivo.
Recuerdo haber ido a la casa de Andrés (bah, de Botafogo) antes de la grabación del primer disco y escuchar discos de Sevendust y Nothingface. Carajo estaba buscando «el» sonido de guitarra. «Esta vez hubo menos referencias a la hora de grabar. Trajimos menos discos al estudio. Las cosas que influyeron en el sonido no tienen que ver con Carajo; Mars Volta, por ejemplo», confiesa Andrés.
No lo noté en el momento, pero mientras escribo pienso que sí, que Mars Volta puede ser un referente. Pero Andrés tiene razón, Carajo no se parece en nada a Mars Volta. Entonces revivo el momento de llegar al estudio, escuchar las guitarras y pensar: «Tery le dio un sonido a Carajo».
Corvex (así lo llamo a Corvata cariñosamente, desde hace años) suma una idea: «Sin Tery no habría Carajo». «A veces una banda tiene a su líder, el que tiene una visión que los otros no tienen, pero acá creo que no. Está muy marcada la parte de cada uno. Yo solo no podría ser Carajo.»
Cuando Corvata estaba lleno de mierda, cuando vivía la ruptura con Andrés Giménez después de casi diez años juntos en A.N.I.M.A.L. sintió el peso de la responsabilidad. «Gracias a Dios en mi vida personal, con mi pareja, estaba todo bien. Pero a nivel musical, venir laburando, gestando algo, y que se quebrara fue el punto de partida. Tuve que vivir de luto y aprender a pensar, a entender. Por eso el primer disco de Carajo tiene tanta energía, sacate la mierda y todo ¡Arghhh! Tiene mucha carga.»
«Atrapasueños» es muy distinto. En «Triste» (rap) cantan: «Dame la fuerza para llegar, Señor, bien alto… Qué triste es morir sin haber amado».
¿Cómo se manifiesta la espiritualidad de esta nueva etapa?
CORVATA: No tengo una religión específica. Sé que hay un Todopoderoso, Jah, Dios, el que sea.
ANDRES: Yo no estoy bautizado ni nada.
CORVATA: Yo tomé la Comunión, todo, pero recién hoy en día, que tengo uso de razón, sé que hay un Dios que ve todo. Yo te puedo engañar a vos, pero a Dios, no.
ANDRES: Yo fui a una escuela judía y tuve que estudiar la Biblia. Después leí libros sobre culturas orientales y son similares. Con diferen- tes palabras, dicen lo mismo. En «Fluir» (otro rap), por ejemplo, dicen: «La esencia de la vida es la simpleza». Y en «La fuerza original»: «Hay una razón por la que estamos acá».
Parece que estuvieran buscando el sentido a la vida…
CORVATA: Siempre fui medio mistico, pero más ahora. No me di cuenta cómo. Se calma la ansiedad que uno tiene de chico. En la vida me di muchos gustos. Pude tocar todo lo que quise. Encontré una buena mujer. Todo puede cambiar, pero hoy pienso así.
ANDRES: Después de un momento de paz viene uno violento, y así.
CORVATA: Ultimamente estoy escuchando mucho reggae, Marley. Me cabe. No puedo comprender del todo su filosofía. Mi realidad es otra. Pero entiendo su energía positiva, la buena vibración. Suena cursi, pero está bueno.
«Atrapasueños» no es un disco conceptual pero, por lo que pude escuchar, sostiene una línea argumental. Si no, fíjense en este fragmento de «El llanto espiritual» (onda Strokes, digamos): «Surgió de nuevo el hombre verdadero… Evitar quedar clavado en el medio del dolor». O en «Hacerse cargo» (punk): «Conocer la esencia de tu ser es aprender».
¿Cuándo y cómo empieza este aprendizaje del que hablan?
ANDRES: Á mí me ayudó empezar a leer cosas que me dio mi papá. Bucay, por ejemplo. Hice el ejercicio de mirarme al espejo y analizar si las cosas que me molestan de los demás no son en realidad las que me molestan de mí. Otro ejercicio es pensar diez segundos antes de hablar. Bucay me resulta didáctico, lo entiendo.
CORVATA: Yo también leí a Bucay. La clave es ponerse en el lugar del otro.
ANDRES: No, es verse en el lugar del otro.
CORVATA: Sí, ponerse en la situación contraria.
ANDRES: Hay algo que me molesta de mi papá, aplico los diez segundos y noto que la actitud equivocada es la mía.
Una frase de «Mata rutinas» (hardcore) dice: «Si se te acabara el tiempo, qué es lo primero que harías hoy». Pregunto y Corvata me explica que todo el mundo tiene algo adentro que puede ignorar, pe- ro tomar conciencia es un avance, cuando uno se da cuenta de que no es ciento por ciento feliz. «La frase que vale la repite Claudito, uno de nuestros técnicos: «Si no tiene solución, ¿para qué te calentás? Y si tiene solución, no te calentés».»
¿Ya no se calientan?
CORVATA: Hoy en día trato de hacer menos cosas que me hagan sentir mal.
ANDRES: Está bueno ir al psicólogo sin la mochila loca.
TERY: Yo soy una persona que tiene autoestima bastante baja. Lo que hago nunca me conforma. Siempre me tiro para abajo. Me siento responsable por lo que la gente va a escuchar, por lo que esperan de nosotros. No lo puedo evitar. Me genera la obligación de ofrecerle algo mejor.
A esta altura, ¿se preguntan por qué eligieron escuchar y tocar música pesada?
ANDRES: De chico yo decía que nunca me iba a gustar el heavy metal.
CORVATA: Á mi me atrajo eso medio raro, medio prohibido, oculto. Cuando tenía 12 años escuchaba un programa de radio que se llamaba Cuero pesado. El tipo hablaba haciéndose el diabólico. Ahí escuché AC/DC por primera vez.
ANDRES: AC/DC es la primera banda de la que fui fanático. Tenía todos los discos.
CORVATA: Lo que te atrapa es la energía que tiene esta música.
ANDRES: Dicen que un libro te elige a vos y no vos al libro.
Además, hoy, en la previa del segundo disco, Carajo se convirtió, casi, en una PYME familiar. Primero Andrés se fue de A.N.I.M.A.L. y enseguida se fue Corvata. No tenían pensado seguir juntos. Después de llorar por separado hablaron por teléfono. Andrés ya estaba zapando con un amigo, Tery, y lo invitó a tocar. Carajo nació en simultáneo con Julieta, la hija de Corvata. Después se sumó Dafne, la mamá de Andrés, la mujer de Botafogo, haciendo prensa. Entonces algunos técnicos de A.N.I.M.A.L. optaron por cambiar de bando. Grabaron un demo que tenía el tema «Salvaje». «Sé muy bien de dónde vengo pero no sé adónde voy», insiste el estribillo. Hicieron giras para diecisiete personas, tocaron gratis en las plazas, organizaron festivales. Así nació Club Salvaje, el club de fans que se ha convertido en página web y organismo difusor.
CORVATA: Es muy loco, pero hay una letra muy significativa del primer disco, que es «El vago». Existe El Vago, es un pibe amigo, quien creó la página de internet. Era una lacra punk descontrolada y encontró su camino espiritual con nosotros. Dejó todo y está re-pilas. Eso nos pasó a todos. Yo formé una familia. Andrés se fue a vivir solo. Hay gente que toma conciencia de que hay otro mundo, espiritual, y que hay que alimentarlo. Tiene que ver con lo positivo, con la búsqueda.
ANDRES: Nosotros dijimos: «Somos una banda nueva y las bandas nuevas salen a tocar, y tocar. Hagamos eso».
CORVATA: Nuestra misión no era llevar gente, era tocar para que nos conocieran. De vernos con gente nos hicimos amigos. Con Viticus hay re buena onda, con Pity. A los primeros que conocimos fue a los pibes de Arbol, porque nos gustaba su música. Y Attaque 77, de toda la vida. También tenemos la mejor con Kapanga.
ANDRES: A mí me saludó lorio.
CORVATA: lorio piropeó a mi mujer. «Qué hacés, Chinita», le dijo en Cosquín.
Días antes de la entrevista, antes de escuchar Atrapasueños, antes de saber qué decían las letras nuevas, lo llamé a Corvata a la casa y le comenté que queríamos hacer una nota sobre Carajo, que queríamos reflejar una nueva etapa, acaso más espiritual. Y así, al pasar, por teléfono, él me daba una frase contundente, y casi un título para la nota: «Y sí, ya nos sacamos toda la mierda».
