“Buenos Aires forma parte del ADN de Vetusta Morla. Siempre nos ha tratado muy bien, incluso sin tener discos publicados en las tiendas. Por toda esa gente que cree en nosotros allá y por seguir encontrándonos con una ciudad maravillosa, volveremos siempre que se pueda”, confiesa Guillermo Galván, guitarrista y gran responsable de la mayoría de las letras del conjunto madrileño.
La cuarta visita del sexteto español a la Argentina llega luego de un crecimiento incesante en sus tierras, que comenzó nada más y nada menos que hace seis años con la salida de “Un día en el mundo” (2008). Aquel álbum, que les llevó un largo proceso de preparación y armado, vio la luz cuando Guillermo, Pucho (voz), Juanma (Guitarra y teclados), Álvaro (bajo), Jorge (Percusión) y David (batería) apenas alcanzaban una década de formación.
Sin apoyo de ninguna discográfica, y creando su propio sello (Pequeño Salto Mortal), Vetusta Morla lanzó su álbum debut y al poco tiempo alcanzó la masividad de público en España.
Con la salida de su segundo disco, “Mapas” (2011), la conquista se prolongó y afianzó en México. “La palabra conquista no nos agrada demasiado porque implica el final de algo –explica Galván-. Va asociada a la consecución de; y creo que una carrera musical es un proceso constante. Es cierto que hay países en donde la banda es más masiva pero no por ello tiene menos retos en ellos”.
El más reciente material, “La Deriva” (2014), un álbum lleno de contenido y descontento político, trae de nuevo a los españoles por estas tierras en la búsqueda de sumar mayor audiencia. Aunque quizás, tocar ante no tanto público como en España los vuelva más terrenales, les quite esa costumbre de presentarse en salas llenas, y los haga regresar a los inicios de la banda, a tocar más distendidos.
Al respecto, Guillermo apunta: “La verdad es que este año hemos tocado en lugares de todo tipo. La gira española ha ido muy bien y nos han visto decenas de miles de personas entre nuestros shows y los festivales. También venimos de girar por salas más pequeñas en Europa, de menos de mil personas. En Latinoamérica hemos hecho grandes recintos como el Metropólitan de Ciudad de México pero también salas más chicas. Quizás no tenga tanto que ver con el aforo de los recintos sino con la sensación de rescatar ciertos orígenes, como comentas, donde el público se acerca a verte por primera vez. Ese punto de iniciación es muy hermoso, tanto para la banda como para el espectador. Ojalá el público crezca en Argentina, pero tampoco nos obsesionamos con ello. Estos cambios tienen que llegar de manera gradual, fruto de las visitas, los directos y el trabajo”.
¿Cómo es la situación de la industria y la escena musical ahora en España?
Una situación difícil, como la que atraviesan todos los sectores del país. Creo que gozamos de una escena muy interesante y rica en muchos estilos que se ha visto frenada por una incapacidad de profesionalizarse del todo cuando parecía que podía hacerlo. La cultura no vive sus mejores momentos en España, las trabas son constantes por parte de la administración. La subida del IVA Cultural al 21 por ciento ha hecho mucho daño, no sólo al espectador, sino al músico, al promotor, al dueño de las salas.
¿Las giras mundiales son una opción de escape?
Muchas bandas deciden probar suerte fuera y la salida natural de la mayoría es Latinoamérica. Tampoco es fácil cruzar el charco por lo costoso de la aventura, pero merece la pena sin duda alguna. Todos estos viajes generan intercambios y porosidad en las maneras de hacer música tanto de acá como de allá.
¿La situación política y social de España fue fuente de inspiración para las letras de “La Deriva”?
Sí, claro. La realidad siempre es la mejor de las musas. “La Deriva” no puede entenderse sin todo lo que ha pasado alrededor. Sería poco honesto por nuestra parte pasarlo por alto. “La Deriva” nace de una urgencia, de una necesidad de expresar cómo nos sentíamos. Sin embargo, aunque surge en un contexto muy local, hemos querido mirarla con distintos prismas para que cada canción enriquezca el sentido polisémico que puede tener una “deriva” y pueda sentirse propia en cualquier parte. Las letras han sido decididamente más frontales, al igual que la música, las bases rítmicas y el concepto del mix final. Queríamos que todo fuera en una misma línea.
Más allá de que en varias letras hay cierto dolor, decepción, negatividad, bronca; también hay un mensaje alentador
Por supuesto, la esperanza la llevamos dentro, y tiene que ver con volver a llevar al ser humano y sus derechos al centro de la ecuación. Parecía que las democracias tenían en él su origen y fin pero en realidad, el ser humano ha sido relegado a un segundo o tercer plano. A veces da la sensación de que sobra, que estorban sus derechos y sus conquistas. La esperanza parte de apoyarnos los unos en los otros, de construir, de crear cosas hermosas, de hacer de nuestras ciudades y pueblos lugares habitables con gente feliz y respetuosa. Una declaración de intenciones que va ligada inevitablemente a la educación.
¿Qué tuvo de diferente “La Deriva” en comparación con los dos discos anteriores?
Creo que cada disco es heredero de un tiempo y unas circunstancias concretas. No éramos los mismos en “Un día en el Mundo” que en “Mapas”, ni como personas ni como músicos. Tampoco lo somos en “La Deriva”. Ojalá esos cambios sean a mejor, por nuestra parte que no quede. Quizás “La Deriva” es el disco que ha nacido más unido a su momento histórico. El que hemos gestado con más urgencia e inmediatez, tanto en lo sónico como en las letras.
Con más de 15 años de formación, tres discos editados, varias giras, ¿siguen pensando que la autogestión es la mejor forma de trabajar?
Para nosotros sí. No entendemos a Vetusta Morla de otra manera. Autogestión no significa hacerlo todo solo, sino ser dueño de tus decisiones y del camino que quieres llevar. Trabajar de manera conjunta el qué y el cómo: formar equipos, tener una visión más amplia del sector. Nos ha permitido llevar a cabo proyectos que en una discográfica tradicional hubiesen sido impensables: “Los Ríos de Alice”, la banda sonora del videojuego que publicamos y co-produjimos el año pasado; y el concierto benéfico con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, una experiencia maravillosa tanto en lo artístico como en lo personal. Durante todos estos años, hemos tenido muchísimo trabajo extra musical que a veces ha llegado a ser insoportable, pero la libertad tiene un precio, y las alegrías que nos ha dado trabajar con gente cercana, amigos, es inexplicable.
¿Cómo es convivir en un conjunto durante más de 15 años y en donde los 6 integrantes tienen voz y voto a la hora de las decisiones?
Un aprendizaje constante y un atentado permanente al ego individual. No te voy a decir que sea sano ni que a veces no te den ganas de mandar todo al carajo, pero con perspectiva, creo que es una fórmula que merece la pena y en donde los seis encontramos espacios, auto realización y recompensas.
