El dúo compuesto por Manu, baterista amante de la literatura de ciencia ficción; y Tian, pintor melómano, lanzó «Caer y Levantar», el disco que siempre quisieron grabar.
¿En qué momento decidieron unificar sus proyectos?
Manu: Nosotros teníamos un grupo que se llamaba Alfiler, donde éramos la base. Yo en batería y Tian en bajo. Cuando estábamos planeando el segundo disco, el cantante y el guitarrista se fueron, y caímos en la cuenta de que nos gustaba hacer cosas juntos y creativamente nos llevábamos muy bien.
Había una conexión artística.
Manu: Sí, y decimos seguirla porque tanto él como yo sabíamos hacer un montón de cosas. Tian diseña, pinta, es fotógrafo y compone.
Tian: En algún punto, era sacarte de encima variables que podían perjudicar el proceso. Al ver que teníamos las herramientas para solucionarlo solos, y a la vez lo disfrutábamos, decidimos seguir adelante con el proyecto. Teníamos muchas canciones previas, pero arrancamos de cero.
Manu: Cuando empezamos a componer él venía con los acordes y melodías, y yo buscaba aportar con una letra o la voz. Otro día encontraba algo viejo pero copado para un estribillo y lo trabajábamos juntos. Cualquier cosa que yo hiciera solo, si no pasaba por el filtro de Tian, no estaba bien. Y viceversa.
Al momento de grabar tuvieron que recurrir a otras personas.
Manu: Fundamentalmente en la mezcla, que en este caso la hizo Ezequiel Kronemberg. El resto lo grabamos nosotros.
¿Y en el vivo cómo se las arreglan?
Manu: Ahí sí tuvimos que armar una banda y convocar gente. Por suerte, entendieron perfectamente la estética del proyecto y nos encanta cómo tocan. En el vivo sonó con una personalidad distinta a la del disco, pero siempre respetando los mismos arreglos. Sonó más heterogéneo y, por supuesto, es enriquecedor.
Tian: Todos los que terminaron tocando en la banda en el fondo eran los que nosotros queríamos.
¿Y quiénes eran?
Tian: Lo primero que nos planteamos fue definir el baterista que reemplazaría a Manu.
Manu: Yo inmediatamente dije que me gustaba la idea que fuera Lucía Borenstein y se lo transmití. En ese momento ella estaba con muchas cosas y me pasó el número de otra persona. Así como lo pasó, lo borré. Cuando salió el disco, Martín Caamaño se lo dio y finalmente, ella aceptó tocar.
Nunca se sabe qué puede pasar, pero sería increíble que para el próximo disco grabara la misma la banda que tocó en vivo. La verdad que son todos unos capos: Mariano Romano tocó con Daniela Herrero, Vox Dei, y era una de las personas que soñábamos incorporar. Tenía tanto trabajo que ni le dijimos y se sumó otro guitarrista. Este último no se tomó el proyecto como lo planteamos y se tuvo que ir de la banda faltando sólo diez días del show. Sabíamos que Mariano era profesional y el único que podía sacarlo en dos ensayos. Dicho y hecho: tocó increíblemente y cuando terminó, nos pidió que lo llamáramos de nuevo.
¿Vos te encargas de las composiciones?
Manu: Sí, más que nada porque escribo desde que tengo uso de memoria. Pero las letras son simplemente el reflejo de un montón de conversaciones o pensamientos que ambos compartimos.
Sos una persona que se ha empapado de literatura. ¿Es una ventaja al momento de crear canciones?
Manu: No soy un erudito, ni cerca. Pero toda mi vida me gustó leer y tener varios libros a la vez. Como si charlaran entre sí a través mío. Ahora por ejemplo estoy leyendo uno de Grecia y otro sobre filosofía hermética griega y egipcia. Es re loco, porque son cosas totalmente distintas, pero hay momentos en que se sincronizan y ahí es donde tengo que agarrar el cuaderno para anotar.
¿Cuál fue el criterio al momento de seleccionar los nueve temas que serían parte del disco?
Tian: Yo lo entendí por una altura musical: las nueve seleccionadas estaban en un horizonte y el resto, no.
Manu: Además nosotros tenemos bien claro el tiempo al que pertenecemos y es el de personas con una capacidad de dedicación mucho menor en lo que respecta a sentarse y escuchar un disco. No sé si es progresivo o cambiará, pero ahora no estamos interesados en hacer un material de 14 temas, cuando sabemos que nadie lo va a terminar de escuchar.
Valoramos cada canción como un mensaje y todo está muy discutido y pensado antes de hacerlo. Por eso se seleccionaron esas nueve, y de ellas se desprenden dos que son instrumentales.
¿Cómo es esa interacción en el vivo?
Manu: Es muy placentero. A nosotros nos gusta la música electrónica tanto como el rock, el pop o el jazz. En ese estilo particularmente hay ritmos, timbres y climas que van modificándose. Nuestras canciones instrumentales están basadas en ese concepto, en la emoción abstracta.
Tian: Si vos le ponés una voz y una palabra al tema, lo anclás demasiado. En cambio si te basás sólo en la música que es más abstracto, lo eleva a un nivel que hasta parece no tener la intervención nuestra.
Uno se crea su propio universo.
Manu: Totalmente, y nos gustan las dos cosas. En el tema “Festival”, por ejemplo, hay dos estrofas y en el medio una parte larga que es instrumental. La última canción tiene un solo de guitarra larguísimo, que va creciendo, y cuando llega al punto de romper el instrumento llega el estribillo.
¿Qué pasó cuando tuvieron que plasmar esta idea al productor?
Manu: Tenemos la suerte de lidiar con nuestras propias ideas y las rechazamos o las modificamos, pero no tenemos a nadie de afuera que venga a decir esto se puede o no. Por lo menos ahora, quizás en un próximo disco trabajemos con un productor.
Tian: La situación más difícil de lidiar en ese sentido la tuvimos con Ezequiel, el ingeniero de mezcla que a su vez es nuestro amigo. Se involucró de una manera directa sin timidez y fue como un tercer miembro de la banda.
Manu: Fue fabuloso porque grabé muchos discos y nunca me pasó que una persona que mezcla hable de las letras y él se las sabía todas. Obviamente es una persona muy especial y aplica a su trabajo, pero nunca vi ese nivel de profundidad. Eso hizo de la grabación algo muy personal. Nosotros planeamos todo lo que pasó y este disco es la prueba de que funcionó.
¿Por qué las naves de guerra para la tapa de un disco?
Manu: Parte de las influencias de Verne tienen que ver con la ciencia ficción y por eso nos llamamos así. Es la cualidad de conocer el pasado para poder analizar el presente y anticipar el futuro. Esa es la esencia que se aplica a tu propia vida, y desde el punto de vista estético nos gustaba la idea que fuera futurista, pero con tintes retro.
El disco se llama “Caer y levantar” y precisamente lo que ves en esta imagen son bombas que caen y la destrucción, que a su vez generará que algo se levante porque es parte de un ciclo.
¿Cuáles fueron las repercusiones luego de la presentación oficial?
Tian: El show lo hicimos en El Teatro Sony, que la verdad es lindo y suena muy bien. La experiencia fue tremenda, primero porque el día anterior las entradas estaban todas vendidas. Y segundo, habíamos ensayado bastante y sumamos a los músicos que queríamos. Ellos pusieron lo suyo y ya desde el comienzo fue una tranquilidad. La gente acompañaba con los coros y festejaba.
Otra cosa que sumó fue que sacamos el disco a principios de mayo y esperamos dos meses para presentar el show, entonces ya estaba escuchado y fue una decisión acertada.
«Caer y levantar» es la representación de nosotros dos y la gente que nos acompañó durante la fecha se guardó el día para estar ahí.
El próximo paso será insertarnos en la escena y hacer un Niceto, un Roxy o un Mod, en el marco de un festival gratuito.