La tardanza, los vicios, el glamour, la manager estafadora y un recital corto pero efectivo son el resumen de una noche ácida de Turf en Tandil.
A las dos y media de la mañana casi trescientas personas esperaban en Macoco frente a un escenario vacío… en realidad había un Marshall gigante esperando ser usado. Ni un rastro de los músicos o, tan siquiera, los instrumentos de Turf. Si se hubiese anunciado la suspensión del evento en ese momento nadie se hubiera sorprendido demasiado. Frente a la espera, la decisión de hacer un dos por uno en la barra fue una consideración agradable.
Cuarenta minutos más tarde los músicos ya habían cenado, respondido unas preguntas para Maldito Milagro y estaban listos para empezar su presentación ¿qué sería del rock si un recital no pudiese empezar a las tres de la mañana de un jueves sin que se considere algo anormal?
¿Cúal es el contexto de «Para mí para vos»?
Leandro Lopatín: Lo grabamos en el Misterio de TNT, que es un estudio donde grabaron Pescado Rabioso, Tanguito y Manal. La producción corrió por cuenta de Alfredo Toth. Moris estaba en la sala de al lado, por lo que permanentemente iba a zapar con nosotros. Si pensás en Moris, Alfredo Toth de Los Gatos, TNT… no sé cómo definirlo, talvez sea «rock nacional y mística». Es un buen contexto.
¿Y las influencias?
Joaquín: Son tantas que no las podría mencionar todas. Es más, creo que ya se puede hablar de un sonido Turf.
Sería una combinación de rock y melodías alteradas, como en «Nos vacían la casa».
Joaquín: La novedad de esa canción es que es una de las tres que fue compuesta por Nicolás Ottavianelli (teclados). Es un aporte que nos acopla a un nuevo estilo, que es el de él. En todas las canciones incursionamos en estilos que no tenían antecedentes en nuestra música. El tema que está sonando no tiene nada que ver con nuestros anteriores temas conocidos. Siempre buscamos la novedad para divertirnos o para renovar la energía de la gente sin tener que robar.
Leandro: Somos una banda que no se repitió nunca, pero que a pesar de ir cambiando tiene un estilo propio.
¿En qué se resume?
Joaquín: En la estética, las letras y el sonido hay unos trucos nuestros. Cuando escuchás este disco no podés decir a que se parece, aunque no estamos inventando nada.
La manera de medir la aceptación de las producciones de muchas bandas pasa por la capacidad de llenar lugares como Cemento u Obras ¿qué espacio tiene que llenar Turf para que el disco cumpla su cometido?
Joaquín: Ninguno. No creo que nos pase eso porque nosotros tuvimos un nivel de popularidad muy grande a pesar de no haber hecho Obras. Estamos en un nivel importante, nuestro disco se trabajó con el mismo nivel de acabado que el de Los Piojos; es un disco que tiene una alta calidad. En la compañía nos trataron de una manera tan respetuosa que nosotros no tuvimos siquiera que exigir nuestras necesidades; es algo que no nos había pasado antes. Sentimos que hay una aceptación del mainstream hacía una dimensión de la banda, que tal vez no llene Obras, pero igualmente vamos a presentar «Para mí…» en el Teatro Ópera, que es una situación interesante. Además, cualquier papafrita toca en Obras.
Leandro: O en el Luna Park.
Obras es emblemático para el rock barrial y ustedes, al momento de definirse, se pararon en la otra vereda.
Leandro: De todas maneras, si escuchás nuestras letras hablan de lo mismo que hablan las letras de cualquier grupo.
Joaquín: Creo que las diferencias son de gustos. Turf le dedica un poco más de tiempo o importancia a criterios estéticos que otros grupos no. Igualmente todas somos bandas de rock. Y me parecen muy diferentes las propuestas de La Renga y Los Piojos como para medirlas con el mismo parámetro… lo ideal sería dejar un poco esa etiqueta.
Y… estamos en el 2000.
Joaquín: Claro. Dejar eso atrás sería la manera de evolucionar. A mí me gustan las bandas que se preocupan por la puesta en escena, por los videos… que se dejen de joder con videos o discos en vivo.
O sea que Turf nunca va a grabar un disco en vivo.
Joaquín: Ojalá que si, porque hasta ahora nunca lo hicimos.
Me da la sensación de que cuando las bandas graban un disco en vivo es porque tienen ganas de hacer plata fácil o cumplir contrato.
Leandro: Para Turf estaría bien un disco en vivo. Como cambiamos mucho las versiones y vamos a cambiarlas en los próximos años, sería valioso registrarlas.
¿Cuáles son sus próximas metas?
Leandro: Todo está puesto en la presentación del disco. Vamos a hacer un repaso de todos los discos anteriores y va a ser nuestro primer teatro, un lugar lindo con buena acústica.
Joaquín: Además estamos por hacer un video y la verdad es que los videos son un desafío. Hasta los videos que veo de las bandas de afuera me parecen una mierda atroz, casi vergonzosas. Es un compromiso pasar por la televisión; está toda baqueteada.
Cómo que deforma todo lo que transmite.
Joaquín: Si. Lo mismo pasa con los diarios. Haces una nota de dos horas y de título le ponen «Me pesan las bolas».
O «La eterna juventud».
Joaquín: Por ejemplo. Para entrar y salir de ahí hay que estar afilado y decir lo justo.
A lo largo de la discografía del grupo, se pueden visualizar las diferentes facetas que atravesó el grupo pop más rockero de Argentina. En Una pila de vida abarcaron un sonido básicamente stone. Siempre libre fue el disco maduro y psicodélico que otras bandas graban cuando llegan en su cuarto o quinto trabajo. Con Turfshow, la banda ingresó a los canales de aire a través de algunos hits pegajosos (como «Loco un poco» o «Yo no me quiero casar…») que se transformaron en cortinas de programas nefastos como Después de hora. Para mí… representa un retorno a su primer sonido, pero desde la lucidez que sólo otorga la experiencia. En una placa que puede ser considerada su pico creativo, los teclados marcan el sello característico del sonido que distingue a Turf.
¿Algunas palabras sobre Charly?
Joaquín: Say no more… nos acompaña desde nuestro primer disco, representa esa cosa viva del rock n´roll.
Todi Tapia: Para que no se sienta solo lo trajimos a Dani Melingo.
Joaquín: Los dos mas tranqui del rock nacional, jaja. Fue para darle un peso místico o de rock n´roll a una época a la por ahí le falta. También hay una amistad y un respeto mutuo que hace que tengan ganas de hacerlo.
Si mañana ustedes se separan y por x motivo no pueden volver a hacer música ¿de qué trabajarían?
Todi: Me hago manager (risas nerviosas… existía un relativo mal humor por la desaparición de una manager con el dinero de la actuación. «Es que el rockero es fácil: una cerveza, un porrito y un pase y te entregan el alma», razonaría Joaquín).
Leandro: Eso sería lo último.
Y si Turf no se pudiera llamar más así ¿cómo le pondrían?
Leandro: T.U.R.F.
Joaquín: Todos Unidos Reventados y Fisurados.
Durante el show los músicos dejaron en claro que este sería un recital más. Arrancaron con una interesante versión de «Me hace sentir», siguieron «Para mí, para vos», «No se llama amor» y «Chicas malas». Del flamante álbum también tocaron «Oh Dios», «Nos vacían la casa», «Magia blanca» y «Vil metal». Todas sonaron ensayadas y con el aplomo obvio por estar siendo presentadas desde hace un tiempo. La «sorpresa» iba a ser la inclusión del cover calamariano: «Días distintos» en una versión respetuosa y eléctrica (ya tocado en otras oportunidades). También complacieron a los descubridores tardíos que se iban a encantar escuchando «Loco (un poco)» y «Yo no me quiero casar…». El cierre fue con el hit inédito de las primeras épocas y ahora grabado «Yo no necesito amarte». Para los bises dejaron «Esa luz» (a pedido del público) y «Crónica TV» en una versión que incluyó unas bases electrónicas muy movilizadoras mientras Joaquín Levinton practicaba escalamiento para mirar al público desde una altura considerable.
Turf es el único grupo de rock que conocí a partir de una elección de mi hermana (ella no podría tener mal gusto) y el por qué está en el carisma de los cinco integrantes. Son talentosos, atractivos y creídos: saben lo que están vendiendo y lo hacen bien. Frente al elevado nivel de acartonamiento y los cálculos detallados detrás del negocio del rock, los Turf se permiten ser divertidos, sarcásticos y un tanto imprevisibles. Gracias a Dios pueden llegar tres horas tarde a un recital sin sorprender a nadie.