Este trío de hip hop platense está por editar su tercer disco y se declara «sencillamente libre». Por Marcela Varela.
Llegaban en sus bicicletas a la casa de Igor, eran las 21. Venían de terminar de dar forma a su nuevo disco «Esto es así, monkey». Cantaban una líneas de «Terrorismo de salón», material de su último CD: «…Soy quien quiere ser tu rey, de tu tierra soberano. Soy presente que te ataca; soy las huellas del pasado volviéndolo más lento, durmiéndome parado, importándome una mierda de que carajo estás hablando…» Alegres, atentos y distendidos, mientras Chaume cebaba mate, en la intimidad del estudio, abrieron la puerta psicovendettista.
Así es Psicovendetta: libre por naturaleza a la hora de crear un producto con identidad propia. Se rebela sin conciencia contra las normas estéticas dominantes aceptando el desafío y la crítica hacia su genialidad incomprendida.
Doma (voz), Igor (voz) y Chaume (guitarra) formaron la banda hace seis años. Más allá de que los convoca las ganas de hacer música, y de estar en un escenario; el secreto de la solidez como grupo, está en la profunda e inviolable amistad que los une.
«Somos amigos en primer lugar y eso influencia todo, aunque también peleamos, discutimos, gritamos, pero después bajamos, aclaramos y seguimos. Tenemos un código particular, una especie de telepatía de intereses a la hora de hacer música. Esto nos permite sobrellevar las situaciones difíciles».
Igor recordó cuando se presentaron en el cierre del III Encuentro de Arte Joven en Pehuajó, que vivió esa experiencia como unas vacaciones con amigos, y que esos amigos además tocaban su música ante 300 personas.
¿Por qué Psicovendetta? En principio por azar, después inspirados en el apellido italiano de Igor Sparti y ahora, como un modo más de diferenciarse del resto, un rasgo de identidad. Comentan que la banda iba a llamarse Vendetta pero, como había al parecer otro grupo que tenía el mismo nombre, surgió Psicovendetta como un juego de palabras.
Reconocen que además la «vendetta» tiene que ver con sus propias «rabietas» y aclaran que éstas, «siempre tienen fundamento».
Existe en ellos una inquietud por lograr que su producto artístico sea distinto del resto, en todo sentido, ya sea por la música, por las ideas, por las gacetillas, por la puesta en escena y escenografías de sus shows.
«El que nos ve, no ve a una banda más». Doma recalca permanentemente, que más allá de ser una banda independiente no es «amateur», «es tan profesional como una que tiene un sello discográfico que la respalda».
«Es una banda en serio por más que toquemos en lugares de poca infraestructura, o en donde el sonido no es muy bueno…» Igor adhiere a la convicción que tiene Doma acerca de sí mismo y del grupo.
La música de Psicovendetta se inscribe en el Hip Hop. Sin embargo, para Doma, Igor y Chaume «es como un Killer Hip Hop, producto de la colisión del Hip Hop con la actitud de Killer Rock, que despierta irreprimibles impulsos inescrupulosos para no dejar ausente al espectador».
No hablan de influencias musicales sino de «fuentes»: Beastie Boys, Outkast, BodyCount, Jane’ s Addiction, Dr. Dre, Sumo, Las Canoplas, Iggy Pop, Asian Dub Foundation, Public Enemy, At The Drive In, Los Brujos, Queen of Stones Age, Snoop Dogg, Violadores del Verso, Ratones Paranoicos, entre otros.
Confiesan, que antes la gente no los comprendía: «Lo mismo les ocurrió a los genios de la historia». Todos sonríen por el comentario de Igor. «No sé si tanto», replica, Doma.
«Desde la formación de la banda no usamos batería, ni bajo, sólo una guitarra y dos voces. Y a la gente esto le parecía raro. El público nos empezó a sugerir lo que teníamos que hacer, los periodistas… En una radio, un periodista una vez nos dijo que teníamos que incorporar un bajista, que íbamos a sonar mejor… A Doma esto le pareció un narcisismo asqueroso por parte del comunicador».
La banda reflexiona acerca de su propia experiencia musical y del tiempo que hace que están en el under de La Plata ya grabaron. Doma recuerda una frase que dijo Melero acerca de la diferencia entre «carrera» y «trayectoria»: «La carrera musical tiene un comienzo y una meta, en cambio, la trayectoria no tiene ni comienzo, ni meta, te lleva por más lugares. Si te fijas una meta por ejemplo, el año que viene lleno el Obras, y después no es así, eso te tira abajo… En cambio si vas paso a paso vas logrando más cosas.»
Psicovendetta propone desde que surgió una interacción ciento por ciento con el público. «Nuestras canciones son una invasión, una amenaza. No somos explícitos. Nuestros espectadores son activos, piensan, decodifican el mensaje. Por ejemplo, aunque a un tipo no le guste lo que hacemos algo lo va a inquietar, le va a llamar la atención. La repulsión también es una respuesta… Doma recuerda a modo de anécdota, que en un show alguien le gritó: suicidate».
Sin embargo, no creen que se propongan cambiar algo con intención y voluntad, aunque terminan por reconocer que de hecho sí hay transformación, pero que los cambios son en cadena, una cosa transforma otra y así sucesivamente. Para ellos, «la banda es un proyecto personal, antes que todo».
«Son como puertas que abren otras puertas. La unión de nuestras inquietudes personales», sintetizó Doma. «Transmitimos un abanico de ideas, de sensaciones de la banda para que cada uno lo resignifique como quiera: Identidad, originalidad y amistad».
«Cada show nuestro es muy enérgico», dice Chaume; Doma asegura: «hay mucha información, pero sin embargo, cada recital es permeable». Para Igor, «hay una química especial en cada show» y Chaume agrega «sí en cada escenografía, en el maquillaje, en cada canción». «La gente que colabora con nosotros en algún recital, dice que la pasa muy bien con nosotros, que sienten una vibra distinta, eso de compartir…»
«Hacemos música por eso, porque nos da todas estas posibilidades». Para Chaume «es lo mejor que hay subirse aun escenario, pero eso sí, es jodido bajarse…».
Como banda independiente reconocen que hay contras. «Lo malo es que sentís que siempre te están haciendo el favor; es chocante, vos las cosas las haces de una manera, y tenés el condicionamiento de que el tipo que tiene una herramienta que vos usás -se refiere a los dueños de los boliches, pubs- y a su vez vos sos una herramienta que el usa para traer gente…» Igor se refiere a la realidad de muchas bandas independientes, que para poder mostrar su arte y promocionarlo, muchas veces deben vender entradas o compartir la recaudación de las entradas con los dueños de los lugares en que presentan el show.
«Es desgastante, muy desgastante», dice Doma. Igor coincide con Doma y además, agrega que «en muchas oportunidades hasta entramos en discusión con alguien del público por el valor de las entradas, ya que algunas veces, tenemos que estar en la puerta los mismos artistas cobrando las entradas».
Lo positivo es «la libertad para hacer, nadie te dice esto sí o esto no», sin embargo, reconocen que «pertenecer a un sello discográfico les reportaría mejores recursos económicos, además si vos podes proyectar tu personalidad como banda en un sello discográfico, seguro que el resultado va a ser un producto con identidad, por supuesto que uno no reniega de la posibilidad de tener el día de mañana un sello que nos respalde». Igor mira a Doma y a Chaume.
– ¿Aunque no renunciaríamos a nuestra libertad, no?
– No, eso no.
Las luces se fueron apagando lentamente. Se olía la despedida… La energía circulaba alocada por el estudio; las cosas vibraban… De repente, la puerta psicovendettista se iba entornando. En la computadora sonaba Andrés Calamaro: «…siempre seguí la misma dirección, es la difícil, la que usa el salmón…» Doma, Igor y Chaume dejaron el lugar, sólo hasta mañana. La puerta se cerró como una descarga de energía… Allí, todo se estremeció.
En la puerta de calle, alguien tiró una llave de metal torneado con una inscripción que decía: Psicovendetta, la leyenda continua… anímate a abrir la puerta.