Richard Coleman continúa forjando la leyenda de Los 7 Delfines, una banda diferente. La entrevista de Sebastián Ramos, para La Nación.
Aunque no lo veamos, Richard Coleman siempre está, y a pesar de los agoreros que a fines de los años 80 pronosticaban una corta vida para su segunda banda tras la ruptura de Fricción, Los 7 Delfines ya suma casi quince años de trayectoria, seis discos en estudio, uno en vivo, un Extended Play y un par de maxisimples. Además, mañana registrará el concierto en el teatro Broadway para un futuro DVD.
«El plan es juntar las filmaciones que tenemos y sumarles algunas más para lograr un compilado visual de Los 7 Delfines», dice el cantante y guitarrista, que ya antes de cumplir 24 años había formado parte de la gestación de Soda Stereo, inmortalizado en castellano la poesía de David Bowie en una dramática y emotiva versión del tema «Héroes» y participado del supergrupo Las Ligas, de Charly García.
Dos décadas después de aquellas noches oscuras de Buenos Aires de segunda mitad de los 80 se puede decir que Coleman es hombre de una sola banda y que, a pesar de algunos cambios de músicos con respecto a la formación original, Los 7 Delfines continúa manteniendo una línea sonora y hasta encuentra deudores en la nueva escena del rock de acá.
«No sé si estamos cubriendo algún lugar que nadie estaba ocupando, realmente no soy consciente de eso. Lo que sí siento, a partir de la última secuencia de shows, es que hubo una renovación del público. Eso es notable, más teniendo en cuenta que en los últimos años en vez de tocar cada vez más tocamos menos. No sé si eso despertó curiosidad o el peso mismo de la carrera también hizo que se fijaran en nosotros», señala este hombre de estricta vestimenta negra que desde 2001 vive a metros de las soleadas playas de Los Angeles y ahora vuelve al país para retomar su proyecto musical.
«Allá seguí haciendo cosas por mi cuenta -sostiene Coleman-, buscando otros timbres, otros sonidos. Estuve componiendo mucho y en algún momento de este año abriremos el cofre para ver qué sirve y qué no. Siendo todos compositores en la banda también está bueno replantearse qué es lo que uno quiere experimentar, porque para eso está la banda, para apoyar un proyecto y peinarlo un poco con la personalidad de cada uno de los integrantes.»
-Pero entonces eso que siempre se destacó como una especie de «tiranía» compositiva de tu parte no es tan así.
Coleman : – Es un mito. De hecho yo siempre impuse la «no tiranía».
Germán Lentino: -La experiencia más cercana, el álbum «Aventura», fue un cincuenta por ciento de Richard y el otro del resto de la banda. Es más, grabamos demos e hicimos sesiones en el estudio con el malvado tirano en el ostracismo.
El bajista ríe de su propia ocurrencia y a la charla se suma el baterista Braulio D´Aguirre (ausente con aviso el guitarrista Diego García). Dicen que este año no habrá disco nuevo de Los 7 Delfines, pero sí que realizarán más conciertos en el país que en los últimos años. «Nadie nos corre y el tiempo está de nuestro lado -parafrasea Coleman-. No tenemos presión y creo en la fortaleza real de la banda. No hace falta que estemos sacando discos todo el tiempo para que la gente se acuerde de que existimos.»
-¿Qué cosas han cambiado desde aquel primer show de la banda, en 1990?
Coleman : -Lo que cambió es que ahora me acuerdo de los shows [risas]. El corazón y la banda siguen siendo los mismos. Lo que hace que los Delfines sea una banda distinta, que siempre esté al borde de algún tipo de catálogo o al límite de las movidas, sigue siendo lo mismo: tocamos canciones por las canciones mismas. Lo que ha cambiado por ahí es el profesionalismo, que es notorio y que hace que uno disfrute más de las cosas ahora. Creo que es una evolución más que un cambio. Por mi parte, sigo teniendo los mismos nervios antes de subir al escenario y espero no perderlos nunca, porque quiere decir que me estoy jugando algo cada noche.
El héroe dark del delineador insiste en que «para la gente hoy es más disfrutable ver a Los 7 Delfines», y asegura que recién ahora logró expresar correctamente su arte: «A veces la desesperación por expresarse puede ser muy confusa, muy intensa, y la performance puede no abarcar el sistema de expresión. Creo que ahora puedo hacer que se entienda el concepto de la banda. Sé que he pecado por la ansiedad de expresión, pero por otro lado eso también sirvió para decantar un poquito y entender cuál es mi necesidad real de estar parado sobre el escenario y al frente de esta banda que, más allá de mi persona, tiene una personalidad en sí misma».
-¿Se puede decir que finalmente encontraste tu lugar en el rock?
-Puede ser, el tema es que ya sé cuál es mi rol en la banda y también he aprendido a desnudarme públicamente de una manera que permita entender lo que quiero expresar. El arte está en la canción, y no sólo en arrancarse las vestiduras sobre el escenario. Todo está un poco más controlado sin perder el entusiasmo ni el límite al extremo.