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¿Qué viste en USA, Ciro?

  • Revista Pelo
  • 10 marzo, 1970

Desde los comienzos de, allá en Rosario, el grupo se sustentó en dos músicos: Ciro y Litto. Sobre ellos giraron muchos integrantes hasta llegar a la formación actual. Sin embargo, cada vez que hubo que hablar o escribir sobre los Gatos siempre se mencionó sólo a Litto Nebbia.

Ciro

En la mayoría de los casos justificadamente: desde los primeros tiempos Litto compuso los temas, era la figura destacada por ser cantante y, además, en la mayoría de los reportajes fue él quien explicó la filosofía y aspiraciones del grupo. A Ciro, en cambio, siempre se lo consideró como un integrante más de los Gatos, pero no como un factor fundamental dentro del conjunto. Y realmente lo es. Si Litto es la parte creativa del conjunto, Ciro fue siempre el que le agregó esa cuota de vanguardia a la música que producían, quizás el que más fielmente representa lo que es el conjunto como grupo humano. Cuando los Gatos se separaron, el año anterior, Litto se encaminó como solista, pero Ciro siguió siendo un gato. Y seguramente siguió sintiendo y viviendo esa música. Cuando con Alfredo y Moro volvieron a Buenos Aires para unirse nuevamente, él fue quien trajo esos arreglos diferentes que dieron una nueva estructura musical al grupo. Tal vez ellos no lo sepan (por eso se deben haber separado una vez), pero Litto y Ciro son músicos de complemento, sobre todo ellos dos. Si no están juntos no pueden producir esa música característica de los Gatos. Si un día vuelven a separarse cualquiera puede estar desde ya seguro: será porque van a hacer cada uno una música diferente, divorciada de cualquier idea musical de los Gatos. Precisamente después de su estadía en Estados Unidos Ciro está cambiado: ahora actúa y habla como si tomara más interés en lo que hace. Quizás lo tuvo siempre decía frases tajantes y muy esdo hablaba, en los reportajes, por ejemplo, cuetas.

Hace dos semanas estuvo en la redacción de Pelo conversando con un redactor durante tres horas. El motivo era hacerle un reportaje sobre su vida y lo que vio en Estados Unidos. Pero su fluidez, sus ganas por dar opiniones y contar sus cosas impidieron las preguntas. Lo que él contó, como amigo, no como entrevistado, es mucho más interesante: Esto que sigue es prácticamente un monólogo, para captarlo en todo su sabor es necesario figurarse que Ciro está sentado frente a uno, hablando despaciosamente, fumando mucho y recogiéndose de vez en cuando ese pelo que insiste en cubrirle la cara. Escuchar: “Desde que llegué a Nueva York viví en el Greenwich Village. Yo creía que era una parte pequeña de la ciudad, pero mi primer asombro fue cuando comprobé que era enorme: como un barrio de Buenos Aires. En ese lugar están todos los hippies y los bohemios de Nueva York. En alguna medida los que viven allí son marginados. Pero tienen su propio mundo, Yo tenía un amigo que trabajaba en una compañía de seguros en el centro de Manhattan; tenía el pelo bastante largo y no quiso cortárselo. Entonces tuvo que dejar ese trabajo. A los pocos días había conseguido un empleo similar en una oficina del Village. Allí a nadie le importa si tenés el pelo largo o te gusta comer flores en el desayuno.

LOS JOVENES

En el Village los jóvenes tienen las mismas diversiones y comercios que en todo el resto de la ciudad: confiterías, cines, teatros, librerias. La mayoría de los boliches está atendido por muchachos de pelo largo: a nadie le interesa eso. Para nosotros era raro. La mayoría son pobres y lo que ganan apenas les alcanza para vivir. Pero a ellos les gusta estar ahí, con sus amigos y su gente igual. Muchos dicen que el Village es solamente para los turistas. Yo no creo eso: encontré hippies muy sinceros, muy convencidos de que lo que hacen y pretenden es serio. Hay algo muy importante, los hippies no pueden ser camelo. Y te explico por qué: asumir la actitud de negar todo el progreso (¡el progreso tecnológico que hay en Nueva York!) y rechazar las facilidades para trabajar y vivir bien que tienen cualquier joven norteamericano, no debe ser nada fácil. Las tentaciones de la vida cómoda son muchas allá y, lógicamente, resulta difícil encontrar gente con ideas un poco más abiertas. Pero también los problemas de ellos son otros a los de un país subdesarrollado como el nuestro. Ellos tienen la guerra de Vietnam y el peligro atómico. Quizás por eso nos los entendemos demasiado.

EL TERRITORIO DE USA

Pero ojo: esto que cuento es sólo Nueva York, y dentro de esta ciudad el Village, el resto es diferente. Yo por ejemplo estuve en el sur: Jacksonville, Charleston, Baltimore, también en Philadelphia. En esas ciudades todo es distinto, no hay movimiento. Es más: uno cree que en Estados Unidos todo es muy libre, muy lindo y que podés hacer lo que se te antoje, pero no es así: en estas ciudades que te digo, en el sur, los conductores de ómnibus me decían las mismas cosas que te dicen en la calle en Buenos Aires por usar el pelo largo. Inclusive en el sur se prohiben gran cantidad de películas, cosa que no pasa en Nueva York. Toda la sociedad sureña es más cerrada y muy conservadora. Allí hay muy poca gente con pelo largo: los hippies casi no existen. inclusive a San Francisco, los mismos músicos de Nueva York, me contaban que la consideraban «muy campo».

LA MUSICA, LA MUSICA

En el Village hay una sala de conciertos que es famosísima, el Fillmore East. En California hay otra igual que se llama Fillmore West. Pero es en este de Nueva York a donde vienen los mejores conjuntos del mundo. Yo iba muchísimo. Generalmente hay dos funciones los viernes y otras dos los sábados. El teatro tiene una capacidad para 2.000 personas y siempre está lleno. Porque además de los conjuntos que actúan tienen un espectáculo montado exclusivamente para conciertos de rock and roll: Como actúan varios conjuntos los equipos están montados sobre pequeños carritos, en el intervalo se apagan las luces, el escenario queda completamente a oscuras y los técnicos apenas se iluminan con pequeñas linternas. Todo es rápido y funcional. Además está el Joshua Ligth Show que es el mejor efecto de luces que vi en mi vida: surgen luces desde una pantalla trasera y cada vez que hay un solo de guitarra o batería toda queda en sombras y únicamente se ve el solista.

LOS CONJUNTOS EN VIVO

The Who fue uno de los grupos que más me gustó, precisamente, porque son cuatro individualidades resumidas en un total: entonces escuchá un sonido violento, concreto. Pete, el guitarrista, es el cincuenta por ciento del show: hace acordes abiertos como pegándole a la guitarra. Una semana después que los vi comenzaron a tocar la ópera Tommy, pero no pude conseguir entradas. Mothers of Invention cuando los ves no crees que estás presenciando un recital. Eso se parece a una obra de teatro, a una Ópera, qué sé yo. No tiene nada que ver con lo conocido: había flores sobre el escenario, los dos bombos del baterista tenían un paisaje campestre toscamente pintado, Al principio todo aparece como una sátira: uno de ellos salió comiendo un repollo, luego todos tocaron un vals mientras una pareja lo bailaba a los tropezones. Cuando todo el público está en el delirio de la risa, Frank Zappa comienza a imitar a un director de orquesta y entonces tocan un blues que dura quince o veinte minutos y luego una pequeña suite con oboe y fagot —muy bien hecha— que linda la música clásica. Humble Pie, Paul Butterfield y Santana, son tres grupos muy diferentes entre sí. pero actuaron en un mismo espectáculo allí, en el Fillmore. El conjunto de Steve Marriot, Humble Pie, no me gustó mucho: se notó que recién empezaban. Se miraban entre ellos y no estaban muy seguros de lo que hacían. Ahora sé que andan muy bien: puede ser que hayan cambiado. Paul Butterfield, en cambio no me gustaba de antemano: había escuchado algunos discos de su banda y me parecieron regulares, pero no te podés dar una idea de lo que es ese grupo en vivo: ¡qué ajustado!, ¡qué ajustado! Santana puedo asegurarte que es uno de los mejores conjuntos que escuché en mi vida. Sé que salió un long play aquí, así que cualquiera lo puede comprobar. Vos sabés que yo no me entusiasmo mucho porque soy bastante frío, pero te doy mi palabra que con este conjunto me levantaba de la butaca sin darme cuenta. A lo mejor me gusta más Jimmi Hendrix o Albert King ¿viste?, pero lo que tiene Santana es el ritmo: ¡mata! El propio Santana toca correctamente la viola, el organista ya es demasiado, no lo podía creer y el batero, ¡uy lo que es ese tipo!: le pegaba tan fuerte a la batería que por momentos pensaba que iba a explotar y me iba a caer en la cara: qué bestia. Ah, de repente dos tipos largaban sus instrumentos y se ponían a bailar pero no porque estuviera preparado: era muy natural. Claro, con ese ritmo, cómo no vas a bailar.

En el Madison Square Garden vi a Jimi Hendrix Experience, poco antes de se separaran. Ese mismo día estuvieron la Buddy Miles Express y Cat Mother and The All Night Newsboys. Estos dos conjuntos son producidos por Jimmi. Pero mirá, lo que fue ese recital del Experience es imposible de contar. Yo lo tengo grabado y ahora que lo escucho detenidamente cada vez me gusta más. Las seis o siete mil personas que había allí esperaban que Hendrix hiciera alguna cosa rara: que se tirara al suelo o se acostara sobre la guitarra. Pero no ocurrió nada de eso: el mismo Jimmi pidió que todos escucharan detenidamente. Rogó a los fotógrafos que no usaran los flashes y anticipó a la gente que eso iba a ser una gran sesión pura de música. Y lo consiguió, eso parecía una concentración religiosa. Jimmí subió con cinco guitarras: cuatro Strato Caster y una Gibson modelo flecha, las fue cambiando a medida que las desafinaba. Además para amplificar su guitarra usaba tres Marshall de 100 watts cada uno. Yo pensaba que en los discos, Hendrix usaba play báck, pero no es así: lo hace todo él. Tiene un dominio absoluto de su instrumento.

Después, siempre en el Fillmore, vi a otros grupos: The Birds, que hacen folk y me llamaron la atención porque usan equipos muy chicos, the Band es otro grupo folk que acompañaba siempre a Dylan. Son muy duros y frios. También escuché a otros dos conjuntos ingleses aparte de: Humble Pie: Procol Harum, los Kinks, los dos se quedaron en el tiempo, sobre todo los Kinks: hacen las mismas cosas de cuatro años atrás. Así no más. Escuché a otros que aquí no son muy conocidos. Imaginate que era lo que más me gustaba hacer. Aunque a veces me daha rabia ir al Fillmore: no podía aguantar las ganas de tocar.

LA MUSICA DE CIRO

Ahora me estoy desquitando. Con el órgano nuevo tengo más posibilidades. Quiero grabar otro long play. El que hice hace un año, acompañado por Kay, Claudio y Pappo, en distintas bandas, va a salir ahora en los próximos días. Ahora tengo ganas de hacer varios temas mío. No sé, me tengo más confianza musicalmente. Inclusive mañana o pasado voy a comprarme una flauta y la voy a agregar dentro de la instrumentación de los Gatos. ¿El clarinete? No, ya lo abandoné: no tiene función dentro del rock and roll. Y quiero meterme cada vez más en ese ritmo. Yo admiro a mucha gente del jazz, me gusta mucho el blues, y tengo un gran respeto por Jimmy Smith, pero sinceramente estoy muy conforme con ser un músico de rock and roll”.

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