Entrevista a Flopa Lestani, la mejor voz femenina del año: «Si no hiciera música me agarraría un cáncer».
Florencia Lestani tiene 30 años y una de las voces más atractivas del under. Durante los noventa formó parte de Mata Violeta, un grupo de punk con polleras. Después, junto a su actual guitarrista (Rodrigo Guerra), formó Barro. En 2002 Ariel Minimal escuchó un demo de canciones suyas y surgió Flopa-Manza-Minimal, un trío acústico (actualmente en «stand by») donde confluyen calidad y calidez. Este año grabó su disco debut, titulado Dulce Fuerte Grave, un trabajo que le llevó «toda la vida».
El lugar que sugiere Flopa para la entrevista es un café de la zona de Puerto Madero. Pide una coca y suelta algunas respuestas.
Una vez te hice un reportaje y te pregunté acerca del lugar ideal para escuchar tus canciones y me respondiste que el lugar era «un sillón». Cuando escuché el disco me pareció que estaba hecho para escuchar en el living o la cama.
Es cierto; me copan los sillones. Además es como que el disco está concebido en el living: ensayamos y hago los temas en el living de mi casa… el mejor lugar para escucharlo tiene que ser un living. No lo escuché en otros lados: no tengo discman, no tengo auto…
También escribís poesía.
Muchas de las canciones empezaron como poemas a los que les puse música. Por eso hay algunas que son muy cortitas. Me costó bastante hacerme la idea de que mis canciones son así. Duran un minuto, no tiene estribillos… pero ¿y qué? Si alguien tiene ganas de volver a escuchar una parte que apriete el botón de repeat.
¿Qué te genera el hecho de hacer canciones que serían hits si estuviesen en un circuito comercial pero que en este momento no las conoce mucha gente?
Eso pasa… ¿qué puedo hacer? Meter hits no es algo que yo esté buscando, no compongo pensando en eso. Me gusta hacer temas raros, tiene otro encanto. El hecho de que le guste a mucha gente depende de la exposición y estoy satisfecha con la cantidad de público que viene a los shows. No pretendo un salto gigantesco, quiero seguir mi propio camino. No me gustaría venderle el alma al diablo para que el tema suene en FM Hit. A mí no me sirve ser un boom comercial, porque después eso exige otro boom comercial, sino te vas a la mierda. Hay que mantenerlo y a mí me gustaría llegar de a poco. Es mi manera de buscar mi propia coherencia. No toco tan seguido y no tengo una gran infraestrucutra como para aspirar a otra cosa. Son tiempos de maduración.
¿Qué necesidad tenés de hacer música?
Me ayuda a vivir un poco mejor. No me da plata, y como la plata no lo es todo, me ayuda a ser feliz. Es como algo que si no lo sacás te hace daño. Si no hiciera música me agarraría un cáncer. Es una necesidad de armar una ilusión. La música es una ilusión para todo él que la escucha, no se puede agarrar. Para cada uno representa algo distinto. Cada persona deposita en ella lo que quiere.
¿Creés que tenés un don para hacer canciones?
Creo que tengo una facilidad y un interés para hacerlo; el don es tener las dos cosas. Siempre me gustó la música, desde chica. Empecé escuchando lo que le gustaba a mi vieja: José Luis Perales, Alberto Cortés, Nino Bravo. Tuve facilidad para hacer sonar todos los instrumentos que pasaron por mis manos. En mi familia no hay músicos, pero mi viejo siempre me regalaba instrumentos. Yo quería tocar la batería, pero mi vieja me convenció de que no podíamos porque vivíamos en un tercer piso. Me dijo que elija algo a lo que se le pueda bajar el volumen. Entonces le expliqué lo que era el bajo y me regalaron uno para Navidad. Empecé tocando en una banda que se llamaba Surreal Orden.
Debería ser algo medio dark.
Dark y medio era (risas). Era un horror, pero en esa época me encantaba. Ahora lo escucho y no sé… le tengo cariño. A Mata Violeta llegué cuando tenía 19 y aprendí los gajes del oficio. Todo era más profesional, había público porque ellas estaban tocando hacía un año. Era más mediático también; Erica salía con Mollo y Karina era la mujer de Superman Troglio. En esa época yo iba a ver Divididos a todas partes. Tocamos con ellos en Córdoba, zapábamos en la sala de ellos. Estaban entre el segundo y el tercer disco (Acariciando lo áspero y La era de la boludez, 92/94). Todo era muy divertido, yo era una pendeja… tocaba a las cuatro de la mañana, iba a Haedo a descargar las cosas, me tomaba un café y me iba a dormir al trabajo. Ahora ya no puedo hacer eso… (risas). Me fui porque sentí que ellas dos tiraban para un lado y yo para otro. Me tildaron de poco profesional…
Ustedes decían que Flopa-Manza-Minimal se formó para que vos y Mariano Esaín lleguen a grabar un disco ¿está cumplido el objetivo?
La idea era activar. El disco de FMM lo hicimos con un Pro Tool prestado, en una sala prestada y finalmente la plata que salió del disco fue para reeditarlo. Fue un poco el impulso para que yo me diga «me dejo de joder y saco mi disco», pero lo saqué porque un flaco puso el dinero.
¿Cómo conociste a Minimal?
Fui a la grabación de Quemado (1994) porque era amiga de Iris (por entonces bajista de Pez) y le presté el bajo para que grabe unos temas. Aprendí mucho a partir de trabajar con él y Mariano.
¿Sentís que te tilden de promesa es injusto?
Depende. No me molesta, pero no estaría bien que siempre me vean así, que no reconozcan el trabajo que hice. Igualmente yo no le prometí nada a nadie.