Entrevista a Alejandro Cambiaggi, cantante de La Mistonga, banda que incluye tres músicos azuleños residentes en Buenos Aires y dos integrantes porteños.
El primer encuentro con Cambiaggi se dio en una quinta a mediados del extenso verano de 2004. En esa ocasión el motivo de alegría era la velocidad con la que estaba vendiendo los sesenta discos de «Guau». Si por esos días alguien hablaba con Alejandro en la calle o algún bar, seguramente se hubiera enterado que La Mistonga había grabado un disco cuyo costo era de dos pesos. La tapa del disco mostraba dos perros caricaturizados, uno de los cuales está tatuado en su pantorrilla derecha.
«Un tatuaje lo llevás para siempre, y la banda está pensada de esa manera. Para mí es algo muy carnal y sentimental. La música es parte trascendental de mi vida, más allá de que no espero nada de ella. Me transporta y saco mis frustraciones y mi magia por medio de ella. No es algo sobre lo que se pueda saber mucho, sino que es para sentirla. Por eso hay gente que sin saber tocar un instrumento, hace música.»
¿Te importa si la interpretación del público tiene que ver con lo que volcaste?
Lo alucinante del arte es que si lo hacés desde el alma, el mensaje va a llegar. Más allá de que tal vez lo interprete de diferente manera, como cuando escuchás una canción en inglés y, si bien no sabés lo que está diciendo, te llega. Igual, cualquier canción que haga yo es para todo el mundo.
¿A dónde te puede llevar una canción?
Me puede emocionar, trasladarme, hacerme llorar. Para mí la música es orgásmica, pero no lo puedo explicar, los que hacen música desde el alma lo saben.
¿Cúal es el origen del nombre del grupo?
Teníamos la idea de hacer rock fusionado, pero con un nombre bien auténtico y bien porteño, del lunfardo. Los perros de la tapa del disco son para representar a la gente de la calle, nos interesa lo que pasa en una esquina, no en una oficina. Pero además, cuando fundamos al grupo con Charly (Goitía) lo pensamos como algo masivo y lo tomamos como algo profesional. Queremos ser populares aunque no comerciales. Nos encantaría que la gente vaya a los recitales, compre el disco, lo escuche. Queremos que se genere una movida.
¿Y cómo van a hacer?
Con perseverancia. Laburando, componiendo canciones, buscando un buen productor, golpeando las puertas indicadas.
El segundo encuentro con Alejandro se produce de casualidad. A principios de marzo, durante un viaje en tren una noche de luna llena, el Negro dejó un poco de su identidad en la cinta de un TDK. «Creo que los músicos de La Mistonga somos parte de una familia. También hay gente con la que compartimos asados, viajes, salidas y las emociones que completan la parte musical. Somos una misma cosa, un circo entero casi.»
¿Hay algún domador de leones?
En este circo al domador se lo comió el león, el equilibrista se cayó y se quebró todo, al mago le robaron la galera, los enanos crecieron y la mujer barbuda se afeitó (risas).
Los cambios que se dieron desde los días en que Alejandro tocaba en Los Mocosos (1994-95) son pocos. Ha sabido escapar del estancamiento a partir de la búsqueda de algunos orígenes. De aquellos días le queda la pasión por hacer música aunque pareciera que ya no le interesa tanto destacarse por los escándalos, «no dejo de ser puro y tener sentimientos. Valoro las cosas verdaderas y justas».
¿Creés en la verdad?
Yo creo en el ser y los códigos que comparte. Para mí una amistad se genera a partir de una red muy amplia que se basa en la confianza. Las personas con las que siento que soy yo son mis amigos, mi pareja, mi hermano. No lo cumplo cuando tengo que trabajar y me tengo que poner un traje. A mí me gusta estar simple.
No creo que la ropa hable de las esencias.
No, es un ejemplo banal. Lo que quiero decir es que a veces uno tiene que jugar a ser otro de acuerdo a las situaciones, pero la esencia no se pierde. Eso es lo único que rastreo, mi misión en este mundo es buscar la esencia de las cosas.
Si alguien se cruzó con Cambiaggi por estos días seguro que lo vio feliz por la presentación del disco. El resultado de la grabación de «Guau» permite pensar que se está ante un grupo de gente que trabaja mucho en función de la música. El próximo viernes La Mistonga se va a reencontrar con el público azuleño. «Me encanta tocar en Azul, de hecho es el lugar donde más gente nos ve. Estaría bueno que nos vaya así también en Capital, pero eso lo vamos a lograr con tiempo.»