Son los creadores del soberbio hit «Arrancacorazones». Opinan fuerte sobre Cromañón y están en contra del reviente. Tienen listas 77 canciones para tocar durante tres noches en el estadio Obras.
La cita es a media tarde, en el bar que está frente al viejo teatro Fénix de Flores, donde ensayan actualmente. De a uno van cayendo los miembros de Attaque 77. Salvo Ciro Pertusi, que no pide nada y será, como en la banda, quien lleve la voz cantante, los demás músicos se abalanzan sobre sendas cocacolas y empanadas, y acotarán sobre los dichos de éste entre bocado y bocado. Cada tanto le echan el ojo a unos parroquianos que discuten en torno al paño verde del pool. Mientras cuentan que vienen de Colombia y hablan de la desconsideración de las compañías aéreas para con sus pasajeros (Ciro y el guitarrista Mariano Martínez son vegetarianos, y aunque avisaron en el preembarque nunca tuvieron su menú especial), adelantan sus shows «temáticos», reflexionan sobre Cromañón y el «turismo piquetero» y recuerdan a Pappo.
A caballito de su hit Arrancacorazones (a la cabeza en la lista de ringtones más bajados), Attaque consiguió algo que no lograba desde la época de Hacelo por mí: la exposición realmente masiva. Curiosamente, las otras canciones más difundidas fueron Don (Miranda!), Pequeños sueños (Arbol) y Brujería (Los Tipitos), todas ellas lejos de la tradición callejera y medianamente contestataria del rock de acá.
«Arrancacorazones» fue uno de los temas del verano y es uno de los ringtones más bajados. ¿Creen que esta tendencia del público a las canciones «amables» tenga que ver con el síndrome pos-Cromañón?
Ciro Pertusi: Probablemente, pero también supongo que tiene que ver con el perfil de los que bajan ringtones. Western fue el primer corte de nuestro disco, y anduvo bárbaro a nivel difusión, pero era un tema mucho más aguerrido. Si te fijás en los otros temas de esa lista, se nota que el público que baja ringtones se parece más a lo que antes era el radial, gente a la que le gustan los temas más melodiosos. Más tipo canción-canción. Pero también hay que fijarse que, aunque Arrancacorazones es una canción de amor, habla del lado más oscuro, del desamor.
Mariano Martínez: También puede ser que esas canciones sean elegidas para olvidarse un poco de todo lo que pasa. Eso lo vimos mucho en Colombia, donde la gente vive con miedo por la situación con el ejército, el narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares. Allá hay anualmente más muertos por armas de fuego que por causas naturales. Y sin embargo, su música es muy alegre, como si fuera un analgésico.
C.P.: Fijate que la música más extrema viene de Europa o los Estados Unidos, que son lugares donde la situación socioeconómica es bastante más cómoda que la nuestra, y las reivindicaciones que hacen son otras. Entonces, si acá la gente tiene que pelearla por el plato de comida, seguro que no va a querer escuchar un tema de esos grupos, porque su realidad es otra. ¿Qué vamos a hacer, arengarlos como los yanquis «eh, latino»? (Mientras lo dice, forma una L con sus dedos índice y pulgar). Si latino es lo que ves en la calle… Acá la L es de «loser» (perdedor). Y también hay algunos que parecen no tener realidad, como ésos que se vienen de Europa a pasar quince días entre los piqueteros, y creen que eso los hace auténticos. La realidad es que siempre van a ser turistas, gente de guita que viene a Sudamérica a ver cómo viven los nativos.
¿Cómo los afectó la noticia de la muerte de Pappo?
C.P.: Fue tremendo. Yo justo estaba de vacaciones en un pueblito de Córdoba y andaba caminando como sin rumbo, llorando. La gente se me quedaba mirando, creerían que estaba loco, supongo. No podía dejar de pensar en todas la cosas que habíamos compartido con él, de la última que lo vimos. Me acuerdo que estábamos en el estudio Del Abasto al Pasto, y que a mediodía cortamos para hacer un picnic: sentaditos al sol, con un vinito, con toda esa inocencia, esa dulzura que uno no se imagina que puede venir de un tipo con la estampa de Pappo. Todavía no caigo que ya no está.
M.M.: Para mí también fue horrible, yo empecé a tocar sobre los discos de Pappo’s Blues. Me acordaba de una vez que vino a un show nuestro, con la guitarra. Terminamos la lista, y dijimos «el show de Attaque terminó, ahora viene Pappo. El que quiere, que se quede». Y por un rato fuimos la banda de Pappo.
Y no sólo en el caso del Carpo, de tocar blues siendo una banda punk: Attaque 77 fue uno de los primeros grupos en romper ciertos prejuicios en nuestra mayormente conservadora escena rockera: paraban los shows cuando el pogo se ponía muy agresivo, hicieron covers de Gilda, Alberto Cortez y Sandro y defendieron la libertad sexual.
M.M.: Ahora parece una boludez, pero antes en los shows yo pedía que no le toquen el culo a las minas, y que no se caguen a piñas. Porque está toda esa cosa del «aguante»… ¿Qué es el aguante? Muchos se confunden y creen que el público es protagonista del show.
C.P.: Otra cosa que siempre me pareció ridícula es que «puto» sea el insulto más común. ¿Cómo va a ser un insulto el modo en que uno practica el sexo? Con ese criterio, por la calle también te podrían gritar «heterosexual» o «sadomaso». A nivel musical, siempre tuvimos cierto reconocimiento de nuestra amplitud por parte de los colegas, aunque no tanto de parte del público. Eso recién lo estamos empezando a ver ahora. Antes nos reprochaban muchas cosas, y nosotros no entendíamos nada. ¿No era que el punk era sobre la liberación, sobre romper la reglas? ¿Qué sentido tiene criticar a los militares y a la policía mientras uno se uniforma, no permite que los otros se expresen y está imponiendo sus gustos?
Entre los aspectos rupturistas de la banda se cuenta Otras canciones, un disco en el que convivían versiones de los Who y Sumo. «Ese fue el disco en el que realmente maduramos. Nos dijeron que era un suicidio y lo hacimos igual. A mí me gustaría mucho hacer otro disco como ese, pero tengo en claro que este no es el momento», se ataja Pertusi. Para Mariano Martínez, en cambio, «si bien uno siempre piensa en hacer versiones de tal o cual canción, pero recién pasaron un par de discos desde Otras…, y no queremos repetir ninguna fórmula. Pero la idea siempre está, nos interesa.»
Esa diversidad musical es la que ahora les permite hacer los tres shows «temáticos».
C.P.: Y sí, lo que pasa es que tenemos muchos discos, y dentro de cada uno hay material bastante diverso. Siempre nos pasa que, después de hacer un show re largo, viene gente que nos dice «faltó tal canción». Pero en una sola lista de temas no podemos complacer a todos, ni siquiera a nosotros mismos, así que decidimos hacer tres shows con listas diferentes (ver Información). Pero también hay otra cosa: con estos tres días les estamos dando la posibilidad de apertura. Muchos van a sentir que les faltan canciones, y se van a quedar con ganas de ver los otros dos conciertos. Siempre va a aparecer alguno que se queje.
Junto con Karamelo Santo, Los Natas y Kapanga, Attaque es uno de los pocos grupos argentinos que hacen giras europeas. Pero la realidad de estos tours dista mucho de las fantasías de rock star de limusinas, groupies y hoteles cinco estrellas. «Son locales chicos, para doscientas o trescientas personas. Con un poco de suerte te toca un buen puesto en un festival, pero esas cinco, ocho mil personas no te vienen a ver a vos. Al público te lo tenés que ganar de cero», cuenta Pertusi. «Son muchos días que vivimos amontonados en la furgoneta, como le dicen allá. Es algo a pulmón, es duro pero es una linda experiencia. No es que vas a conquistar un mercado que se abre, más bien es ir a conocer otros lugares, y de paso te sirve para volver un poco a las raíces del grupo, porque ganarte un aplauso de cero es muy lindo. ¿Si no, de qué otra forma vas a ir a recorrer Europa?».
Cromañón: «Nadie habla de la responsabilidad del público»
Como gran parte de las bandas que hoy tienen gran convocatoria, Attaque 77 dio sus primeros pasos en Cemento, el ya mítico local de Omar Chabán. Después del 30 de diciembre, el grupo fue uno de los pocos artistas que evitaron cuidadosamente defenestrar al empresario. «Durante mucho tiempo, Chabán nos cuidó más que nuestros propios padres», le dijeron a la revista La Mano. «En realidad, nosotros no hablamos en favor de Chabán. Sí dijimos que no es un asesino, sino que su negligencia lo hace responsable de lo que pasó. Pero apuntar sólo a Chabán es buscar chivos expiatorios, una actitud que calma las cosas ahora pero no soluciona nada a largo plazo. En este caso hay cuatro responsables bien claros, que son él, el gobierno, la banda y el público. Y de las responsabilidades del público casi nadie habla», explica Martínez. «Quiero decir, el que prende una bengala en un lugar cerrado no es un hijo de puta, es un boludo. Pero hay boludeces que pueden ser fatales, y lo tuvimos que aprender de la peor manera».
Sin embargo, la tragedia disparó un cierto extremismo en la corrección política y el cuidado por la seguridad, como el hecho de poner guardavidas en Gesell Rock, el primer festival pos-Cromañón, que se hizo… ¡a unas diez cuadras del mar! «Me gustaría ver si el año que viene van a ir todos los padres, como hicieron la primera vez», dispara Pertusi, en tono sumamente fastidiado.
Otro episodio álgido se dio recientemente con la edición de Por favor, perdón y gracias, el disco de León Gieco, que originalmente incluía un tema a dúo con el cantante de Callejeros, Pato Fontanet. Después de marchas y contramarchas, el CD de Gieco finalmente salió sin Un minuto, la canción de marras. «A esta altura, poner en duda las intenciones de León me parece una locura», dice Pertusi. «Igual que el escrache a Estela de Carlotto, otra locura. Yo supongo que quien no sea padre no puede entender el dolor de perder un hijo, pero a veces da la impresión de que esta gente se está pasando. Cuando pasó lo del incendio yo fui hasta la puerta, pero cuando llegué ya estaba todo vallado. En ese momento, me acordé de nuestro manager, que siempre en Cemento decía ‘a las mil quinientas, se corta la entrada’. Y nosotros nos reíamos y le decíamos que era un paranoico, pero esa es la función del manager. Por eso se queda con una parte importante de la recaudación, porque es él quien va a asumir la responsabilidad ante cualquier problema».