El nuevo proyecto de Edu Graziadei –Cadena Pepetua– y Carlos «Gaviota» Sassone –Mal Pasar– lanzó su primer disco: «Negro siglo XXI». Son once canciones que se mueven dentro del punk pero se animan a cruzar fronteras. «En lo musical no tenemos problema de hacer nada», disparan.
Sobre el filo del pandémico 2020, vio la luz «Negro siglo XXI», el primer disco de Matarreyes, la nueva banda de Carlos «Gaviota» Sassone, voz y bajo de Mal Pasar, y Edu Graziadei, bajo de Cadena Pepetua. «Es despuntar el vicio. Yo personalmente tengo un método de laburo en forma constante, y es medio estresante; y lo que implica estar tantos años en un grupo», dice Gaviota sobre el por qué del proyecto. Y Edu agrega: «Como todo, se burocratiza, es inevitable».
Matarreyes nació durante 2018. Edu y Gaviota venían craneando hacer algo juntos desde hacía tiempo, y empezaron con reuniones de composición que derivaron en un «taller» al que se sumó Darío Germano, compañero del secundario de Edu, y un amigo «para siempre».
«Nos juntamos los martes y algunos traían canciones, las íbamos armando entre los tres. Ese proceso duró un año y pico. Cuando ya teníamos armadas 10, 11 canciones dijimos: ¿bueno y ahora qué hacemos? Vamos a armar la banda. No sabíamos siquiera qué iba a tocar cada uno –cuenta Edu-. Gaviota por suerte toca algo de guitarra. Darío nunca tocó en una banda pero toca la criolla, le gusta cantar. Decidimos qué rol iba a jugar cada uno en la banda y a partir de ahí dijimos qué necesitamos: un batero y un guitarrista que sepan tocar, básicamente», recuerda.
Así fue como reclutaron a Leandro González, un baterista punk que Edu había fichado cuando grabó con su banda en Moscú Estudio, el búnker que el Cadena tiene en La Paternal. Y la guitarra llegó por el lado de Gaviota: casi como en familia, invitó a Facundo Cassettari, hermano de Quito, guitarrista de Mal Pasar, y con trayectoria en el rock con su banda Nokreo Experimento.
«Nosotros armamos las maquetas con la batería electrónica, pero yo no soy baterista. Lo mismo pasó con la guitarra: nos damos maña, pero cuando viene un guitarrista decís ‘ah claro’», explica Edu.
«Los admiro a los dos. Para mí es una tranquilidad enorme poder laburar con este tipo de gente. Si bien no estuvieron en la composición, porque ya estaban todos más o menos armados, como responden ellos a lo que uno quiere hacer fue terrible. Es como que superan lo que uno se propuso», afirma Gaviota.
El desafío para los músicos ingresantes estuvo en poder adaptarse y meter lo propio a canciones que ya estaban armadas, y que en definitiva son las que hoy integran «Negro siglo XXI». Facundo admite que «chilló» un poco hasta entender qué era lo que buscaban Edu y Gaviota. «Me di cuenta que ellos tenían muy claro cómo querían que suene y cómo tenía que ser, y estuvo buenísimo eso. Creo que caí después. Las canciones venían súper paridas. Desde afuera, al no haber participado de la composición, estaba clarísimo lo que querían», afirma.
Para Leandro, la situación fue parecida. Los temas armados facilitaron el aprendizaje, pero al mismo tiempo la propuesta traía ciertos requerimientos. «Yo vengo del punk. Hay muchos temas que van por otro lado y fue un desafío. Che, ¿el trap cómo lo toco? Estuvo buenísimo. Los temas estaban re cerrados y fue mucho más fácil», recuerda.
Del «taller» al disco
El resultado es un disco de 11 canciones, disponible entero en Spotify y Youtube, que no llega a la media hora de duración y que invita a escuchar track a track sin parar. El sonido es logrado y las canciones ofrecen una diversidad que, si bien se mueven dentro del punk rock, también presentan sorpresas. En las letras aparecen algunos ejes bastante claros: una crítica directa al rock y su falta de rebeldía, una mirada sobre la juventud y los efectos del sistema en la vida cotidiana.
«Decime que esto es un mal sueño», dice la primera frase del disco y de la canción que, además, le da nombre. Y aunque muchos artistas se hayan «inspirado» durante la pandemia de Covid 19, Darío se adelanta y aclara: «Todas las letras están compuestas pre pandemia. No lo escribimos por lo que pasó». Y Edu reafirma: «Ya veíamos un negro siglo antes de la pandemia. Lo teníamos masticado que la cosa viene fulera. Esto aceleró todo y le dio más peso a esas letras que quedaron ahí».
«Negro siglo XXI» es una canción de clima. Tiene un colchón de guitarras que llevan al oyente por todo el camino sin acelerar. Melodía y sonido post punk para retratar los días que «nos esperan por vivir», entre represión, hambre y redes sociales. Esta es una de las canciones del disco que da cuenta de la búsqueda de Gaviota y Edu de explorar sonidos que no tienen que ver con sus otras bandas.
«Es medio inevitable y a la vez estas como buscando, no zafar, pero no cerrarte. Tratar de pasarla por otros lados y por ahí ya te funciona con otra cosa que no está muy alejado nunca de lo que venimos haciendo. Hay canciones como «Negro siglo XXI», «La mecha» o «Ira», que sí son distintas, pero lo demás es medio que caemos siempre ahí», explica Edu.
«La mecha» es un trap que desde su letra no busca atacar a los nuevos ritmos, sino destacar que no importa el género, lo importante es lo que se dice: «Puedo cambiar de ritmo pero nunca la protesta».
«Nosotros tenemos hijos jóvenes. El rap surge un poco de eso, no bardear al trap y a los jóvenes, sino hacernos un poco cómplices –explica Edu-. Nos encanta lo que están haciendo los pibes con toda esa historia. Yo personalmente lo veo a mi hijo por donde se mueve, las cosas que escucho y hay algunos artistas que son buenísimos. Son pibitos y la verdad que es muy admirable. Es una parodia, nosotros nos estamos poniendo como los viejos de mierda diciéndole a los pibes lo que tienen que hacer, y nos dan vuelta cinco veces», se sincera el bajista.
«Vos pensá que esa música por ahí le llega a los pibes –dice Gaviota-. En los barrios humildes por ahí no escuchan mucho punk, y capaz escuchan ese tipo de música que es más popular y más masiva. Y bueno, por ahí un pibe que empieza a trapear en una villa le cambia el bocho y cranea de otra manera, porque empieza a leer, se empieza a dar cuenta cómo viene la mano. Por ahí pasa la música», dice Gaviota, que en Matarreyes canta y toca la guitarra.
Las menciones al rock y la juventud aparecen también en las canciones «Nuevas mentes» («Todo es posible cuando las pibas te enseñan a vos»), «El camino» («Nunca olvides de donde venís, nunca olvides hacia dónde vas») y «De nada sirve» («De nada sirve el rock si no es independiente del poder»). Veteranos en la escena punk, para Gaviota y Edu el nuevo proyecto es también un poco de aire fresco.
«Es un poco aprovechar de no tener esa mochila, por llamarlo de alguna manera. Y no, no pensamos en quién nos escucha, justamente se trata de eso, de poder venir a acá y no pensar en ni siquiera eso. Nos sentimos muy libres los martes, como que tenemos un momento de absoluta libertad, creo que hasta apagamos los teléfonos», destaca Edu. Para Gaviota en las otras bandas «todo funciona de la manera que tiene que funcionar y esto es algo nuevo y hay que ponerse a pensar otra cosa».
Si tener una banda de rock también termina siendo un trabajo que requiere una vía de escape, como es el fulbito con amigos, Matarreyes es para estos músicos ese espacio de libertad. «Por ahí en tres años se burocratiza y habrá que ponerse a pensar algo nuevo. Es así. Está bueno», dice Edu. Y Darío agrega: «Creo que la clave está en pasarla bien».
«Lo importante es desahogarse un poco y seguir haciendo música que es lo más lindo que hay para mi, y creo que para ellos también. No resignarse y poder hacerlo con quien sea, pero poder hacerlo al fin –reflexiona Gaviota-. Y si llega o no llega, bueno eso es otro tema, lo importante es hacerlo. Con estas cosas como la pandemia te ponés a pensar y decís: ¿Qué queda si no es pasarlo bien y poder disfrutar de un momento? Después, el resto es un detalle. Me parece que es un material que se suena todo. Yo estoy muy conforme», finaliza.