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Manal: cocinando la polenta

  • Revista Pelo
  • 3 abril, 1980

En esta nota brindamos el panorama más completo sobre el conmocionante regreso del trío Manal. Encontrarán de todo: el primer reportaje concedido, una carta de Claudio, fotos exclusivas, la lista de todo su equipamiento, imágenes de Javier en España y, además, un poster. Como para ir saboreando…

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Fuimos los primeros en conocer las noticias sobre la posibilidad de que el histórico trío Manal volviera a tocar después de 10 años. Como en el comienzo apenas eran rumores, tuvimos que contenernos para no difundir informaciones no confirmadas. Pero la idea se fue conformando, y la silueta del trío volvió a dibujarse como en los viejos tiempos. Así, fuimos dando información de los diversos pasos que llevaban a la reunión. El reportaje a Alejandro Medina, el encuentro de Javier Martínez y Claudio Gabis en Barcelona y Madrid, la compra de instrumentos en Nueva York.

Pero aún no estábamos conformes. Hasta ese momento (como lo fue en gran parte de su carrera) Manal seguía siendo un misterio, un blues neblinoso y fantasmal. Algunas versiones aseguraban que se juntarían en Punta del Este para ensayar y, sobre la fecha del recital, saltar sobre Buenos Aires. No fue así: desde principios de abril Manal está —por fin— completamente reunido en Brasil. Con los contactos y conocimientos que Claudio tiene en ese país después de residir durante tantos años, era como obvio que allí estarían cómodos. Pero, ¿también estarían tranquilos? Tal vez, no. Para asegurarse ese necesario plácido ambiente de reencuentro, los productores de esta “vuelta” les alquilaron una hermosa casa en Terezópolis, un pequeño pueblo residencial a 100 kilómetros de Río de Janeiro.

Hasta allí viajaron Javier y Claudio, con todo el equipamiento nuevo, junto al productor Pedro Pujó. Poco después, desde Buenos Aires, llegaba Alejandro Medina: después de 10 años Manal se reencontraba, ensayaba, renacía el misterioso blues de Buenos Aires bajo el sol tórrido de Brasil.

Muy pronto tuvimos las fotos, las imágenes que reflejaban la alegría del encuentro, los ensayos con la impresionante batería de Javier, una foto color para nuestro poster. Pero Manal, además de música e imagen, siempre fue, principalmente; inteligencia, ideas; fueron los que pensaron el rock, además de tocarlo. Por eso, aunque teníamos muchos elementos para hacer una buena nota, nos faltaba lo principal: hablar con ellos, que ellos contaran cómo es este regreso. No era fácil. En Terezópolis, la casa donde ensayan no tiene teléfono. De algún modo, además, se propusieron concentrarse en su trabajo y no conceder entrevistas. Hablamos a nuestros contactos en Río y, finalmente, Claudio nos prometió que el viernes 11 bajarían todos juntos a Río para llamarnos por teléfono y concedernos el primer reportaje exclusivo del grupo. Cumplieron. Lo que aquí se cuenta es un extracto sintetizado de aquella conversación. Obviamente en la factura de Entel tendrá un poco más de volumen.

Manal

Javier Martínez en la línea

Uno esperaba encontrarse, después de tantos años, con la voz metálica de “una casa con 10 pinos”, con el tono cortante y seco de uno de los músicos más rigurosos del rock argentino. Pero Javier estaba de fiesta, tenía una alegría tan desbordante por toda esta historia, que en lugar de responder a preguntas las hacía él, No obstante, con algo de esfuerzo, pudimos ponernos de acuerdo y reubicar la conversación en el camino necesario:

Danos una síntesis, Javier, de lo que fue tu trabajo en España en todos estos años.

Javier Martínez: Luché por el rock en castellano. Esa frase sintetiza todo mi esfuerzo en los años que estuve afuera de la Argentina. Hice muchas cosas. Pero ésa es mi verdadera síntesis. Y la palabra lucha está exactamente puesta.

¿Por qué tuviste que luchar en un país donde cantar en castellano es más bien obvio?

J. M.: Porque cuando yo decía que en la Argentina nosotros habíamos no solamente cantado rock en castellano sino, además, creado un fuertísimo movimiento con todo eso, los españoles creían que estábamos todos locos y que yo era un astronauta en España. Todo fue muy duro.

¿Esa batalla, esa dureza, para penetrar con la música en español fue para todos los argentinos igual?

J. M.: Para algunos más, y para otros, los que llegaron últimamente, fue más liviano. Yo creo que el mío es el caso más fuerte: yo soy el músico de aquel movimiento que más tiempo estuvo en el extranjero. Muchos llegaron a España creyendo que era algo fácil; casi todos siguieron de largo: a nadie le gusta pagar el derecho de piso. Pero a mí me gusta lo difícil, los desafíos. Y me quedé. Y toqué la batería, y canté, y formé grupos. Pero durante muchos años no pasó nada. A partir del ’76 los españoles empezaron a abrirse al rock en castellano.

Desde ahí en adelante yo tenía una oferta de la Belter para grabar un long play y lo que quisiera. Pero, sinceramente, no tenía o, mejor dicho, no encontraba mi grupo. Ahora me doy cuenta de lo que pasaba: lo que yo quería era tocar con argentinos. O al menos, con el sentimiento con que los argentinos sabemos tocar el rock.

¿Pensás hacer eso próximamente en España?

J. M.: Bueno, mirá, en este momento las cosas no están demasiado definidas, porque lo principal es la vuelta de Manal a la Argentina. Pero quisiéramos tener una base argentina para tocar en España.

¿Esa base podría ser Manal?

J. M.: Sí, ¿por qué no? Si es Manal, matamos. Hace mucho que deberíamos tener un Manal internacional. O cualquier grupo argentino internacional. Nosotros tenemos mucha polenta, nuestra música es de verdad, no es una copia. Es totalmente argentino. Cuando vivís mucho tiempo en el exterior, como en mi caso, te das cuenta de eso. Los músicos de rock españoles quieren ser sinceros, pero les falta mucho.

Nuestra música, en cambio, hace diez años, o más, que es totalmente auténtica. Necesitamos ser internacionales, lo nuestro tiene valor. Además nos conocen, saben que lo nuestro es algo grande y conciso, pero nunca nos pudieron escuchar en forma completa y en diversos estilos. (La redacción pide disculpas por la vanidad de transcribir las siguientes palabras de Javier:) ¿Sabés quiénes son los únicos que hicieron algo grande a nivel internacional?

No, ¿quién?

J..M.: Ustedes, toco, Pelo es el único elemento que llevó el rock argentino al exterior. Todos deberíamos haber hecho lo que ustedes consiguieron: atravesar la frontera. Yo compré Pelo en México, sé que está en otros países también, y la leía en España.

Gracias. Ya que estabas informado por intermedio de la revista, ¿qué impresión te ibas formando del desarrollo del rock en Argentina?

J. M.: Bueno, además de leer, también escuché, porque recibí muchos discos. Creo que ha habido un gran progreso técnico. Y tal vez haya más cantidad de buenos músicos. Pero a veces leía cosas apresuradas: declaraciones de ciertos músicos que aseguraban que antes todo era más fácil. Eso es falso: antes, en los comienzos del rock argentino, todo era heroico: los instrumentos, el sonido, los músicos y el público. Pero, de todos modos, yo estoy aquí, bien ubicado, y no me quedo en el pasado; me gusta cómo evolucionó el rock de la Argentina.

Durante ese lapso de evolución, ¿las cosas también mejoraron en España?

J. M.: ¡Pero, por favor, muchacho, mire lo que me pregunta! Vos sabés que en España la gente quiere hacer las cosas bien, pero les falta todo lo que nosotros vivimos. Por eso triunfa Moris allá, y por eso Aquelarre pudo hacer lo suyo. En Argentina corremos más de acuerdo con la velocidad de nuestro tiempo porque hace mucho que estamos entrenados. Eso espero comprobarlo personalmente dentro de algunas semanas; tengo ganas de escuchar grupos de rock argentinos, bien argentinos…

¿Qué opinión tenés de la grabación de temas de Manal y otros autores argentinos por parte del grupo español Sissi?

J. M.: Los escuché.

¿Cómo creés que será la recepción del público cuando vuelva Manal?

En la Argentina tenemos un público super exigente. No son fans, son inteligentes. A veces, ni a nosotros nos perdonaron. No viven de ídolos. Eso lo sabemos todos. Inclusive los extranjeros: los argentinos no aplauden porque sí. Así que si me llegan a aplaudir como antes para mí sería, un super premio. Pero antes quiero que me escuchen.

¿Vos pensás que hay gente que puede haber olvidado a Javier Martínez?

– Sí, claro. Inclusive otros ni siquiera me conocerán. Pero yo quiero que me escuchen ahora, tocando la batería ahora. Quisiera que fueran a escuchar la música que nació en Buenos Aires diez años atrás, sobre todo aquéllos que no lo vivieron.

¿Van a tocar los temas tradicionales de Manal solamente?

No, también vamos a hacer cosas nuevas que estamos ensayando en este momento. Cada uno de nosotros va a presentar algunos temas. También habrá algo instrumental. ¡Algo muy candombero!

¿Todavía seguís creyendo en la posibilidad de confluencia de candombe y blues?

Sí, claro: todo es afro. Pero además la confluencia es el Río de la Plata. Antes de viajar estuvimos hablando mucho con Moris. Hicimos una gira de presentaciones en España. Y llegamos a la coincidencia de que muy pronto, naturalmente, le vamos a dar un nombre a nuestra música, algo que nos identifique a todos los que hicimos y hacemos este rock y blues del sur de América.

¿Qué querés decirle al público que asistirá al regreso de Manal?

J. M.: Que tengo muchas ganas de tocar para ellos.

Manal

Claudio Gabis en la línea

Con Claudio la conversación es menos emocional: cada cuatro o cinco meses estamos hablando con él personalmente, o tenemos algún tipo de contacto. Casi todos conocen su carrera. Y aunque no reside en la Argentina siempre fue como si estuviera presente. Por eso la conversación es más breve. Además, todos querían que hablara Javier, el que necesitaba contactarse con la Argentina. La conversación con Claudio fue ésta:

Claudio, ¿vos fuiste el motor de esta reunión?

Claudio Gabis: No creo que haya habido un motor especifico de generación, pero puedo asegurar que yo, al menos, di y me di mucha máquina.

Vos siempre fuiste un teórico del rock argentino; ¿cuál es tu impresión del reencuentro de Manal, su significado?

C. G.: Para mí es una reactivación de cosas pasadas que nunca tuvieron un final. O al menos tuvieron un final circunstancial. Por supuesto que hay un “revival” de muchas cosas dentro del rock, y particularmente en este momento en la Argentma. Pero hay otro “revival” menos visible, que es el del sentimiento de aquellos años: queremos volver a tener nuestra música bien clara e identificada. Tal vez porque viajan tantos músicos internacionales a la Argentina, éste sea el momento preciso en que nosotros necesitamos buscar más nuestra identidad.

¿Cómo será el Manal que veremos en Obras?

C.G.: Aunque suene ridículo, será el mismo pero distinto. El mundo es otro hoy, diez años después; los integrantes de Manal son los mismos, pero el mundo de Manal hoy es distinto. En este tiempo cada uno hizo sus coss, su música, sus viajes por el mundo. Somos aquéllos del ’70, pero diferentes: eso lo vimos en los ensayos de estos días.

¿Cuál creés que será el tema que la gente está esperando con más fervor?

C. G.: No sé, ojalá que el que más les guste sea alguno nuevo. Eso nos demostraría que estamos tan vivos como nosotros, hasta el momento, sentimos que estamos.

¿Qué esperás del público?

C. G.: Espero que todos la pasemos bien. Yo no quiero aburrirme. Estoy dispuesto a vivir plenamente la música, más que a revivirla. Ojalá que el público sienta lo mismo.

Manal

Alejandro Medina en la línea

El bajista de Manal había sido, durante todo este tiempo, el contacto más cercano con la posibilidad de reunión. Pero, también por estar aquí, lejos del núcleo de la decisión final (España), el que tenía las informaciones más difusas. No obstante, puede asegurarse que Alejandro es el que más disfruta la alegría del reencuentro. Frontal y directo, el bajista de Manal parece más contento de reencontrarse con sus viejos amigos que con sus colegas en la música.

¿Cómo fue el encuentro, Alejandro?

Alejandro Medina: Impresionante. Somos los mismos de siempre en el nivel humano, que es lo que más importa.

¿Pero en la música, como van?

A. M.: Estamos con una polenta impresionante. Parece que no nos hubiéramos separado nunca. Todo ésto es muy divertido. Es la palabra más exacta que se me ocurre. Yo me siento muy bien con Claudio y Javier: estamos pasando unos días bárbaros. Creo que estar ensayando aquí en Brasil va a ser bueno para el resultado final en los recitales de Obras. Estamos cocinando la polenta.

¿Qué es lo que están ensayando, precisamente?

A. M.: Bueno, en realidad, además de hacer grandes tramos instrumentales estamos haciendo casi todos los temas que el público debe recordar: “Avellaneda Blues”, “No hay tiempo de más”, “No pibe”. No sé cuántos más: vamos haciendo todo de manera de refrescarlo. Todavía no empezamos a darle un ordenamiento específico para el concierto.

¿Y los temas nuevos?

Hay uno que estamos haciendo en estos días que se llama “Sol del sur”; es un tema que Javier compuso en España pensando precisamente en esta reunión. También estamos preparando un tema mío que se llama “Jugador”; yo creo que todas estas composiciones van a ser muy bien recibidas por el público.

Vos que sos el que petmaneció más tiempo en Buenos Aires desde la separación; ¿cómo ves este regreso?

A. M.: Me parece que en este momento hay una vuelta de la polenta que tenía todo el movimiento en los primeros años de la década pasada. No es casual que nosotros y otros hayamos vuelto a tocar. Estamos necesitados de nuestras propias raíces, saber que todo está fresco y presente, que inclusive lo que todos hicimos está en la mente y en el corazón de los pibes que no podían asistir a los recitales en la época legendaria del rock argeniino. Ahora todo es más grande y quizás por eso necesita un poco de la vieja fuerza, de la vieja mística.

Manal

El equipo pesado

Diez años después veremos sobre el escenario de Obras un Manal renovado, no sólo por las experiencias que reunió cada uno en ese periodo, sino también por el enorme arsenal técnico que el trío desplegará en sus actuaciones. El flamante equipamiento fue adquirido en Nueva York por Gabis y Martínez, y se compone de los siguientes instrumentos.

Batería y accesorios: una Ludwig color blanco, modelo 2021, compuesta de trece cascos. Dos bombos, dos tomtoms de pie, diez tom-toms flotantes, y tambor de Ludwig Super Sensitive. Seis platillos Avedis Zildjian de las siguientes medidas: 14”, 16”, 18”, 19”, 20” y 22”. El charleston es Paiste 2002 de 14”. Los pedales de los bombos son Speed King.

Guitarras y accesorios: una guitarra Gibson Les Paul Artist y una acústica Ovation 1617. MXR 10 Band EG, MXR Analog Delay, MXR Stereo Chorus, Korg GF6 Tuner, MXR Phase 100, MXR Dyna Comp. KorgX-911,Korg X-911 Stand. Un amplificador Accoustic. MXR Noise Gate y un metrónomo.

A esta lista hay que agregar todo el equipo con que cuenta Alejandro Medina en Buenos Aires, aunque él también tiene sus cositas, como un sintetizador para incorporar al bajo que reproduce secciones de cuerdas.

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