Lucy Patané es, sin lugar a dudas, un nombre de referencia dentro de la escena local del nuevo milenio. Pieza clave de innumerables proyectos, la joven veterana del under acaba de lanzar su primer disco. Con el LP todavía caliente y previo a los conciertos de presentación, Corriendo la voz entrevistó a la artista de múltiples rostros.
Lucy brilla. Irradia luz en uno de esos mediodías en los que la primavera se cuela entra las montañas de hojas secas del otoño. Desayunamos en un café típico en pleno Almagro y charlamos largamente sobre el disco, sobre las génesis de las canciones, los procesos creativos y la actualidad de la escena. Lucy encuentra con claridad el hilo que conecta mucho de su impronta como artista y los días de su infancia en Bernal, una casa llena de instrumentos, donde sonaba Paquito D’Rivera tanto como la Mahavishnu Orchestra o heavy metal. Lucy recuerda las Pascuas en que despertaba y encontraba pequeños papeles con pistas para llegar al objetivo final: cada pista conducía a otra, a otra y a otra, hasta dar con el preciado huevo de chocolate. Esos laberintos, repletos de enigmas, son los que replicó la Lucy Patané adulta, ya a un par de bondis de la zona sur, para desembocar en Lucy Patané, el disco. Las pistas no fueron papeles sino sonidos, tomas, retomas, errores, pruebas, explosiones mentales, hartazgos, miedos, angustias. El huevo de chocolate: 12 tracks para darse un atracón. “Estoy muy fan de mi disco. Nunca me pasó eso. Los discos que hice de mis bandas, los amo y los amé, pero siempre después de terminarlos no los quiero escuchar por mucho tiempo. Pero este nunca dejé de escucharlo. Me gusta. ¡Me encanta!”. Lucy está felíz: ha sido parte de decenas de proyectos que incluyen La Cosa Mostra y Las Taradas, es parte de los proyectos de Paula Maffía y Diego Frenkel, pero su primer disco solista, esa tardía expedición hacia el fuego interno, parece ser lo que andaba buscando.
Hace años que tocás, tuviste muchos proyectos y colaboraciones, sin embargo, recién ahora sale tu primer disco en formato solista. ¿Cuál fue el clic para que salga este disco ahora?
LUCY PATANÉ: Había empezado a sentir un poquito de insatisfacción en todos los proyectos en los que estaba. Todos eran buenísimos, pero sentía que en ninguno estaba terminando de poner toda la data. Siempre había algo que me quedaba prendido fuego adentro, como que no correspondía en ningún proyecto. Y eso me empezó a generar insatisfacción, estaba bastante molesta con todo. Empecé a sentir que quizá era el momento de plasmar todo eso en un disco. Un poco el clic fue eso. Mene [Savasta], que es mi amiga hace muchísimos años, fue quien de alguna manera, todas esas ideas y deseos un poco abstractos, los ordenó y le dio la forma de que eso podía suceder, que podía ser un disco, que no estaba tan lejos de hacerlo. Después me tomó dos años grabarlo y que quede en realidad como yo quería, que ahora que lo pienso fue un proyecto tan increíble que es cómo: “¿cómo no lo hice antes?”. Ahora lo quiero hacer un montón de veces más.
¿Esa insatisfacción que mencionas es la que te llevó a hacer el disco prácticamente sola?
LP: A mí me gusta, antes de hacer cosas, ponerle títulos. “Voy a hacer un disco en el que voy a grabar todo y voy a hacer todo sola”, como algo heroico. Y lo cierto es que empecé haciéndolo completamente sola en el estudio: la parte técnica, tocar… y no me fluía en absoluto. Prince lo hizo, yo me sentía sola en mi estudio de Boedo, empecé a sentir que no la estaba pasando bien. Ahí empecé a llamar a Tomás Campeone, que es asistente en el estudio y me empezó a funcionar mucho, porque yo podía hacer todo lo que quería: tocar, buscar un audio, pero siempre con un par ahí que me timoneaba un poco el barco. Pero sí, fue una decisión querer grabar lo máximo que pudiera, porque también es lo que sé hacer. Porque si no es traducírselo a otra persona. Lo intenté en su momento, y fue como “no, esto ya lo hago en otros proyectos”. Acá quiero poner todo lo que sé hacer, lo que soy.
Prolijo pero power
“En su noche toda mañana estriba: de todo laberinto se sale por arriba”, escribe Marechal, entre versos dedicados a María Zoraida Barreiro, su esposa. Lucy va a contrapelo: sus laberintos son cubiertos, sólo queda encarar y buscar, girar a un lado y al otro, y tachar, romper y pegar. No bastaba con que las canciones queden bien, Lucy necesitaba que la incomoden. “Hay un track que se llama La Osa en la Laguna, que casi lo dejo afuera: es una melodía que es linda, pero no me pasaba nada, era un track lindo de folk. Hasta que en un momento agarré unas voces de unos demos que tenía y las puse, y en un momento dije ‘esto necesita una batería’: puse un solo micrófono en el estudio y todo eso que se escucha es una toma, una freakeada. Y dije ahí está, ahora me incomoda, ahora me gusta», señala Patané.. En esa tarea de descifrar enigmas para llegar a la meta Lucy admite que necesitó “otros colores”. Ahí aparecieron los aportes de Juan Ignacio Serrano (a.k.a. Juanito el Cantor) en el estudio y en ese arcoíris también se puede escuchar a Melina Xilas, Mene Savasta y Carola Zelazchi (que conforman su banda); y a Pedro Bulgakov, Rosario Baeza, Juan López Peña y Sofía Naara Malagrino. El responsable de ecualizarla paleta de colores –y de Lucys– en la mezcla fue Brian Iele, que tuvo que interpretar el laberinto Patané para alinear “dos mundos muy diferentes”. El veredicto: “Suena como me parece que tiene que sonar: prolijo pero power”.
El disco viene después de muchos años, pero vos también tenías grabaciones previas: composiciones para películas, el disco con Marina Fages, que fueron proyectos más personales. ¿En qué se diferencian de estas canciones que grabaste para el disco?
LP: En este no tuve que componer con nadie, no tuve que pensar “esta composición sirve para”. Fue como… tengo la cancha libre para poner todas estas ideas que fueron armando maquetas y maquetas en la compu, y es puramente Lucy dialogando con Lucy. Yo creo que en eso se diferencia. No es que las otras composiciones están condicionadas. El disco con Marina fueron composiciones que fueron hechas en el momento mientras armábamos el disco, mucho se compuso desde la atmósfera que armábamos entre las dos. Acá, libertad total, el estudio disponible con todos los instrumentos disponibles, los arreglos que a mí se me daba la gana hacer. Solamente me tenía que buscar a mí, esa es la diferencia. No fue igual tan fácil el proceso, o sea, yo estoy re copada con el disco, lo amo, pero sufrí también, un montón, me pareció que no iba a terminar más, que no iba a encontrar estos detalles que a mí me hacían cerrar los temas, al principio sufrí un montón estando sola en el estudio, con frío (risas). Fue un proceso difícil, pero muy libre.
Las canciones del disco, ¿qué cuentan, de dónde surgen?
LP: Para mí las canciones nacen en el momento en el que sucede la situación de lo que va a hablar la canción luego, es un mensaje medio oculto que queda encriptado en esa situación, que uno recuerda. Después uno compone, y con la producción traduce de alguna manera todo eso. Yo lo vivo así el proceso creativo. Hay algo que para mí fue muy clave, y es que a mi papá le gusta mucho el cine y me hacía ver muchas pelis. “Bueno hoy vamos a investigar a este director”: tres semanas de ver esas pelis. “Hoy vamos a ver cine ruso…”. Las películas son muy importantes a la hora de entender que las imágenes de situaciones me pueden generar melodías. Las mayorías de las canciones parten un poco de eso. Y muchas otras del humor. En Toneles, aunque no lo crean, que es una canción que parece muy dramática, fue un chiste que yo le hice a una persona que estaba llorando todo el tiempo, no paraba de llorar. El humor como manera de manifestarse en la música para mí es fundamental. La verdad que no sabía que podía hacer canciones. Siempre me parecía que podía hacer canciones de chiste, graciosas o instrumentales, que ese era mi palo. Y también, bueno, me empezaron a pasar cosas en la vida, relaciones, muchas son letras de amor, de amantes, de desamor, de corazón roto. Son canciones un poco también privilegiadas: reconocer eso también me fue difícil, entender que hay personas que también manifiestan desde el arte problemáticas que las atraviesan que son muy pesadas.
¿Cómo convivieron la Lucy música, la productora, la técnica?
LP: Creo que la Lucy música y la productora se fueron poniendo límites a cada situación. Fue fácil por muchos momentos porque por supuesto es el mismo lenguaje que manejo, soy la misma persona. Y por momentos también fue bastante difícil porque una vez que yo doy todo en una toma, después de alguna manera es poner la oreja para entender si técnicamente ese audio está bien, si es el audio que quiero, si se arma la atmósfera – ahí Lucy productora-. Y la Lucy música, muy relajada, “déjalo así, está todo bien”. Como que se fueron empujando a los límites. No fue fácil porque fueron muchas cosas a atender: ejecutar una buena toma, que quede un buen audio, que quede espontáneo, busqué mucho eso. Hay cosas de primera toma, no quería pinchar, editar. La intro de Aterrizaje que es con la de 12 cuerdas, eso es una toma entera, por ejemplo. Necesitó 80 tomas para que quede esa, que a mí me parece increíble, la escucho y no puedo creer que hice una toma así. Entonces ahí están todos los roles: la Lucy música que da todo para ejecutar un instrumento y romper, y Lucy productora del otro lado que dice “ya diste 50 tomas, hoy no va a salir, ya está”. Fue difícil la convivencia entre las Lucys pero todas sabían los límites y todas sabían dónde empujar a la otra. Un buen equipo (risas).
Una, dos, cien Lucy Patanés
Distintas facetas se esconden detrás de su versión más conocida: la guitarrista de rock, virtuosa, velocista, rockera. “Yo digo que hago rock cuando el señor del Uber me pregunta qué hago, como para simplificar, digamos”. Su componente de rock –ese significante vacío que fue llenado hasta por la Iglesia evangélica- lo define más desde una manera de expresar el arte que uno lleva adentro, que desde una suma de guitarras y distorsiones. “Por debajo de lo que hoy se supone que es rock, ahí hay rock realmente, hay un montón de monstruos que estamos rockeando hace tiempo”. Aunque podríamos definirla, sin arriesgar demasiado, como la mejor guitarrista de la escena nacional, su temprano ingreso a la música estuvo marcado más por el bajo y la batería. “Nunca le di mucha bola a la guitarra”, admite. Su primer banda fue Sangre Azul, su banda del colegio que mantuvo desde los 9 hasta los 13 años. Lucy era bajista. Antes, a los… ¡5 años! ya había comenzado a aprender batería, su instrumento favorito. “La batería es un instrumento que por lo menos en mi cabeza funciona primero”: de ahí parten muchas de sus canciones. Lucy describe su proceso de producción con precisión táctica: “las guitarras son, que guía, y el bajo y las batas son como los soldados que empujan, pero van adelante. Las guitarras la parte inteligente son las que conducen ahí un poco para dónde ir. Y la voz está solamente sintiendo y expresando”.
Aunque su disco circule por la plataforma, reconoce a Spotify como “el mayor enemigo de todos”. El consumo líquido que propone genera para ella un hábito perjudicial. “Me parece que desarma y desarticula, genera un desmembramiento en los discos que para mí es terrorífico. Muerte a Spotify», dice y nos sumamos al coro.
Son meses de una producción muy rica de discos: salieron discos nuevos de Paula Maffía, Marina Fages, Rosario Bléfari, Marilina Bertoldi, entre otros, y en los que se debate por el proyecto de Ley de Cupo, para enmarcarlo en una escena independiente liderada por mujeres. ¿Cómo ves el momento actual de la escena en este momento?
LP: Bueno, todas las pibas que acabas de nombrar venimos hace tiempo. Está bien que este es mi primer disco, pero venimos hace 15 años más o menos en esta escena. Ahora tiene un poco más de visibilidad, pero porque también eso lo estamos haciendo nosotras, ninguna se baja del barco, todas seguimos sacando discos, tocando y por supuesto que ahora el foco se abrió más, y me parece que está sucediendo un poco que las mujeres tenemos un montón de cosas para decir, artísticamente también, desde ese lugar. Creo que se le está dando un montón de espacio, es una voz muy fuerte. La ley de cupo por supuesto es un parche, no debería ni de existir, es ridículo. ¿Nos interesa ocupar el espacio que se podría generar con ese 30% en el Cosquín? ¿O armamos nuevos espacios? A mí me excita más y me parece mucho más romántica la idea de empezar a crear nuevos espacios, y hay mucha gente que también consume ese arte que se podría armar esta nueva movida que de hecho ya se está armando. Por supuesto no tienen la masividad de estos mega monstruos, que siempre fueron así. Pero sí me parece muy importante generar una nueva vía. Yo siempre digo que mis referentes son mis colegas, en realidad, y la mayoría son mujeres. Paula es mi compañera de proyectos hace más de 14 años. Las She Devils son mis referentes número uno, las vi cuando tenía 14 años y casi me muero. Marina también es mi colega con quien hicimos El Tronador, el disco juntas, hicimos [la disquería] Mercurio, giramos por Europa dos veces. Me parece una escena recontra power la que se está armando, y sí, está liderada por mujeres, para mí.
Contanos un poco de La Banda de Lucy Patané
LP: Empecé a darme cuenta que tenía que salir a tocar, empezar un poco a fogonear los temas que se estaban armando ahí en mi estudio, con personas. Primero había pensado en un par de músicos con los que yo suelo siempre tocar, por una cuestión de entendimiento rápido a la hora de tocar, pero de repente vi a Carola Zelaschi que estaba grabando su disco en el estudio de Pedro Bulgakov y me llamó mucho la atención, y la empecé a investigar. No la escuché tocar la batería en verdad, escuché esas magias que tenía colgadas en YouTube. Yo dije: “esta piba quiero que toque algo conmigo”. Sabía que tocaba la batería. Con Melina Xilas ya me había juntado, salí un par de veces en dúo a tocar con ella en saxo. Es una persona que conozco hace 10 años, tenía ganas de hacer algo diferente, se había comprado justo un pedal para procesar el saxo. La figura del bajista me parecía la más difícil. Todo esto que te estoy diciendo siempre lo hablo con Mene, que es como mi gurú, y le dije: “boluda, los bajos que hacés en tus temas están buenísimos, ¿no querés ser mi bajista?”. Y para Mene fue un desafío gigante, nunca ofició como instrumentista, nos encanta decir que es el bajista, porque toca las líneas del bajo, aunque en verdad está tocando el sinte. Y lo más hermoso de todo que, para mí ahí cierra todo, es que ninguna de las tres se conocía entre sí, y se aman. Ahora Mene va a abrir una presentación del disco de Carola, Meli grabó en el disco de Carola, se hicieron muy amigas, y hay un espíritu que es inquebrantable entre ellas y conmigo, entonces, no tengo dudas que esa banda es La banda de Lucy Patané. Son las tres rockeras de la vida, y son unas músicas del re carajo, y están muy dispuestas también a interpretar toda esta cosa tan personal que yo hice en el estudio, y aportan también su color.
¿Qué sigue para Lucy Patané? Girar con el disco por todos los lugares posibles. ¿Ya piensa en un segundo disco? “Supongo que en algún momento empezaré a sentar a ver qué hago… mentira, porque nunca planifico, es más como una necesidad de hacer, de incomodidad”. Habitar la incomodidad como única fuga posible, podría ser casi una máxima, una escapatoria a los espirales del aburrimiento, tanto en el arte como en la vida cotidiana. Podemos apostar que el equipo de Lucys, arquitectas de laberintos, seguirán levantando paredes y recorriendo caminos en busca de esa incomodidad fundante.