Renaciendo de los escombros de la crisis, Calamaro vuelve al ruedo con un álbum, «Nadie sale vivo de aquí», una banda poderosa y compacta y muchas ganas de hacer las valijas para ganarse el mundo. Este sólido rockero argentino no le teme al fantasma de la moda y graba la música que ama y siente, sólo pide la oportunidad de ser escuchado. Estas son algunas de sus opiniones y la descripción tema por tema de este raro y excepcional disco. Escribe: Juan Manuel Cibeira
El caso de Andrés Calamaro resume todas las contradicciones que pueden surgir entre un artista y la industria musical. Músico prolífico, Calamaro ha tenido una trayectoria brillante, en la que se destacó como compositor, intérprete y productor. Sus composiciones para los Abuelos de la Nada se transformaron en rotundos éxitos de venta y popularidad; idéntico resultado tuvieron sus producciones para Los Fabulosos Cadillacs y Enanitos Verdes. Cualquiera de estos logros hubiera alcanzado en un país desarrollado para proveerlo de gloria y dinero en cantidades suficientes, pero el tercer mundo tiene estas cosas… Calamaro aún no consiguió que se le preste la atención que merece su carrera solista. Y se la merece porque sus álbumes ya alcanzaron un nivel interesante de maduración artística. Tal vez el principal obstáculo se encuentre en su propia renuencia a intentar cualquier cosa que se le parezca a la moda u onda pasajera. El es un hijo del rockanroll que jamás renegará de su condición. Su anterior disco solista —»Por mirartte»- está cargado de energía rockera, pero también de agradables baladas que recuerdan aquellas primeras melodías pop de la música nacional. El disco se vendió bien, pero no alcanzó a ser un gran éxito, lo suficiente como para seguir intentándolo. Y Calamaro no se rinde. Otra vez reunió a su banda y grabó un disco fuerte, intenso y bastante extraño también. «Nadie sale vivo de aquí» es el último Calamaro de la fila, una producción en la que vuelven a brotar las marcas familiares, las obsesiones y las preferencias de este rockero argentino. Estamos sin duda ante un disco sorprendente, inquietante y, como todo lo que Calamaro hizo solista, sin ninguna concesión a la moda.
HISTORIA RE-DENSA
A los 28 años, Andrés Calamaro tiene muy claro lo que quiere ser como artista y como persona. Ásume todas las contradicciones de la creación, las mismas que pueden llevarlo a encarar un rockanroll abrasivo, pasar a una balada super cool y terminar con un relato épico como «Dos Romeos». A veces se siente como un músico maldito, una especie de Tom Waits vemáculo que sigue haciendo buenos discos de la música que ama aunque nunca calce con «la onda» del momento. Quizás por eso tiene posiblidades de sobrevivir.
«Nadie sale vivo de aquí» tiene una historia re-densa, un título que se justifica plenamente. Veamos por qué: «El disco lo empezamos a grabar en marzo-abril de este año. No hace falta mucha imaginación para ubicarse: la pesadilla estaba en marcha. Fue raro, muy raro grabar mientras todo a nuestro alrededor —la realidad fuera del estudio- se desmoronaba. Yo había estado en marzo en Méjico, venía de otra atmósfera, de pasar por Los Angeles y cruzarme con Tom Waits…»
El desmoronamiento se transformó en un terremoto, la hiperinflación y el caos social parecían arrasario todo, y ocurrió. Así quedó congelado el disco, y atrás varios proyectos de producción muy interesantes, como el nuevo disco de Memphis también arrasado por la crisis.
LA CONDICION DIVINA
Entonces, este Calamaro se sintió atrapado en la ¡lógica situación de tener un disco terminado que no llegaba al público. La banda armada, toda la calentura por salir a mostrar lo nuevo, comenzó el desinfle. Un lento relajamiento autoimpuesto por la locura colectiva. «Fue muy duro», recuerda Calamaro, «Una banda armada y lista para salir al uedo, viendo pasar el tiempo sin poder hacer nada. Y el disco que no salía, por un momento parecía que la historia de la música se terninaba ahí, al menos en lo que se refiere a los disens. Música siempre hay.»
«Ahora salió , ¿os recalientes ¡» tocar, por mu- -«$ta pasión acumulada y Contuimua. Creo que lentamente me voy acercando a la madurez creativa, hay más equilibrio en todo, aunque puedan aparecer canciones muy diferentes entre si. Además hicimos un disco que tiene un sabor muy latinoamericano, que seguramente va a pegar en lugares como Méjico».
Es hora de empezar de nuevo. Armar las valijas y prepararse para volver a la nta, a las reuniones de prensa, a la promoción en televisión. Un circuito repetido, una rutina que no por conocida puede ser omitida. Y además está el tema del éxito, de volver a intentar atrapar una vez más esa condición divina. Calamaro ya la conoce, ella pasó largo tiempo a su lado, no es novedad. «Con los Abuelos conocí el éxito con mayúsculas. La grandeza y las pequeñas miserias de un momento de gloria. No, ya no vivo por eso y creo que se nota en cada cosa de las que emprendíi ultimamente. Mi verdadera satisfacción es tener este disco, esta banda y poder tocar lo que nos gusta. Estoy seguro que ‘Nadie sale vivo de aquí» es un buen disco, muy intenso y auténtico. Va a gustar, aquí y donde podamos mostrarlo».