La Joven Guarrior es una orquesta teatral de música popular que hace más de 10 años atraviesa la escena porteña conjugando en sus espectáculos música, teatro y poesía. Llevan editados cuatro discos de su autoría: en 2008, Semana Santa, en 2010 La conquista del Desierto, en 2013 Las Invasiones Inglesas y hace un año, A lo lejos sonaban disparos. Ésta última producción supuso el fin de la etapa acústica del ensamble y el comienzo de un nuevo sonido eléctrico.
Pero además, A lo lejos sonaban disparos se transformó en un espectáculo teatral, dirigido por Juan Parodi, en donde los músicos son personajes, las escenas se suceden acto a acto y la escenografía, la iluminación y la dramaturgia están al servicio de sus canciones con mucho sentido del humor. Corriendo La Voz tuvo la oportunidad de entrevistar a La Joven Guarrior y preguntarles más acerca de su propuesta artística multifacética que no te podés perder.
-¿Cuál es la brecha que existe entre la realización del disco, como obra musical, y su versión teatral? ¿Creen que hay un proceso de realimentación entre los formatos?
La Joven Guarrior: Nuestro repertorio es el esqueleto de nuestro sistema. Cada canción es una voz que propone un camino y nosotros vamos hacia ahí a tratar de alcanzarla. En nuestro trabajo hay varias etapas bien diferenciadas que luego se encuentran para darle vida a la representación. El teatro es una arena donde las múltiples disciplinas ejercen un diálogo. Cuando hacemos el disco, no pensamos en la presentación. Cada cosa tiene su propia vida y sus propias características.
Si, el proceso es de retroalimentación: entre las canciones, la visión global de Parodi, la magia de Ricky Sica con las luces, los textos de Lucia Panno, la escenografía que plantea Juli Sanchez Aragone y el trabajo del equipo de producción que comanda Cata Villegaz. Son muchas las personas que aportan su talento al espectáculo.
– ¿Cuál es la historia detrás del título del disco (y obra)?
JG: En principio, es simplemente una frase de la canción «Si me vieras ahora». Es una cosa que me encontré mientras recorría la selva de la caza. Una amiga sugirió que era una idea muy Mariana Enríquez y me pareció definitivamente un motivo suficiente como para aceptar que era buena frase. Hay algo de «Esperando a Godot»… es eso. Es una catástrofe que está por venir o que ya vino.
– ¿Qué rol tiene el humor en la creación artística, sobre todo en tiempos de crisis?
JG: Por momentos, ayuda a decir cosas que son muy difíciles de decir y eso es bueno. En otros momentos, dice cosas que son muy difíciles de decir y eso no está nada bueno. Hemos tenido experiencias de chistes nefastos de los cuales quisiéramos arrepentirnos tres mil millones de veces y hemos logrado resumir grandes ideas de sociopolítica con un chiste. Es un arma de doble filo.
-¿Cómo surgió la idea del cambio de sonido, de lo acústico a lo eléctrico?
JG: Fue una necesidad. Por un lado, fuimos creciendo en convocatoria y necesitando un sonido que suene aceptable en lugares más adecuados al sonido fuerte. Nuestra antigua intimidad está presente en momentos de nuestros shows y forma parte de nuestro eclecticismo natural. Luego pienso que todos los grupos creativos necesitan estímulos frente a la creación artística. Necesitan encontrarse en escenarios creativos que los desafíen y los saquen de su zona de confort. La Joven Guarrior fue una banda en 2008; luego otra en 2010 y bien diferente en 2014. Ésta no tiene nada que ver con aquellas. Lo nuestro es así.
– ¿Cómo es la relación creativa con Juan Parodi?
JG: Extraordinaria. Él es un gran esteta, una persona dueña de una sensibildad y una poética únicas. Durante toda nuestra carrera, hemos buscado un lenguaje teatral que ha alcanzado su expresión máxima desde que trabajamos con él. Nos ha llevado a otro nivel.
– ¿Qué puede esperar la gente que vaya a ver la obra?
JG: Un espectáculo diferente e inclasificable. Por momentos poético y en otros divertido. Potente y sensible. Es algo que estamos haciendo con mucho amor y coraje. Es un recital que es una obra y es una obra que es un recital.