En plena presentación de su último disco «El Regalo», charlamos sobre su nominación a los Premios Gardel, el dúo con Ulises Bueno, la importancia de la familia y los amigos, su programa «La cocina de los Calamaro» y, por último, sobre la relación con su hermano Andrés.
Nunca has dejado de tocar y estar de gira.
Javier: Claro, si bien «El Regalo» salió a fines del año pasado, por eso hay una canción que entra a los premios Gardel. En los shows que he hecho hasta la fecha, nunca toqué el disco entero. Solo fui estrenando de a poco las canciones. En la presentación tocamos el álbum casi por completo, unas diez canciones.
El fin de semana anterior estuviste en Córdoba. ¿Cómo te fue?
J: Hice tres shows en tres ciudades cordobesas. Amo Córdoba, yo voy a terminar en Córdoba. Ahí tenemos con unos amigos un montón de tierras (en San Marcos Sierras) donde vamos a hacer nuestras casas alguna vez.
¿Planeando tu jubilación?
J: Yo nunca me voy a jubilar, voy a morir en un escenario con un micrófono en la mano.
¿Cómo influyó la llegada de tu hija Sacha para la producción del disco?
J: Muchísimo. Fíjate que yo tenía la idea de algunas canciones o versiones. Pero justo antes de la pandemia, me llama Ulises Bueno para que sea el invitado en su Luna Park y ahí cantamos una versión distinta de «Quitapenas». A partir de ahí empecé a trabajar en «Quitapenas» y seguí agregando canciones. Y durante toda la cuarentena me dedique a darle forma a este disco. En el medio de todo eso (más cerca del comienzo de la pandemia) tuvimos una hija con mi mujer, con Paola, y esa hija tuvo su canción que se llama «El Regalo». De ahí del título del álbum. Eso termina de cerrar todo, fue la última canción del disco. Tiene entre ocho canciones inéditas y algunas versiones. Es un disco que tiene de todo. Los mejores invitados de mi vida: Ulises, Roberto Musso del Cuarteto de Nos, y el otro invitado es mi amigo, mi hermano Coco Sily. Y la estrella del álbum, si bien no es el tema más resonante, sí es el más emotivo: es el que le escribí a Sacha, a mi bebé.
Tiene muchos ritmos.
J: Es que de alguna manera, ése es el bagaje con el que yo cargo. Ésa es la herencia por haber hecho tantas grabaciones. Por haber hecho discos de tango, por haberme juntado con tanta gente, por haber cantado con folcloristas muy grosos también. Y, por supuesto, con muchos artistas digamos de algo más tropical, como cumbia, cuarteto. Todo eso está impregnado en este disco. Pero con un nivel de composición muy alto.
Volviendo a «Quitapenas» y a Ulises Bueno, ¿ya habías trabajado con él antes?
J: Mi reunión con Ulises, a quien yo no conocía, fue una idea de un productor cordobés. Un día me llama Matías y me dice «¿Te gustaría cantar con Ulises en el Luna Park?» Y sí, obvio. Y me llama Uli y me pide si podía cantar en un set de rock que hacía en medio de su show. Y yo le dije: «hago lo que vos quieras encantado, para mí es un honor. Pero lo único que te pido es que probemos una versión de ‘Quitapenas’”, porque yo venía con una idea de reversionarla. Le mandé una idea que era medio punk rock. A lo cual con su banda, que son tremendos músicos, la adaptaron y quedó medio cuarteto. Yo lo que escucho es tal vez una versión media tropical, el cuarteto es una música medio tropical como la cumbia. Entonces ahí se me prendió la lamparita y dije “no solo voy a grabar esta versión, sino que la voy a grabar media cumbia, media tropical y media rockera también. Al mes siguiente grabamos las voces y estuve todo el tiempo de cuarentena, entre otras cosas, armándola. ¿Con quién la grabamos? Lo llamé al productor de Malafama, no es que yo me puse a hacer cumbia. La versión ésta tiene mucha guitarra de rock and roll y tiene una base de cumbia, que la hice con los tipos que más saben de cumbia, Los Malafama, y la voz del príncipe del cuarteto actual, que es Ulises. Uli también vino, con su familia, a mi programa «La cocina de los Calamaro».
Con respecto a «La Cocina…» en ese proyecto se te ve muy conectado con la familia, con lo lúdico, con el poder disfrutar de la vida y del amor. ¿Te sentís así, que te estás divirtiendo y pasándola bien?
J: Es un juego que nunca tiene que acabar, por un lado. Pero yo diría que más que con lo lúdico, con las emociones a flor de piel. Cómo te puedo decir… durante la pandemia yo hice muchas cosas que para mí fueron muy importantes. Hice canciones, hice conciertos, fijate que en aquel momento grabé «Cuarentenial», que fue otro disco que salió de un concierto vía streaming. Pero lo más importante que hice fue una hija, una beba Sacha, que hoy tiene un año y ocho meses. Entonces, a raíz de eso salieron varias cosas. No solo un disco que lleva como nombre la canción que le escribí a ella, sino que salió un proyecto que es familia, que es cocinar para los amigos, que vienen a comer a casa. Un ritual muy argentino. Lo mismo que hice toda la vida sin cámaras. Es un proyecto que absolutamente sí es lúdico, sí es muy emotivo y básicamente es muy familiar, y es una forma más de decir «bueno, acá estamos, pero no estamos solos… Javier Calamaro ahora también es ésto, y ésta es mi familia». Y estamos todos juntos: están mi hijo de veinte años y la beba, y está la Pochi, que es el amor de mi vida.
Te diste el lujo de tener grandes invitados.
J: Sí. No solo vino Ulises. También vinieron L-Gante y Homer El Mero Mero, dos exponentes de toda esta camada nueva de pibitos de veinte años. Además vinieron los grandes del folclore, como Peteco Carabajal, Cuti Carabajal y Tarrago Ros. Vinieron los históricos del rock and roll, por supuesto. Junté a las Pastillas del Abuelo con Vox Dei… Willy Quiroga con las Pastillas juntos, haciendo un programa doble, increíble. Me reencontré con los Guarros, vino Manal, la primera banda de rock del mundo en castellano, con temas propios.
Disfrutaste de JAF con su hija, que también está en esa etapa de unir la música con su familia.
J: Exactamente. También vinieron los chicos de Ráfaga, de todo. Yo lo que dije es que quería de todo, de la cumbia al rock, del folclore al tango. Es como poner toda una parte de mi vida que quedó como ahí medio enterrada, que quedó sin promoción, como que quedo desconocida. Fue como decir «Bueno hermanos, amigos, yo toqué once veces con Peteco Carabajal, finalmente lo traigo a mi casa y hacemos un programa y está con mi familia, con mi hija». Y eso está puesto como un programa de entretenimiento que es como cumplir un sueño, también. La verdad es que esta es una gran época.
También le das el lugar a Pochi, para que pueda demostrar su arte.
J: La Pochi es una gran artista plástica. Y lo que se ve cuando se ve esa beba, esa cosa tan chiquita es el fruto de once años de búsqueda. Yo estoy hace trece años con mi pareja, con la Pochi. Once años de los cuales estuvimos buscando, hasta que vino la pandemia y el regalo de la pandemia fue la hija tan buscada. Y el homenaje es un programa familiar, un reality, somos nosotros: los Calamaro.
Con respecto a los premios Gardel que se entregarán este 23 de agosto, «Quitapenas» está nominada como mejor canción de rock. ¿Qué sentís con que te estén nominando por esta versión y no por la original?
J: Que curioso ¿no?, yo creo que es más bien un reconocimiento a la trayectoria. Pase lo que pase, porque competir contra Wos este año es prácticamente imposible. El solo hecho de que mis pares me hayan considerado para esto. Porque yo no sé quiénes son los del jurado, pero sé que son tipos muy serios y con trayectoria. No son solamente empleados de compañías discográficas. A mí me consta que hay muchos músicos muy buenos, muy serios. Es como el reconocimiento de mis pares, viste. La verdad es que nunca le di mucha bola a los premios, te confieso. Los primeros dos premios Carlos Gardel que me había ganado fueron por el tango. Es como que en aquél momento la gente decía «ah sí, está Andrés Calamaro y también Javier que es el hermano menor, y no importa que Javier tenga el tema que más sonó durante el año, no importa que Javier saque un disco de tango y recorra el mundo dos veces. No importa que Javier tenga unos temas increíbles con unos invitados increíbles, no hay espacio para dos Calamaros en la Industria, entonces démosle los premios al otro». Yo creo que era sencillamente por eso. Lo que pasa es que ahora… bueno, tengo una trayectoria tan grande como la de mi hermano y es inevitable.
El ser hermano de Andrés ¿hizo que fuera difícil para vos competir sanamente como músicos?
J: Andrés es gigante, es un mito a estas alturas. Pero nunca lo vi como una competencia. Por el simple hecho que desde que tengo 17 años y grabé mi primer disco que se llama «Frapé» (que eran canciones compuestas en el colegio), empecé a trabajar y vivir de la música. Desde aquél momento yo lo que hago con Andrés es colaborar. O sea, el fue el productor de aquél disco. El que me fue a buscar para firmar un contrato era el productor de Andrés, cuando él estaba en los Abuelos de la Aada. Y los dos fuimos creciendo como artistas, y siempre fuimos colaborando entre nosotros. Particularmente, en «El Regalo» no hay ninguna canción que haya grabado con Andrés, pero en los discos anteriores si las hay. Andrés también sacó varios discos en los que yo canto. Algunos de los conciertos más importantes de la vida de mi hermano, sobre todo de la etapa de creador, de compositor, me tuvieron ahí al lado siempre, cantando alguna canción. Qué se yo… el tema «No me nombres» yo lo hice popular, pero estaba compuesto por Andrés. Entonces, él se dio cuenta escuchando mi versión de que era un buen tema. Y cuando volvió, el famoso regreso como un rey del rock en el estadio Luna Park, me llamó a mí para que cante ese tema que era mío, pero lo había compuesto él. No fue nunca una competencia, y desde el primer día hubo una unión. Además, pensá que paralelamente a esto, llegaba el domingo y yo lo veía en la casa de mi mamá, junto con mi otro hermano, junto con los amigos de mi vieja. Yo que sé… es como primero la familia, segundo la familia, tercero la familia y, mucho después, la música.
Y mucho después, el ganar millones.
J: Nooo, eso en realidad es simplemente la consecuencia de hacer lo que a uno le gusta. Yo lo único que pedí, y prendí una vela en relación con la vida y la música, fue seguir estando en los escenarios. Tener la posibilidad de seguir teniendo shows este fin de semana. Lo primero que me pasó cuando cumplí 57 fue que me fui de gira a Córdoba e hice los tres mejores shows de mi vida. Qué más se le puede pedir a la vida. Queríamos vivir de la música, Willy Quiroga de Vox Dei, Piti de las Pastillas del Abuelo, Pity de Intoxicados, Charly García y yo: lo único que queríamos era vivir de la música, era nuestro sueño. Después bueno, si te hacés millonario con eso, o vas a tocar a una sala más chica… la vida te hace regalos de una u otra manera. Siempre va a venir algo mejor.
Después de esta presentación, ¿qué sigue?
J: Inmediatamente, tengo una gira por Chaco y Corrientes. Vamos a ir a Paraguay y a Uruguay. Ya presentando el disco y a lo largo de todos estos meses, vamos a estar en toda clase de lugares: teatros, festivales y locales más chicos, como los que estuve en este fin de semana.