Eruca Sativa tuvo un año extraordinario, con giras, crecimiento y DVD en vivo. Pero Lula, Brenda y Gabriel mantienen la independencia de aún no definir cómo serán los próximos pasos del trío.
La escena transcurre en el edificio de diez pisos que Sony, la compañía musical, tiene en Capital Federal, más precisamente en Palermo. En el piso ocho, dentro de un cubículo de vidrio, los Eruca Sativa están dando una, otra entrevista. No, no es día de esa máquina de hacer chorizos dada a llamar ronda de prensa, pero aprovecharon el jueves para matar dos periodistas de un tiro.
Mientras, tomamos un café y hojeamos la revista Hola que habla de una vieja tal Duquesa del Alba que…
¡Nuestro turno!
Hay que entenderlos: ayer dieron un recital. Bastante que nos están recibiendo. Las caras, sin embargo, no son de resaca, aunque quizá eso lo explique la cantidad de café y coca colas lights desparramadas por la mesa.
Por lo demás, Lula Bertoldi y Gabriel Pedernera aceptarán una charla de una hora y monedas, por la tarde, cuando en Sony ya hayan salido todos disparando. Quizá una imagen de la libertad con que los Eruca Sativa hablan en medio de este monstruo vacío.
VOLVER AL FUTURO
Eruca es una banda joven que creció a estirones. El 2014 fue otro de los años salientes, ya que editaron su primer DVD y disco en vivo, pero además conocieron Paraguay y Uruguay, volvieron a Colombia y México, y siguieron con su grilla en los lugares de siempre. «Nos acordamos cosas de este mismo año que parece que pasaron el año pasado», dirá Lula Bertoldi, la frontwoman de Eruca.
Lo cierto es que el 2014 fue el año de «Huellas Digitales», por varias razones.
Mirando hacia el pasado, porque compilan allí canciones anteriores, versionadas. En el presente, porque hicieron una súper producción y arriesgaron su esencia hardrockera virando hacia un formato electroacústico, más electro. Y mirando al futuro, porque en esas texturas nuevas de canciones viejas encontraron una madurez musical que amplía las fronteras de la banda.
La grabación de «Huellas Digitales» se dio en dos turnos, los días 1 y 2 de agosto, y la sede fue otro hito inédito para una banda pesada: el Teatro Ópera. Detrás de eso, meses y meses de ensayos: «Lo hicimos al revés de lo que normalmente hacen los grupos, que se van de gira, tocan el mismo show 100 veces, y a la vez 120, lo graban. Para nosotros era la primera vez que estábamos tocando esas canciones de ésa manera, con esa formación, y tenía que ser la mejor, tenía que estar todo perfecto porque se estaba grabando», cuenta el batero Gaby Pedernera.
El disco tiene también todo un trabajo estético: «El título es muy simbólico. Lo de ‘huellas’ tiene que ver con lo acústico, con lo folklórico, con nuestras raíces. Y ‘digitales’ remite a lo electrónico». La canción que quizá más simboliza esta idea es «Amor ausente», un folklore que ya figuraba en «Blanco», vuelta a grabar para este show de manera eléctrica, incluyendo un solo de bajo, violines y el clima inigualable del vivo.
Pero más allá de las raíces argentas, los Eruca reversionaron las suyas propias con más elementos de lo electrónico y dos cambios más abajo que sus discos de estudio. Si el futuro tendrá más huellas o si serán digitales, no quieren dar muchas pistas. Gaby dice: «Son recursos y son texturas que están buenísimas. No sé si necesariamente van a seguir estando. Pero capaz, sí». Y Lula: «Por ahora fue un disco. Algo que queríamos hacer como cierre de la trilogía. Después lo que vendrá en el futuro tiene que ver siempre con el pasado de la banda».
ROMPIENDO MITOS
El álbum «Blanco» ya había sido un éxito que parecía inigualable para la carrera de una banda de apenas cinco años. Nominado al Grammy, les dio el salto a Latinoamérica y la mirada de todos los rockeros acá en Argentina, que dijeron «quiénes son estas chicas». Gabriel saluda a cámara.
«Huellas Digitales» también tiene que ver con redoblar la apuesta: un teatro, o dos, grabación en vivo y grabación para DVD (que no es lo mismo). ¿Cómo se hace? «En parte, fue gracias a la estructura de Sony. Porque ellos fueron los que bancaron todo», cuenta Lula. Eruca trabaja con Sony desde 2012. Desde entonces, la relación fluye. «Es fuerte también que una compañía apueste de esta forma por una banda que no es masiva, que está en crecimiento, que se anima a hacer un disco muy distinto a lo que viene haciendo –que podría haber salido mal, también– . Realmente, fue una apuesta a ciegas».
Replay: una banda proponiéndole un capricho a la compañía con la que trabajan. «No es que viene un señor de traje Jorge Sony y dice ‘chicos, ustedes tienen que hacer estas canciones’», da vuelta Pedernera. «Me parece también que hay muchas fantasías respecto a la independencia y a la no independencia. Sencillamente, contamos con el apoyo de una compañía que hace, por ejemplo, que cuando sale «Huellas digitales» a los dos días esté en Tucumán». Ni más, ni menos.
La charla adquiere un interesante matiz pocas veces abordado con sinceridad en el rock y en el periodismo de rock. Los Eruca consiguieron un lugar interesante para pensar(se) cuestiones como la independencia, las compañías musicales, las decisiones, las libertades, lo genuino y lo palanqueado. Para confirmar fundamentalismos o romper mitos. Gaby: «Nosotros somos un grupo independiente. La realidad es que nosotros no dependemos de nadie para sacar un disco, no dependemos de nadie para componer. Vinimos y les dijimos: ‘queremos hacer un disco así y asá, queremos filmar en el Teatro Ópera…’ y ellos nos dijeron ‘ok, hagan lo que quieran’. Éso es ser independiente».
Lula: «Mucha gente cuando se enteró de que habíamos firmado con Sony empezó ‘uh, y ahora se van a vender’. La verdad es que eso es un mito viejo y el que se vende, es porque se dejó vender. Nosotros nunca hubiéramos firmado con una empresa que nos obligara a cambiar nuestros tiempos y nuestra forma de trabajo. Sony se integra a nuestra vida como si fuera un socio más. Nos consulta, le contamos».
Gaby: «Pero es verdad, cuando estaba del otro lado lo veía como ‘esos cordobeses vendidos… se compran un cencerro y son Agapornis’».
Lula: «Nuestra forma de vida es tocar, porque de esto vivimos. Y mucha gente del staff también depende de nosotros. Entonces es como una gran responsabilidad: pasa a ser como una empresa que tiene que dar trabajo. Además de que nos encanta hacer lo que hacemos».
¿Por qué habla de esto Eruca? Por generosidad. Pero también porque asumen la responsabilidad del lugar que ocupan, que se han ganado con trabajo y talento.
Hablan de esto porque les interesa la escena rockera más allá de ellos mismos. Por eso es que tienen, por ejemplo, un espacio en el que recomiendan bandas. «Somos como una red que trabajamos todos bastante parecidos, con la misma fuerza, y compartimos el ser contemporáneos», dice Lula sobre las recomendadas, de las que se pone a la par. «Estamos todos acá, vamos todos juntos, remándola. Obviamente, cada cual con su historia, pero dándonos manos para ir para adelante».
«Creo que es una generación más… nerd», se ríe Lula, hablando de ellos y de ella misma. «Todas esas bandas son todos unos músicos del carajo. Las vas a ver en vivo y te destrozan. Suenan como a un nivel que en otra época sonaba una banda de 10, 15 años. Deben tener el mismo tiempo que nosotros, dos o tres discos. Creo que cambió mucho el panorama y la gente se fija en eso: dónde está la movida. Y se empieza a mirar para otro lado. Obviamente la música ya no pasa por la tele, no pasa por la radio, pasa por otro lado: la movida, la escena. La escena del rock ya no está más en MTV, donde antes te veías un unplugged de Divididos… eso ya no está más».
Lula: «Cambió mucho la época, y esta generación tiene otra visión más independiente, incluso aunque esté con sellos tiene que ver con la independencia mental: vamos a armar una fecha con el sonido, las luces, la puesta, los equipos… Y es como una mentalidad muy enfocada al show, y eso me parece muy profesional. Saben que la gente va a pagar una entrada y vos le tenés que romper la cabeza a todo nivel: no solamente desde la música, sino desde la puesta».
Gaby: «Vos vas a ‘ver’ un grupo. Si ese grupo no se preocupa por lo que la gente va a ver, en el sentido literal, se está quedando corto desde ese lado. Ésa es la mentalidad que está cambiando para bien en todos estos grupos. Algo que no pasaba antes».
Antes, ahora: hubo un cambio. Consultados sobre qué fenómenos históricos, políticos, musicales creen que sirvieron para repensar la escena, los Eruca arriesgan: «Y posiblemente el momento del país, el fin de los ‘90s caótico, 2001, y lo que pasó, lamentablemente… No sé si fue a partir de ese momento, porque eso lo van a analizar los nietos de Felipe Pigna, pero sí me parece que hay como un abandono de los vicios y un volver a la música real. Que es comprometerse con que suene bien lo que estamos tocando».
Lula retoma: «No son conocidas de que vos hablás con el tachero cuando te lleva a la terminal… Y decís ‘qué loco’, porque hay bandas muy grandes que están haciendo shows parece sin ganas, y ves éstas bandas que llevan el punto justo de gente para salir hechos, y hacen un show arriesgadísimo, porque pusieron luces, sonido, vestuario. ¿Dónde está puesto el foco, entonces?»
Todas estas bandas, a su vez, nombran a Eruca como si fuese un primo mayor al que seguir. «Siempre se puede. Lo importante es estar convencido de que eso es lo que uno tiene que hacer», dirá Lula con una sonrisa. Y Gaby, con su estilo: «Eso sí: ¡no toques 14 minutos la guitarra y el resto te la pases jugando a la Play! Tocá la guitarra, y tocá y tocá y tocá, que la música en algún momento te va a devolver todo eso, con mucha alegría».
Fotos: Tatiana Daniele