Lejos de la exuberancia de guitarras y arreglos que funciona como combustible vital de su banda, y exorcizada de la tutela de PJ. Harvey —que funcionó como referencia para su debut solista Post-incubadora (2003)-, Mariana Bianchini (cantante y frontgirl de Panza) se monta en melodías sencillas y en un soporte instrumental austero. El trío formado por Fer Isella (sintetizadores, xilofón), Sergio Alvarez (guitarras acústicas y eléctricas) y Lulo Isold (batería y percusión) —más el aporte de la propia cantante en piano— opera con estructuras mínimas, vitales y de lograda musicalidad. Bianchini canta sobre «pescaditos en la panza», imagina qué pasaría «si fuera un súper policía» y se deja arrastrar a «un lugar de fantasía». Ese imaginario entre infantil y adolescente no termina de ocultar un tsunami en ciernes, siempre presente, que sólo estalla en «Tu peor error» y en «Las nenas buenas no cantan así». Entre amores encontrados, añorados, enfrentados, perdidos y extrañados, e influencias de Aimee Mann, Fiona Apple, Arto Lindsay y Liliana Felipe, entre otras, a los treinta y pico la cantante se aventura a la nunca sencilla aventura de crecer y abandonar —o al menos resignificar— las cargas de la infancia.