Con la inspiración a prueba de todo, el compositor no se detiene y entrega doce canciones memorables.
Luego de su regreso al país en estado de cierta fragilidad, a partir de 2005 Andrés Calamaro se recuperó a pasos agigantados, hasta que el año pasado fue una figura omnipresente. Editó nada menos que dos cds («El palacio de las flores» y «Tinta roja»), un combo de dvd+cd (Made in Argentina 2005+ Made in Spain), y trabajó con Bersuit, Niño Josele, Juanjo Domínguez, Ariel Rot, Litto Nebbia y La Luz (y este año, con Fito És Fitipaldis), sin contar sus participaciones como invitado de otros artistas. Parecería que, a su hiperactividad compositiva de la era El salmón (que se correspondió con un retiro de los escenarios), le sucedía una etapa igualmente prolífica en vivo y en estudio. Quedaba por comprobar si esta recuperación se acompañaba con un reverdecer de su trabajo como compositor, aunque ya en El palacio… había algunas muestras sobresalientes, como el tema que da título al disco. Pero aquel era un álbum inicialmente pensado como una colaboración (aunque finalmente terminó siendo solista), y tenía algunos temas compuestos por Nebbia, otros porambosycancionesqueAndrésarrastraba de su época de “incontinencia creativa”.