Almendra —por decisión propia— ha desaparecido de la escena. Pero antes de irse dejaron varios elementos para que se siga hablando de ellos, como si todavía tuvieran ganas de seguir quedándose. Como el testamento de quien muere, que reparte sus cosas, Almendra ha hecho un testamento para repartir sus ideas, pero de dos maneras: la primera con un álbum doble conteniendo 21 temas; la segunda: un libro caótico titulado «Almendra».
PRIMERA PARTE
En la fragmentación literaria del ex grupo participan sus cuatro integrantes con dibujos, letras y eventualmente algún escrito o frase. La autoría se completa con el escritor Carlos Marcucci, quien al parecer tuvo la idea de hacerlo. Pero a otros también les gustó la lamparita que se te había prendido a Marcucci y se agregaron a la lista de autores. Ellos son: Broccoli y Caloi (dibujantes), Norma Bescouet (también), José Luls Perotta (fotógrafo), más otros que ayudaron que son un montón. Lo edita Schapire Dalmat.
Es un libro realizado por mucha gente, por lo tanto no tiene una idea demasiado coherente, ni habla de algo fijo en especial. Cosa que por otra parte parece haber sido la intención de sus diversos autores. En definitiva es un libro que habla de ellos mismos, de ese grupo de gente que creyó tener algún punto de contacto en su idea. O simplemente el contacto estuvo dado porque se dieron cuenta que es lindo ser humano. El libro en definitiva es un caos, o como dice el mismo Marcucci, «un gran signo de interrogación lleno de palabras que preguntan».
Algunos. chistes escritos y visuales. Otros chistes incluidos no son nada graciosos porque a uno lo ponen serio. Pero también hay «melancolías, insinuaciones, varios soldados que no hablan y grán dosis de locura». Hay también algunas cosas feas. Como por ejemplo las fotos preparadas que le sacaron a Almendra; que no tienen nada que ver con ellos ni con nadie que estuviera en la misma foto. Son ridículas: Luis Alberto Spinetta no se puede tirar al suelo en serio para que le saquen una foto, y el vecino de él tampoco.
La cuestión es que quienes quieran acercarse a lo que fue Almendra pueden comprar el libro y tratar de encontrarlo. O como propone Marcucci: «Si podés: llevátelo sin que se dé cuenta el librero, pero leélo, miralo, comentalo, regaláselo después a alguna vieja castradora para que se desgaste pronto o se convierta en flor».
SEGUNDA PARTE
El disco es la segunda (o la primera según como a uno se le ocurra ordenarlo) del «testamento de Almendra». Para que hablaran sobre este disco póstumo, Pelo solicitó la opinión de algunos músicos, algún amigo y alguna crítica. Este fue el resultado:
NO SE DEBE ESCUCHAR CON PREJUICIOS
Si opinar implica calificar, o clasificar —en este caso— prefiero callarme. En cambio, si ello significa descubrir, éste es el resultado de mi exploración al hermoso campo de los Almendras, cuya música, con toda realidad, pese al crecimiento, a la evolución, y a la consecuente dispersión, sigue siendo un verdadero alegato generacional. Almendra, en el punto más crítico de su agonía, muestra la mejoria de la muerte (y valga la metáfora) esa muerte que sentimos los que les pertenecemos y a quienes nos pertenecen. Aquí, en este histórico álbum de dos placas, se evidencia la limitación del idioma, para estos tres compositores que intentan mostrarse como realmente viven, o sea como se hace en los blues y recalco la ingratitud lingüística española para estas expresiones musicales, que si se tienen en cuenta las palabras en su sentido intrínseco, el entendimiento se convierte en una utopía real, Pero ello no impide que encontremos a un Edelmiro cantando con toda la transparencia, ingenuidad, sensibilidad aguda e introversión propias de su alma, que pueden llegar a confundir a quienes no lo conocen y a los que lo conocemos, también. Pero, lo importante es que DICE, aunque vocalmente hablando con un poco de preocupación en las inflexiones. Aparece un Luis Alberto viviendo blues a toda máquina (y otra vez las dificultades eufónicas); luego un Emilio bien negro, con unas ideas musicales exquisitas y con una calidez en la voz que me maravillaron. Y cuando hacen dúo con Luis Alberto… bueno, un fuerte abrazo a los dos por haberme hecho sentir bien. Rodolfo cada vez más afro, describe todo el tiempo que transcurre el álbum, tal vez, el mejor camino por donde pudo transitar el grupo. (Pot Zenda).
LA CRISIS DE LA DISOLUCION
Soy amigo de Almendra. Tuve la suerte de que me llamaran para trabajar con ellos en su primer simple y también en otras oportunidades. Ellos me abrieron las puertas de un mundo estético que yo no conocía, me regalaron su respeto y me alentaron y ayudaron en muchas de mis aventuras musicales. Con esto quiero aclarar que me resulta bastante difícil juzgar imparcialmente su música.
En el primer long-play había caudal emocional y fuerza creativa, había lirismo, originalidad y vuelo estético. Esos temas no eran otra cosa que la manifestación y la autodeterminación, en el plano artístico, de los integrantes del conjunto, El disco era una muestra de sus vidas, y por eso todo era transparente.
En estos segundos dos LP está claramente reflejada la crisis estética por la que pasó el grupo, y que luego desembocó en su disolución. Creo que un aspecto fundamental de esa crisis fue la disminución de la capacidad de auto-filtro. En cambio, desde el punto de vista humano, me parece muy bien que hayan hecho exactamente la música que se les dio la gana, sin pensar en ventas ni en satisfacer demandas y mercados que generalmente poco tienen que ver con la pureza artística. Por supuesto, hay cosas muy lindas en los dos discos, pero no son mayoría, para mi gusto un poco profano.
Eludo deliberadamente la tentación de analizar aquí, minuciosamente, tema por tema, músico por músico, etc.: creo que éste no es el caso de hacerlo, y por otra parte no sé si interesaría a los lectores.
En general noto avance técnico, especialmente en Edelmiro y Rodolfo, en cuanto al manejo de sus instrumentos.
Pienso que si de todo el material de estos dos discos se hubiera seleccionado lo mejor para hacer uno solo, el resultado habría estado cualitativamente casi a la altura del primer long-play.
Desde un ángulo un poco filosófico, opino que Edelmiro, Luis Alberto, Emilio y Rodolfo tienen mucho tiempo por delante como para florecer cada uno en lo suyo (sea música o no).
En otras palabras: siguen siendo la promesa que eran, a pesar de haberla ya cumplido en parte. (Rodolfo Alchourrón).
UN CIERTO SABOR AMARGO
Emilio del Guercio se impuso el órgano, el piano, los efectos, el contrabajo y contribuyó con su canto; Rodolfo García, cantó, tocó toda clase de percusión; Edelmiro Molinari, alternó con el órgano, la guitarra y el canto, y Luis Alberto Spinetta recorrió el teclado del piano, las trastieras de la guitarra y cuando lo creyó oportuno, cantó. Angel del Guercio, juntó todo en una misma bolsa y lo coordinó para que cada uno contribuyera con el todo.
Y el todo para nosotros nos defraudó. Confiábamos, más aún, esperábamos a este disco de los almendrados con mucho interés porque de todo lo que conocíamos como beat local era lo que más nos había interesado, no sólo por lo original de la primera entrega sino por el excelente trabajo profesional realizado.
Le dimos una bienvenida entusiasta y pensamos que seguirían en esa línea pero —a juzgar por estos dos discos— se han apartado de ella hacia una senda que ha sido transitada hasta el hartazgo. Eran sutiles, frágiles, casi impresionistas y se han transformado en ruidosos, agresivos, repetidos y vulgares. La audición completa de estos discos se hace imposible. La fatiga del oyente es evidente y al final uno está tan confundido que no entiende nada de lo que escuchó. De esta manera es muy difícil que el mensaje llegue a alguna parte. Salvo —claro está— a la muchacha que no se preocupa por las mimiedades y que cuanto más ruido se propala por el tocadiscos más contenta y excitada se pone. Los registros han sido realizados con pulcritud pero siempre dentro de un marco de clara agresividad tímbrica. ¿Es necesario tomar un instrumento así?
La fabricación es de superficies silenciosas.
La presentación nos sorprendió por su ingenuidad: la almendra del dorso nos hace sonreír. Mucho mejor es el interior en negativo.
Se trata de una producción local de RCA.
En resumen: ¿qué pasará en los próximos?
Diario ‘CLARIN», 4 de febrero de 1971.
LO LAMENTO MUCHO
Esuché a muchos comentaristas, y aun a músicos, decir que en Almendra ha habido una involución, es decir, que la música que hacen ahora es inferior a la de los primeros tiempos.
A mi juicio el reciente long play doble que editó la Víctor es una. prueba de que ellos siguen sonando muy bien, Si en algunos temas parecen deslizarse hacia el «acidrock» y en otros se ponen francamente herméticos, yo recordaría que la música de Almendra nunca fue fácil. Es para escuchar con calma, y en un estado de percepción activa. Pienso que el nivel poético de Luis Alberto Spinetta es muy superior al de cualquier otro autor argentino, y el sonido de Almendra —tanto en lo rítmico como. en los magníficos pasajes líricos; muy bien apoyados por las voces— puede ser escuchado en cualquier lugar del mundo con gran éxito, incluyendo San Francisco o Londres, Personalmente, lamento mucho que el grupo se haya disuelto porque fue lo más importante que produjo la música pop en Argentina desde Los Gatos hasta hoy; y el segundo long play de Almendra, con su abigarrado material, lo confirma decididamente. Lanny Hanglin (de Revista Gente).