Engañe siempre que pude, pero me engañaba a mi,
buscando el calor que no intente pedir.
Destruí ese sueño aquella noche,
cuando no supe decir que no.
Como un asesino con manos manchadas de dolor,
negué todo con total frialdad.
Como un vaso que se agrieta y no deja de gotear
Como lluvia en primavera que no deja de mojar
Y como esa primera vez en Nueva York,
tú imagen me atravesó.
Punzante, como unos rayos de Sol que golpean,
a unos ojos cansados de no soñar.
Hacia el iceberg apunté.
Mitad cómplice, mitad rehén.
No te preocupes mas nena, no me tenes que entender.
Necesito de una noche, para volver a creer.
Y como esa primera vez en Nueva York,
tú imagen me atravesó.
Punzante, como unos rayos de Sol que golpean,
a unos ojos cansados de no soñar.