Nos olvidamos de las palabras
aprendimos mucho más por callar.
Nos abrazamos para hacer un refugio
y así a la deriva fuimos.
Tu soledad también era la mía
perdimos noción de nuestros días.
Y así nos sentimos engranajes perfectos
aferrados el uno al otro.
Entonces un día sin cuerpo ni lenguaje
fuimos las ramas de este bosque
a punto de incendiarse.
Fue en ese momento en que la calma perfecta
supe nos encontraría.
Sentimos el calor que nace del frío
quemamos nuestras tristezas.
Entonces un día sin cuerpo ni lenguaje
fuimos las ramas de este bosque
a punto de incendiarse.
Prende el fuego y se abre luz
un instante es demasiado,
demasiado.