¿Cómo resistir veinte grados bajo cero?
Quizás con diez horas bailando en cuero.
¿Cómo detener el tiempo y el espacio?
Quizás con una bomba atómica.
Porque el frío
que hasta hace un rato carcomía mi piel
se convirtió en fuego
y me quemo.
Porque en esta ciudad
todos sabemos lo que pasa y por qué:
si no nos abrazamos
morimos congelados.
Bailando
en un cubo mágico
en el que estamos encerrados
y queremos
estar encerrados.
Bésenme,
bésenme todos,
tóquenme la espalda, el cuello y las manos.
Bésenme,
se los ruego,
bésenme.
El folklore acá
no es aire y nylon.
Son pantallas.
Ceros y unos bailando.