El talentoso Mono Fontana presentará su disco «Cribas». La nota de César Pradines, para La Nación.
Desde aquel testimonio de un surrealismo atemporal, como lo fue «Ciruelo», editado entre 1997 y 1998, Juan Carlos «Mono» Fontana guardó un silencio de misionero.
Trabajó sobre diferentes propuestas como «Singular», «Incolumnados», «Caja de juguetes», «Film´s Music», «Insight» y «Puntos de referencias», con Marcos Cabezaz, Mauro Mourelos y Sergio Bulgakov, que si bien no llegaron a ver la luz fue el necesario piso duro sobre el que construyó «Cribas», su segundo trabajo que será próximamente editado por el Club del Disco, del músico Santiago Vázquez.
Fontana debutó en enero de 1975 como baterista de Madre Atómica, en el teatro Regio, de la avenida Córdoba. Con él estuvieron Pedro Aznar y Lito Epumer.
Desde aquellos años, ya a Fontana lo persiguió un afán de búsqueda y de investigación que de manera supuestamente azarosa lo llevó de los tambores al teclado.
En efecto, un piano eléctrico en su sala de ensayo motivó un acercamiento tibio al comienzo, e intenso después. Fontana comenzó a trabajar sobre sonoridades y texturas que lo llevaron a convertirse en un músico de mirada personal, como en la batería, donde predicaba el «no hacer lo esperado».
Desde «Ciruelo», Fontana comenzó a trabajar en busca de alcanzar una mayor autonomía. En algún punto, según dijo, su objetivo se convirtió en poder mostrar su música sin necesitar de colegas.
Para ello se impuso una forma de creatividad vinculada con su instrumento y la programación de éste. En su teclado Kurtweil, el artista imagina mundos y los lleva a la música.
«A «Ciruelo» lo presentamos con Martín Iannaconne y con Santiago Vázquez. Cada uno de nosotros tenía sus proyectos y por eso no seguimos trabajando juntos. Fue por ese entonces que empecé a trabajar en mi música de una manera más autónoma», dijo a LA NACION, el músico.
«Cribas», que ya tiene dos discográficas japonesas interesadas, es un conjunto de temas que tienen como núcleo una concepción de imágenes traducidas a la música. «Tiene una estética atemporal. Una manera de relato en la que propongo una forma de mensaje personal», dijo Fontana.
Recientemente, el sello S´Jazz le ofreció la posibilidad de editar un disco, pero Fontana la rechazó debido a que la propuesta apuntaba a que fuera un trabajo de piano acústico.
«Me gustó que me lo propusieran, aunque no estaba en mis planes hacer un disco de esa naturaleza. No tengo prejuicios con lo eléctrico o con lo acústico. Hay música acústica que es de momia, pero también eléctrica que no dice nada», agregó el músico que se mantuvo con su dirección.
Sobre «Cribas» señaló que sigue la línea de «Ciruelo». Para Fontana, la música es como la pintura. «Trabajo sobre un fondo; una idea que, quizá cuando finalmente está terminada la composición, ya no quede reconocible», concluyó.