Es necesario llegar hasta Chacarita y desde allí ascender a un pequeño tren eléctrico, con vagones parecidos a los viejos tranvías. Después de media hora de viaje el tren llega a la Ciudad Jardin, un nombre de juguete para una villa increíble enclavada en los predios de lo que fuera El Palomar de Rosas. Allí, casi alejados de todo el barullo urbano, cuatro muchachos están haciendo música desde 1967. Es muy probable que en esa época (se llamaban Bubbling Mind) nadie los conociera. Ahora, tres años después con tres discos editados, buena difusión radial y un primer premio en el reciente Festival de Mar del Plata, siguen siendo muy pocos los que saben quiénes son en realidad Guillermo Bordarampé, Ara Tokatlian, Gustavo Santaolalla y Alberto Cascino, los cuatro integrantes de Arco Iris.
Muchos críticos musicales y pocos productores estaban realmente preocupados porque a pesar del surgimiento de brigadas de conjuntos de música pop pocos tenían la calidad suficiente como para integrarse en la vanguardia de los más destacados (Gatos, Manal, Almendra y algún otro). Sin embargo, hoy en Buenos Aires, parece haber surgido un nuevo grupo con posibilidades: Arco Iris. Ellos aparecieron en el mercado discográfico argentino en junio del año anterior con el simple “Lo veo en tus ojos” que alcanzó una cifra total de ocho mil placas por la venta en Argentina, Chile y Venezuela, una cantidad sumamente baja para considerarlo un éxito. Desde el 18 de diciembre de 1968, día que recibieron el ok para iniciarse en el lanzamiento, integran una esotérica serie denominada “Acuario” de la empresa productora Intershow. En esa misma serie —que es casi una contraseña— figuran varios de los conjuntos de ritmo fácil lanzados últimamente, con intenciones de emular al movimiento Bubble Gam de los Estados Unidos, que está capitaneados por autores como Katz y Levine, dedicados exclusivamente a producir música complaciente para grupos como Ohoio Express, Archie: 1910 Fruitgam Co. y otros por el estilo. Pertenecer a Acuaris fue para Arco Iris —ellos mismos lo reconocen— bastante perjudicial en un principio. También para esa serie grabaron su segundo simple “Luisito cortate el pelo” y “Solo tengo amor”. “Los arreglos de ese tema nos nos gustaban —aclara Gustavo— el disco estuvo tres meses detenido, e inclusive “Luisito”… no era un tema de nuestro agrado: varias composiciones que habíamos presentado antes fueron vetadas por la productora”. Cuando el disco salió a la venta se presentaron en la grabadora y pidieron que lo pararan.
“El mismo día —asegura Guillermo— fuimos a la productora e hicimos el planteo: o nos dejan bar lo que queremos o nos vamos». Finalmente Fernando Falcon, uno de los productores, intercedió por ellos: “Graben lo que quieran», fue la respuesta. Desde ese momento Arco Iris empezó a ser lo que es hoy, aunque todavía muchos desconocen: uno de los mejores conjuntos de la Argentina.
PERO ALGUNAS SEMANAS ANTES
El repentino planteo del grupo a la productora, la decisión de hacer sólo la música que sentían, en alguna medida, tuvo una causa: una muchacha rubia, que puede tener 25 años o ninguno, que se llama Dana, que una vez fue modelo. Algunas semanas antes de la explosión en Intershow, Arco Iris había conocido a Dana. Con ella estudiaron y meditaron. “Desde ese momento —cree Ara— se produjo un cambio tremendo en nosotros: empezamos a conocernos y, en consecuencia, logramos paz, que es lo fundamental para crear mas allá de los sentidos”. Los sentidos tienen para los integrantes del grupo una profunda significación, inclusive se limitan en sus reacciones primarias y en las comidas.
“Cada ser humano —explica Gustavo— tiene un jardín zoológico dentro de su mente. El día que nos demos cuenta que nosotros somos los amos de esos animales (celos, ira, gula, pasión, egoísmo) los vamos a gobernar y no dejaremos nunca que ellos hagan lo que quieran con nuestras decisiones”.
Dana les da los elementos para que ellos mediten. Todo lo que estudian está en completa relación con la música, pero Dana en lo estrictamente musical no interviene.
“Fundamentalmente con todo esto —dice Gustavo— pretendemos volver a la naturaleza, que es donde el hombre estaba antes”. Ninguno de ellos quiere definir la filosofía que practican para no ser confundidos en sus ideas. “Para nosotros —aclaran finalmente— amor, verdad, bondad es todo lo mismo, lo que está más allá de la causa y el efecto. Lo denominamos el justo medio”.
PARA DANA UN BLUES
Con la promesa de libre elección que le habían arrancado a la productora y el asesoramiento espiritual de Dana, en los últimos días de diciembre comenzaron a grabar su primer long play, que aparecerá a fines de marzo. Una de las últimas bandas grabadas fue, precisamente, el “Blues de Dana”. Con ese mismo tema se presentaron en el Festival de Mar del Plata y lograron el primer premio, por el cual a fines de marzo deben viajar a Los Angeles, para participar en un Festival representando a la Argentina. En la primera semana de febrero Arco Iris presentó un recital, en lo que parece ser la sala de moda: el teatro Astral. Las trescientas personas que se reunieron para escucharlos, seguramente en este momento deben ser algunos de los pocos habitantes de Buenos Aires que saben hasta qué alturas musicales puede llegar este grupo. Entre esos habitantes está Luis Alberto Spinetta de Almendra: para él y para varios músicos, presentes ese día, de repente surgía un nuevo gran conjunto: Arco Iris.
LA ODISEA DEL SONIDO
Ellos son capaces de hacer blues, rock, música clásica, folklore o jazz. Mejor dicho: ellos funden todo eso y sacan un sonido que les pertenece, que no se parece al de nadie: elemento fundamental para que un conjunto sea honesto y tenga proyección. Por momentos parece que hicieran música electrónica, un estilo que ellos redenominaron música giratoria “porque gira y se eleva de la tierra”. En alguna medida lo que hacen es casi una odisea del sonido, pero qué odisea: tiene música de guitarras. Habrá que tener cuidado y repeto al escuchar la nueva música de Arco Iris: no es algo simple, tiene trascendencia en su estructura y en la letra. Elementos no demasiado habituales en la grosera invasión de conjuntos “beat” que ocurrió el año anterior.
Hace ya algunos días que el “Blues de Dana” está en las disquerias. Seguramente apenas llegaran a venderse algunas centenas de discos. Los no iniciados preferirán esos mitas de cocktails que proponen vacaciones, mar, ser mochilero o viajar a dedo. Los otros, los que saben reconocer lo que es buena música “lo que es digno de su persona (como dice Litto Nebbia) todavía desgraciadamente, deben creer que Arco Iris es un conjunto más igual a todos los que surgieron en el último año. Quizás por los presionados temas que tuvieron que grabar antes de lanzarse a hacer lo que ellos querían. Por suerte, para fines de marzo va a aparecer el long play con temas como: “Abre tu mente“, “Y una flor (el pastito)”, “Canción de cuna para el niño astronauta“, “Camino para vos” y otros. En la contratapa, seguramente habrá un comentario de Dana, la chica que les produjo el cambio, y que con seguridad conoce la capacidad humana de los cuatro músicos fundamente como para poder explicarla en su filosofía.
Los que puedan acercarse a ese album seguramente tendrán la satisfacción de descubrir a un conjunto de alta calidad. Mientras tanto Arco Iris seguirá preparándose para viajar a Los Angeles y tratando, cada vez más, de introducirse en sí mismos, en las verdades últimas para trasladarlas con toda la honestidad que le permitan esos animales del zoológico.