La cantautora habla sobre “Claroscuro”, el EP que presentará hoy en Mitos Argentinos. Además, cuenta sus impresiones sobre el ambiente musical y detalla las temáticas detrás de sus letras.
“Ya en el colegio notaba cómo las ‘categorías’ estaban instaladas en las cabezas de los chicos: si pertenecías a tal o cual grupo, si tenías una mentalidad u otra, si te gustaba o no salir o tomar. Lamentablemente, esas actitudes eran las que te encasillaban -señala la cantautora Virginia Ferreyra-. Uno tiene que ser leal con uno mismo, con su personalidad y sus intereses, y no ceder a las presiones de la masa. Alguien que te quiere jamás te forzaría a ser lo que no sentís”. Las palabras de Ferreyra, que acaba de editar su EP “Claroscuro” (2018), tienen que ver con la letra de “Bienvenidos a la sociedad”, en la que critica varios aspectos del sistema.
-¿Con qué situaciones actuales podés relacionar esa letra?
-El concepto fundamental se puede representar con una imagen de “The Wall”, de Pink Floyd, en la que se ven muchas personas indistinguibles porque usan caretas sin rostro, que caen en una picadora de carne como una masa uniforme. Me parece que eso, por desgracia, se puede ver hoy: la masificación del arte y la cultura, particularmente, hace que todos escuchen lo mismo, sin que haya lugar para la variedad. Se recurre mucho a la fórmula “de moda”, y cuando, por alguna circunstancia, alguien rompe el molde anterior y crea algo que funciona, todo el mundo se apresura a imitar el nuevo molde. Es un proceso natural, porque implica una tranquilidad comercial, el “usar una fórmula que funciona”. Sin embargo, el arte pasa por otro lado, y es la plenitud del músico con su obra.
-¿Y creés que estamos evolucionando o todo lo contrario?
-No pienso que sea una involución, es algo que pasó siempre y que continuará, pero estaría bueno ser consciente de esa limitación artística, que pone una suerte de “yugo” a la libertad creadora.
-“Palabras mudas” ya había formado parte de tu EP autotitulado (2017), pero también la incluíste en “Claroscuro”. ¿En qué sentís que mutó el tema en ese transcurso, y por qué decidiste regrabarlo?
-Cambió mucho el sonido, se volvió más rockero y no tan pop. La decisión fue, básicamente, por querer ofrecer una versión con más arreglos y detalles que los de la primera toma (de fines de 2017). ¡Por ejemplo, a las canciones de “Claroscuro” se me siguen ocurriendo cositas para sumarles!
UN ABANICO DE HERRAMIENTAS
-Estás terminando la carrera de Letras. ¿Obtuviste técnicas o recursos que te hayan dado una nueva mirada para componer?
-Sí, muchísimos. La licenciatura no sólo me dio un mejor dominio del lenguaje y un mayor repertorio léxico, sino que el contacto con otras culturas, otras épocas y otras filosofías me abrió la cabeza a diferentes conceptos. Eso es lo más valioso. Asimismo, leí y estudié la poesía de varios escritores, de los cuales extraje estructuras líricas. Letras me dio un acervo cultural inmenso y, lo más importante, las herramientas para seguir explorando la literatura y el arte por mi cuenta.
-¿Y en qué temas notás esos recursos?
-Es medio difícil especificar, porque uno -o al menos yo- no dice conscientemente: “Quiero usar esta estructura, así que voy a escribir una canción”. Simplemente, a la hora de componer, tenés ese conocimiento y lo agregás si suma. Puede ser que en algunas oportunidades haya utilizado metáforas a propósito, sólo porque me gusta creer que hay un doble significado para desentrañar. Pero en la mayoría de las oportunidades, mi escritura es bastante clara, sin semánticas intrincadas (risas).
-Justamente, una banda que ya jugaba en los ’60s con eso es Jethro Tull, y fuiste muy influenciada por ellos. De hecho, tocaste más de una vez “Locomotive breath”. ¿Qué es lo que te llega de Ian Anderson?
-Su absoluta libertad creadora. Sus letras son infinitas, sus armonías son complejas, sus ritmos son un moño tremendo… (más risas). Eso hace que sea música difícil de digerir en una primerísima instancia. Sin embargo ellos crearon los que les nació del alma, sin preocuparse por quiénes tenían enfrente, ni si eran comerciales. De esa forma forjaron una identidad artística única e irrepetible, y esa es la gracia. Las canciones reflejan la personalidad del compositor, y deberían ir en consonancia con eso. No con la moda del momento, que es mucho más efímera.
EL CIERRE DE UN GRAN AÑO
-Antes de dar tu primer show solista, dijiste que era el “inicio de una nueva vida”. Desde ese momento hasta ahora, ¿qué cosas cambiaron y cuáles se mantuvieron estables?
-Se modificaron muchísimas: mi proyecto creció un montón, materializándose incluso en “Claroscuro”. Me acompaña una banda con la cual disfruto muchísimo compartir el escenario, y tengo en mi mánager una mano derecha firme y en la que confío cien por ciento. Lo que se mantuvo fue el placer por crear música, e incluso creció. También el apoyo de mis seres queridos, su compañía, la fuerza que me dan. El camino fue sumamente placentero por la compañía de mi familia, particularmente de mi papá -se refiere a JAF-. Me permitió aprender de primera mano qué significa ser músico, subir a telonear sus shows y tener mis primeras experiencias. Y siempre me dejó mi espacio para que descubriera por mí misma aquello que sólo la experiencia personal podía enseñarme.
-Hace unos meses tocaste en Obras, en el entretiempo de un partido entre el club y Quilmes, y lo definiste como uno de tus shows más importantes hasta ese momento. Imagino que fue muy especial.
-Haber llegado hasta ese lugar y que me permitieran compartir mi música, aún sin tener un disco, fue un placer y un honor inmenso. Además el recibimiento de todo el equipo técnico fue impecable, así como formar parte de una noche tan importante para Obras. En cierto sentido, anticipó un gran año.
-Hablando de eso, hoy vas a tocar en Mitos Argentinos. ¿Cómo venís con los preparativos?
-Siento una gran ansiedad, como siempre antes de un show. Pero esta vez aumentó porque significa, en cierta medida, el final de una etapa y el comienzo de una nueva. El concierto me tiene tranquila, porque con los chicos vengo tocando hace tiempo y con varios ensayos encima -se refiere a Matías Topini en la batería, Ignacio Rozenblat en el bajo, y Diego Cayuela en guitarra-. Esta “presentación en sociedad” tiene el plus de que va a estar mi disco en formato físico. A pesar de que hoy se escucha más que nada a través de las plataformas digitales, muchos me dijeron que estaban interesados, y eso me decidió a fabricarlo. Además, ¡para mí nunca nada va a igualar la sensación de tener un CD en la mano!