A tres años de su última visita, el súper grupo alemán liderado por Tobias Sammet (Edguy) vuelve a nuestro país para presentar “Moonglow”, su trabajo más reciente.
Mientras que “Ghostlights “(2016) había servido de cierre magistral a la compleja y atrapante trama inaugurada en “The Mystery of Time” (2013); con “Moonglow” (2019), el dream team itinerante germánico se encontraba, desde un principio, ante un doble desafío: mientras que, por una parte, debían tentar a su audiencia con un nuevo relato, igual o aún más original e interesante que el anterior, iniciado, desarrollado y finalizado en el correr de dos grandes y muy distintos trabajos discográficos; por el otro lado, surgía la necesidad de una decisión artística – consciente o inconsciente –: qué camino seguir para concretar la empresa, si sostener aquel sonido y estilo de reciente estreno y excelentes resultados (“Ghostlights” les valió, además del benemérito de su público, la entrada al chart US Billboard 200, y la canción “Mystery of a blood red rose” estuvo muy cerca de ganar el premio Eurovisión a la canción), o, por el contrario, patear nuevamente el tablero, para volver a crear algo completamente nuevo y sorprendente. Después de todo, si algo había sabido hacer el vocalista, eso era sorprendernos.
Finalmente, ocurrió un poco de todo. “Moonglow” tiene mucho de aquel estilo que enamoró en el viraje de 2016, y a la vez sorprende gratamente. Quizás porque, de la misma manera que en esa ocasión, la decisión fue no decidir demasiado, volar, asociar libremente, fluir: “Nos dejamos llevar, realmente no hay mucho más detrás”, asegura el frontman.
– ¿Y de qué trata “Moonglow”?
Tobias Sammet: Quería abrir mi alma, hablar de cosas que me importan. Me inspiré en los escritores de novela romántica negra, me pareció que sería el marco ideal para contar la historia de un ser humano que se encuentra inmerso en una realidad que no puede enfrentar, así que se vuelca a la oscuridad.
“Moonglow” es, entonces, un disco complejo tanto musical como conceptualmente. Pesado pero melódico, oscuro pero romántico, dinámico pero intrigante, y con momentos francamente épicos, de los cuales la suite de más de once minutos “The Raven Child” sea, quizás, el ejemplo más notable. Pero no el único.
Avantasia vuelve a la Argentina. Y siempre – ¡siempre! – vale la pena asistir a un show de Avantasia. Por la música y la puesta, claro, pero también porque es tener la oportunidad de ver, en un mismo escenario, en un solo show, en un rato, figuras enormes que, con suerte, visitan nuestro país – con sus bandas – alguna que otra vez cada varios años. Si es que lo visitan. De pronto están todos juntos, ahí, y la magia es instantánea. Como de la nada, van y vienen personajes de las tallas de Michael Kiske (Helloween), Jorn Lande (Masterplan, Allen/Lande), Ronnie Atkins (Pretty Maids), Eric Martin (Mr. Big), la gran Amanda Somerville (Exit Eden) o Geoff Tate (ex-Queensryche), entre otros, todos en banda, en dúos imposibles, en tríos insólitos, en cuartetos impensados.
– ¿Cómo hacés para armar estos shows, con tantos artistas importantes, con sus propios proyectos, sus compromisos, sus tiempos?
TS: Logística y más logística, mucho trabajo, planeamiento minucioso para todo: escenario, viajes, encontrar el tiempo para poder viajar con todos estos grandes músicos y cantantes.
– Esta vez viene Geoff Tate, algo que la vez pasada no pudo ser. Sin embargo, llamó la atención la ausencia de Michael Kiske y Amanda Somerville…
TS: Michael necesitaba un descanso después de dos años de gira con Pumpkins United. Y Amanda tiene tres hijos de los que debe ocuparse.
– ¿Qué podés anticipar del show de Avantasia en Buenos Aires?
TS: Fans loquísimos, un súper público recibiéndonos, apoyándonos en todo sentido ¡Argentina es genial! Vamos a dar lo mejor, solo esperamos que los fans lo amen.