La banda alemana de heavy metal liderada por el guitarrista Wolf Hoffmann, volvió a la Argentina para presentar “The Rise of Chaos”, su disco número quince.
La noche se va poniendo fresca y, rondando las ocho y media, la sala está menos concurrida de lo esperado. Aun así, en el escenario, Drenaje – el contundente y pesado cuarteto en el que milita Beto Ceriotti, ex-Almafuerte – da todo y deja a los presentes a punto caramelo. Cerca de las 21:30 las luces se apagan para dar comienzo al número principal, y el panorama ya es otro: la audiencia, entre la que quedan pocos espacios, se agolpa, ansiosa, para presenciar uno de los shows del año.
Wolf Hoffmann & Cía. rompen el hielo con “Die by the sword”, la que abre la placa protagónica. Sin pausa, llegan “Stalingrad” y “Restless and wild”. Las primeras tres dan entonces la pauta de lo que será el resto del demoledor show.
Cada segundo es una foto memorable. Hoffmann toca, posa, hace coros y hasta tiene su momento a solas en el escenario. El público lo aclama, lo adora, lo idolatra, y no sin razón: su toque, su sonido y su contundencia son la marca registrada de la guitarra alemana del heavy metal. Pero el pelón no está solo: su coequiper desde el ‘78, el gigante y siempre sonriente Peter Balets, le sigue la pisada bien de cerca y su bajo es una aplanadora que se lleva todo puesto. El inoxidable vocalista estadounidense Mark Tornillo corona el tridente frontal que, escoltado por Uwe Lulis en guitarra rítmica y Christopher Williams en batería, da forma al tractor que es Accept en vivo y en directo.
Suenan “London leatherboys” y “Living tonite”, y la necesidad de seguir con los clásicos resuelve el nuevo disco de un tirón: “The rise of chaos”, “Koolaid”, “No regrets” y “Analog man”, una atrás de otra. Entonces, vía libre para el recuerdo: “Final journey”, “Shadow soldiers” y el memorable mano a mano del guitarrista líder con su público. Con todo el quinteto de nuevo sobre las tablas y un público que no deja medio verso sin cantar ni un cuarto de riff sin corear, siguen “Neon nights”, “Princess of the dawn”, “Midnight mover”, “Up to the limit”, “Ojbection overruled”, “Pandemic” y, para cerrar parcialmente, “Fast as a shark”.
A casi dos horas de show, ni la audiencia ni la banda dan señales de querer irse. Por eso, el último bloque de canciones sumará, aun, quince o veinte minutos. Sin concesiones. Los últimos tres cartuchos, pero también los más potentes: “Metal heart” y “Teutonic terror”, preparan la pista. El final, previsible, pero no por eso menos esperado, llega con su máximo hit de todos los tiempos, el que a principios de los 80 puso a Accept en la vidriera mundial. Wolf toca el riff inicial y la sala se viene abajo: llega entonces la inevitable conclusión, claro, con “Balls to the wall”.
Y no queda otra que esperarlos, a que vuelvan. Porque esta noche, esta tremenda noche de heavy metal de primera, no se olvida fácil.