Quienes tenemos acceso a la intimidad de la escena musical del rock local, sabemos muy bien que Andrés Calamaro es un formidable charlista, y de allí a que pueda convertirse en un buen amigo hay, seguramente, un corto tramo. Por eso no le sorprendió a este cronista aquella vez, hace muchos años -quizá más de 10-, cuando Andrés contó que se había hecho amigote de Robert Freeman, por entonces residente en las afueras de Madrid. “Justamente fue él quien me dio detalles del encuento de Los Beatles con Bob Dylan en una sala de un aeropuerto doméstico de Washington”, me dijo, y luego hizo un relato preciso de cómo había sido aquello.
Es evidente que la amistad o al menos la buena relación continuó, porque fue el mismísimo Freeman quien se encargó de las fotos de El Palacio de las Flores.
¿Freeman, el fotógrafo de Los Beatles? El mismo. Este señor comenzó a tomar fotografías a los doce años como afición, más tarde se interesó por la historia de la pintura, lo que le condujo a la fotografia creativa. En la Universidad de Cambridge, mientras estudiaba literatura, inglesa, francesa y alemana, se vio influenciado por las artes visuales: el cine, la ciencia ficción, el arte gráfico, la pintura contemporánea y la arquitectura, pasión que fue capaz de transmitir con su cámara. Su objetivo se especializó en la música desde que Los Beatles se sintieron atraídos por sus fotos de músicos de jazz, y a partir de ese momento, los artistas más diversos quisieron ponerse delante de la cámara preferida de Lennon y McCartney. Entre los retratados por Freeman destaca un variopinto abanico musical que empieza, claro, en Los Beatles -hizo las históricas portadas de antológicos álbumes como Help!, With The Beatles y Rubber Soul-, y continúa por los Rolling Stones y por músicos españoles como Joan Manuel Serrat y Raimundo Amador. También ha retratado a actores y directores como Charlton Heston, Pedro Almodóvar, Gabino Diego y Penélope Cruz, entre otros.
Freeman vivió en España durante algo más de dos décadas y desde allí realizó su otro trabajo histórico: el calendario Pirelli de 1964, en el que por primera vez que la firma de neumáticos recurrió a ilustrar los meses del año con mujeres posando en actitud sugerentes, un estilo que hizo fortuna y se puede reconocer en muchos trabajos posteriores de otros autores con preferencia por el erotismo light.