Con mucha influencia del rock de los ’70s, Pobaco, este cuarteto oriundo del barrio porteño de Flores, presenta su segundo disco de larga duración, “A secas”.
“El concepto que une a los temas tiene que ver con las experiencias y el crecimiento de la banda, sin abandonar el vuelo que nos propusimos –señala su baterista y cantante, Juan Martín Perelló–. Esta vez Pobaco está cargado de ruta, de kilómetros, de lugares, de risas, de iras, de dolores. Estamos más en la Tierra que nunca. Tangibles. Buscamos que cada integrante encuentre su lugar cómodo, y para lograrlo aportamos libremente las ideas y trabajamos en conjunto”.
Todos componen y todos cantan. Pobaco se termina de completar con Maxi Taboada (guitarra y voz), Pablo López (guitarra y voz) y Rodra Fernández (bajo y coros).
“Intentamos desnaturalizar el concepto de roles estáticos, y buceamos en nuestras ideas sin abandonar al rock como eje de nuestra búsqueda”, afirma el batero que además indica que este registro no busca llevar al oyente en sus canciones a viajar por mundos diferentes o galaxias desconocidas, sino a meterse dentro de las inmediaciones de la cotidianeidad “casi como una bitácora, siempre con una mirada que honre el libre pensamiento y las formas experimentales”.
Formados en 2008, Pobaco cuenta con otro LP debut, “Primer avestinaje” (2013); un EP, “Inventacular” (2014), y una sesión grabada en vivo en el Estudio Armentia lanzada a través de sus redes sociales.
“Si bien en ‘Primer Avestinaje’ nos dimos el gusto de probar todas las ideas que surgieron y hacer sonar pianos, violines, charangos, perros, coros, castañuelas y voces femeninas, este nuevo disco suena fiel al sonido de la banda actual y mucho más al vivo: dos guitarras, un bajo y una batería. Eso también permitió que el concepto fuera más crudo, directo y rockero, Pobaco a secas. Hoy en día nuestra guía hacia adelante es el sonido de la banda en la sala y en los shows. Ahí es donde sucede toda la magia”, afirma Juan Martín.
En “A secas” grabaron todos juntos.
Sin duda un factor fundamental para plasmar la mejor fotografía del sonido de la banda fue haber grabado los cuatro juntos en un estudio con un estilo antiguo, donde se pudo calentar las paredes con calor valvular y golpes de batería. Lo concretamos en el Estudio Crazy Diamond de la mano de Maxi Forestieri, nuestro sonidista, y logró hacernos crecer exponencialmente. Entre la banda y él, produjimos la parte técnica del disco porque así lo pedían los temas.
¿Es la forma en la que quieren que sean registrados los próximos discos?
El resultado nos dejó muy satisfechos, pero es también todo lo contrario a lo que hicimos en el primero, en el que grabamos por capas y con muchos instrumentos invitados también. Nos gusta experimentar así que en los próximos discos iremos viendo cómo surgen los temas y hacia dónde pueden ir, y los plasmaremos de la manera más conveniente.
¿Qué priorizan más en una canción: lo musical o lo lírico?
La banda sumó una guitarra y una voz entre disco y disco y ganó en posibilidades, en materia de sonido, arreglos vocales y diferentes matices, que mayores niveles de expresión. Vamos creciendo como personas y como músicos. La música no deja de ser un juego y es lo que nos une, así que no ponemos en ninguna balanza esos aspectos. Puede surgir una idea musical y desarrollarse, como también una letra. En “Primer avestinaje” sin dudas pesó más el aspecto musical y la poesía. En “A secas” hay mucho más texto, mucha más canción y también mucha más ideología.