El guitarrista, compositor y cantante oriundo de Cañuelas presenta su segundo disco “El interior de lo que brota”.
“Desde lo conceptual, viene a ser la raíz de lo nuevo, de lo que está naciendo. Entender esa raíz, habitarla, para poder dar lugar a eso que nace y que tenga verdadera consistencia e identidad –explica Matías sobre su flamante material-. Desde lo musical, es rock visitando otros lugares: mi infancia, La Pampa, el campo, la guitarra criolla, mi estudio más académico volcado a la música que me siento más identificado y la que más me resuena. Estoy empezando a asentar los rasgos de la voz propia, que es en definitiva lo que busco, y este nuevo álbum siento que es el primer paso hacia esa búsqueda”.
¿En qué se diferencia con tu anterior disco, “Bien” (2015)?
Principalmente en su gestación. En el primero, Diego Rolón, quien fue el productor musical, tomó las decisiones desde lo musical, yo llevé las canciones solo con mi guitarra y mi voz, y él montó todo lo que suena arriba de eso. En este lo hice todo yo: armé todas las maquetas, fui componiendo en base a una idea rítmica. Luego convoqué a los músicos que me gustan, o que creía más a fin a una estética, para que tocasen eso que armé. Conserva la idea de canción como faro, como constructor del discurso.
¿En qué momentos te sentás a escribir?
Compongo todo el tiempo, es una actividad que disfruto mucho y creo que lo sé hacer. Es una actividad que tiene su propio fin en sí mismo, es como jugar, inventar, solo eso. Sin importarme si esa música después se tocara o no. En estos días estoy pensando en dejar de componer un poco y salir más, visitar a amigues, ir a bailar.
¿Sentís que encontraste el sonido que querés que te identifique como músico?
Creo que no del todo. Una cosa que me inspira mucho es la búsqueda constante, correrme de lugar y buscar otra forma, en otro lado, por lo menos desde la música y en la canción. Este disco nuevo tiene cosas que me gustan mucho y un camino por donde seguir explorando, tanto desde lo compositivo como desde lo sonoro.