Cuando todo se terminó, algunas mujeres que creés que pueden ser la mujer de tu vida son capaces de decirte que deberías escribir algo para conseguir que vuelvan. Gabriel Ferro —cantante, historiador, amante— tiene la capacidad de escribir un cuento breve sobre una paloma y un cazador celoso del aire (“Para traerte a casa”, el no-hit que abre el disco) y grabar una docena de canciones que les explican a todos los varones (y también a las mujeres) del mundo por qué es mejor que las ex parejas no vuelvan a ninguna parte.
Gabo -—el cantor, el historiador, el amante— pone los huevos sobre la mesa, deja crecer su barba y se pinta los ojos. Empeñado en grabar un LP por año, Mañana no debe seguir siendo esto, el tercero de su carrera solista, es “un disco documental” (eso aclara en el booklet). Fue grabado en dos noches, las del 25 y 26 de julio de 200%, en los Estudios ION, Buenos Aires, Argentina. El autor agrega, ahí mismo, para evitar malentendidos: “Este es un disco con el amor como tema central de un universo romántico clásico; la naturaleza, la noche y el destino trágico de las cosas como escenario profundo de un yo —que somos nosotros— que se resiste a que mañana siga siendo esto”.
Usa un delineador negro porque su canción está triste. De luto. Lo que floreció en Canciones que un hombre no debería cantar (2005) y lo que manifestó en Todo lo sólido se desvanece en el aire (2006, el disco con la cita de Marx y Engels en la tapa) se enfrentan a la dura realidad: el final. Un cantante con tanto sentimiento sólo vive dos noches. Gabo se traga el amor y lo deja hablar: su personaje canta como un cantante enextinción, como lo hacen en privado los hijos de madres solteras que se criaron escuchando casetes de Serrat (debería dejar de cantar así, como un bardo provenzal, si es que quiere conservar la integridad de sus cuerdas vocales).
Con el encanto sin género de Miguel Abuelo (“Que llegue la noche”, Gabo termina su trilogía del deseo más cerca de la canción campestre y el foxtrot marginal que del folk de Flopa-Manza-Minimal.