Antes del Luna Park, el baterista habla sobre el parate que el grupo tendrá en 2018. Además, responde a los rumores de la gira de “Sonic Temple”.
Apenas entra a su hotel de Montevideo, John Tempesta pide perdón por estar transpirado. “Tuve que salir a correr un poco. A veces, en el medio de las giras, necesitás distraerte”, dice.
Acto seguido, explica: “Llegamos a Uruguay a las dos de la mañana, y tuvimos que combinar dos vuelos desde Brasil. Pero vale la pena. Esta gira comprende once shows, en 23 días y a través de 16 aeropuertos”, aclara. El cansancio está más que justificado.
Esta noche, Tempesta se presentará en La Trastienda de Montevideo, en un concierto que tiene las entradas agotadas desde hace meses. “El recital del Luna Park va a ser el más grande de la gira, ¿no?”, pregunta ansioso. Antes del Palacio de los Deportes, a la banda le tocó pasar por Rosario, Mendoza y Córdoba. El martes 3 de octubre, por fin, le llegará el turno a Buenos Aires.
-Con “Astro-Creep: 2000”, de White Zombie, sentías que no habían girado lo suficiente. Llevando eso a The Cult, ¿creés que “Hidden City” ya completó su ciclo?
-Arrancamos a principios del año pasado, y tocamos bastante. Además de Sudamérica, metimos varios conciertos en los Estados Unidos; algunos shows con Guns N’ Roses en estadios, y los festivales europeos. Supongo que, para este disco, va a ser el fin del ciclo. Personalmente, me gustaría girar más y más, pero en estos tiempos es difícil. Seguramente nos tomemos un break después de la gira, y el año que viene va a surgir algo. En cuanto a “Astro-Creep: 2000”, sí, pienso que podríamos haberlo tocado mucho más. Fuimos la única banda que estuvo, a la vez, en Donnington y en Reading. Teníamos esa ventaja, porque éramos metaleros y alternativos. Pero también metimos un tour con Pantera en los Estados Unidos. Para esa música, 1995 fue un gran año.
-Y en esa época, vos usabas los platillos recontra altos.
-Sí, ¿viste? Miro las fotos y pienso: “Mierda, ¿cómo pude haber tocado con eso?”. Para The Cult lo llevé a un sólo bombo, aunque en el estudio a veces suena uno doble. Desde los ‘90, también cambió mi forma de tocar. Cuando era más joven, trataba de ser lo más rápido y agresivo que pudiera. Con The Cult soy más dinámico. Puedo adaptarme a cada canción: meter una bien heavy, y otra más “ambiental”. Así que no necesito romper la batería en cada show, aunque cada tanto lo disfrute (risas).
-Algunos te tienen encasillado en el metal, pero sos mucho más que eso. Hace poco grabaste con el dúo de Rodrigo y Gabriela, con una orquestación cubana.
-Gracias por el elogio. Sí, no empecé como un baterista de heavy, más bien me metí por elección. Mientras trabaja como drum tech con Anthrax, me llamaron de Exodus. Y aunque nunca había tocado esa música, estaba en el ambiente, y seguía de cerca a Charlie Benante. Para mí, era un desafío. Estoy muy orgulloso y agradecido de que me hayan llamado, porque me dieron la oportunidad de grabar y me metieron en el circuito. Pasé de ser un técnico a formar parte de Exodus, luego de Testament y después de White Zombie. Esta última me llevó a tocar en arenas, a ser endorser y a vender muchos discos. Así que, por suerte, incursioné en muchos estilos. Después vino el turno de Rob Zombie como solista, y luego Helmet, que fue más hardcore y con el que volví a las raíces. De The Cult siempre fui muy fan, así que es una locura.
-Siempre nombrás a Charlie Benante, de Anthrax. ¿Qué aprendiste de él?
-(Piensa). Uff, además de que es una gran influencia, nacimos en el mismo barrio y somos amigos desde chicos. Es muy inteligente. Compone muchos temas…
-…¡y la mayoría de las tapas!
-Totalmente. Verlo crecer en todas eso me ayudó, y él fue siempre muy positivo conmigo, con los caminos que tenía que tomar. Pero yo siempre fui un drumfreak. De chicos, con Charlie nos tomábamos el mismo bondi e íbamos a las casas de música, a mirar los instrumentos. Ahí él se compró su primer kit de Tama, y yo se lo fui a buscar. Así que tenemos un montón de anécdotas juntos, y con Frank Bello -bajista de Anthrax- también. Hasta compartimos bandas en la secundaria, haciendo temas de Iron Maiden. A Scott Ian -guitarrista y líder de Anthrax- lo conozco desde antes que arrancara la banda, y hoy tenemos nuestro grupo paralelo, Motor Sister. Estamos planeando hacer un segundo disco, pero él y los demás estuvimos muy ocupado. A veces, está bueno tener un break de The Cult, porque podemos hacer otras cosas.
-En la gira europea de Anthrax, Charlie Benante no pudo tocar. ¿Te ofrecieron suplantarlo por esos shows?
-Sí, claro. Fui el primero al que llamaron, pero estaba ocupado con The Cult.
-Al final, sumaron a Jon Dette.
-¿En serio? A ése le conseguí su puesto en Testament. ¡Qué hijo de puta! Me lo debe (risas). Podría hacerme mánager de bateros, porque les di laburo a todos: a Paul Bostaph en Slayer, y a Dette en Testament. Mientras estábamos grabando “Astro-Creep: 2000” con White Zombie, fui a mear y escuché a alguien tocando “Into the pit” -uno de los clásicos de Testament-. Así que le pregunté si le interesaba tocar con ellos, porque yo me había ido y buscaban un reemplazo. Así que lo llamé a Eric Peterson, y le dije: “Este pibe toca muy bien”. ¡Y quedó! Se me dio así, mientras estaba meando (risas). Si no iba a ese baño, capaz no pasaba.
THE CULT: UN NUEVO PARATE
Según varias declaraciones, 2018 será un año en el que Ian Astbury explorará “otras facetas” de su carrera. Por ende, la banda entraría en otro break indeterminado, algo que Tempesta también confirma.
-Cuando la maquinaria de The Cult se frena, ¿qué es lo que más disfrutás hacer?
-Las clínicas de batería. Metí muchas en Europa y en Australia. En 2011, cuando fuimos a Buenos Aires, no tuve tiempo. Hace un tiempo viajé a Bolivia y a Chile, y estuvo genial. Pero quiero hacer más. The Cult es enorme en la Argentina, y supongo que una clínica ahí andaría bastante bien. Un amigo trabaja con Zildjian en Brasil, y le dije que metiéramos algunas por Sudamérica. El mercado está, ¿así que por qué no? Capaz en 2018, en el medio del break de The Cult, pueda hacer más de eso. Justo hablaba con Eloy Casagrande -de Sepultura-…
-…que va a dar una clínica en Buenos Aires.
-Correcto. Y él también es endorser de Tama, pero la marca sólo puede hacer un número limitado de clínicas. Así que quizás se me dé el año próximo.
-¿Y cuáles son los planes para Motor Sister, tu banda con Scott Ian?
-Tenemos ganas de grabar un segundo disco. También queremos girar por Gran Bretaña. Estuvimos en el Motorboat Tour en 2015; me acuerdo que le dimos una torta a Lemmy y después subimos al escenario. También tocaron mis amigos de Slayer y de Exodus. Fue casi lo único que hicimos en vivo. Grabé las doce canciones del álbum debut de Motor en dos días, y sin click. Ahí llamamos a Jay Ruston, que produjo lo nuevo de Anthrax y de Stone Sour.
LOGÍSTICA SUDAMERICANA
-Sé que en los Estados Unidos y en Europa pueden transportar sus equipos más fácilmente, ¿pero cómo hiciste con la batería para esta gira?
-Las logísticas sudamericanas son complicadas, porque en cada vuelo traemos 26 piezas extra de equipaje. Si las hubiéramos transportado con una empresa de envíos hubiéramos ahorrado un poco, pero da igual. Lleva mucho laburo organizar todo: el kit de batería, las guitarras, los pedalboards… Hasta perdimos un vuelo por eso. Pero tenemos que estar cómodos arriba del escenario. Si alquilamos los instrumentos, nunca sabemos qué nos van a dar.
-¿Qué te trajiste?
-Mi redoblante, los platillos, los pedales y la banqueta; aparte de las guitarras y los bajos. A los backlines nos los dan en cada ciudad, y hasta ahora fue todo de buena calidad.
-De “Choice of Weapon” (2012), te gustaba tocar “This night in the city forever”, por la vibra ledzeppeliana. ¿Cuáles son tus favoritas de “Hidden City”?
-“Dark Energy” es muy divertida, y tiene un groove británico desde el arranque. Es un poco distinta de lo que venía haciendo. En este disco, Bob Rock le sumó mucho a mi estilo, explicándome cómo John Bonham le pegaba al hi-hat (con el platillo a la mitad, y dejándolo que resuene). A eso lo usé para “Deeply Ordered Chaos”, por ejemplo, que tiene un aire a “Kashmir”. “Hinterland” es un tema que en la lista va y viene, y capaz más adelante lo volvamos a meter. Si fuera por mí, tocaríamos todo el álbum (risas). Tengo mucho respeto por Bob, porque sacó lo mejor de mí. Al principio me intimidó, pero cuando me familiaricé, fue para mejor. Mientras me veía practicando, me decía: “Mientras tocás la canción, cantala. Tarareá los ritmos”. Nunca lo había hecho, pero me sirvió.
-¿Grabaron el disco usando un click de fondo?
-Sí, con The Cult fue siempre así, pero no lo usamos en vivo. “Choice of Weapon” fue más orgánico, porque lo hicimos con Chris Goss.
-Un genio dentro del stoner.
-Totalmente. Con él fue todo muy “en vivo”, y luego sí lo mezcló Bob Rock. Goss es un maestro. A las cápsulas -los dos EP’s que la banda lanzó en 2010- las grabamos en vivo, en Sound City. Me encanta cuando la banda se mete en un sólo cuarto, porque la energía se mantiene y se capta mucho mejor. Es como cuando subís a un escenario: si grabás por separado, es aburrido.
-¿En alguna de las otras bandas habías usado el click?
-No, ni con Exodus ni con Testament. La primera vez fue con White Zombie, pero porque Charlie Clouser -tecladista- tenía que meter programaciones, y obviamente había que tener una base.
-¿Fue difícil? Para algunos bateristas es molesto…
-Sí. Al principio me costó, pero después me facilitó mucho todo. Mi tempo es bastante bueno, pero para grabar sirve como guía. A mis clínicas de batería las hago con click, así que con The Cult me gusta salirme de eso en vivo.
LA CIUDAD OCULTA
-¿Cuántos kits usaste en “Hidden City”?
-Uno solo, pero probé varios redoblantes. El que siempre uso es mi modelo signature, un Tama de 27’’x14’’. Hay muchos bateros grosos que lo tienen, y me pone contento. Brann -Dailor, de Mastodon- se compró dos, también el batero de Melvins, el de Fish y el de King Diamond. Tama me hizo además un kit custom, que usé en toda la gira norteamericana. Estoy muy contento de cómo suenan los toms en el disco, más que nada porque seteamos todo el sonido en sólo una hora.
-Para este álbum llamaron a Chris Chaney, bajista de Jane’s Addiction. ¿Cómo trabajaron en la sección rítmica?
-Fue increíble. Chris Wyse -exmiembro de The Cult- se fue durante la preproducción, para tocar con Ace Frehley. Ahí me pregunté: “Oh, mierda, ¿a quién vamos a llamar?”. Sabía que Chaney era buen bajista, pero cuando nos juntamos con él, me voló la cabeza. El disco quedó excelente, y estoy muy feliz de que se haya sumado. Por suerte, metimos bastante preproducción. Pero se retrasó todo porque Bob Rock estaba en Hawaii… a Chris Wyse se le hizo un lío, porque tenía algunas fechas ya arregladas con Ace Frehley. Pero fuimos preparados al estudio.
-Y para girar, se sumó Grant Fitzpatrick.
-Sí, y aunque laburé con mucha gente, es uno de los tipos que más ajustado toca. Tiene esa vibra de AC/DC, por ser australiano, pero puede meter cualquier estilo. Hay una muy buena química entre nosotros.
-¿Cuánto cambiaron las canciones desde el arranque?
-Bastante, sobre todo cuando Bob Rock metió mano y mejoró algunas cosas.
-Hace unos años sacaron los demos de “Choice of Weapon”. ¿Hay alguna posibilidad de lanzar también éstos?
-Capaz, no sé. Hay maquetas, pero nunca se sabe.
-Sé que a Fitzpatrick le pidieron que se aprendiera 40 canciones, y que la primera que tocaron fue “Wild Flower”. ¿Con cuáles otras lo audicionaron?
-Me acuerdo de “Lil’ Devil”, “Love Removal Machine”, “The Phoenix”, “Rise” y “Nirvana”. Yo ya conocía bastante los temas, porque soy el baterista que más tiempo estuvo en la banda. Pero sí, a él le pedimos demasiados (risas).
¿SONIC TEMPLE RESUCITA EN 2018?
-Ian Astbury dijo que el año próximo iba a explorar facetas nuevas, pero también hay un pedido de los fans de que hagan un tour de “Sonic Temple”. ¿Lo ves viable?
-Es una posibilidad, lo charlamos. Eso es todo lo que voy a decir.
-Sacando eso, ¿es un disco que te gusta?
-Sí, lo amo. En esa gira de 1989 los vi por primera vez, justamente con Charlie Benante. Me copó la producción, porque fue diferente de “Electric”, y también lo hicieron con Bob Rock. Fue una transición enorme, y tuvo muchos hits. A Ceremony también lo adoro. En las giras pasadas, tocamos la mayoría de “Sonic Temple”: “Sun King”, “American Horse”, “Sweet Soul Sister”, “New York City”, “Fire Woman”…
-El que nunca hicieron, desde que entraste en la banda, fue “Soul Asylum”.
-Tenés razón. Sería muy divertido tocar el disco completo. El tour de “Electric” fue genial. Lo copado es que los fans saben el orden de los temas, y ya saben lo que se viene. ¡Es divertido verles las caras! (risas).
The Cult tocará el martes 3 de octubre en el Luna Park, estadio en el que terminarán su gira por el país. Los teloneros serán Coverheads y Blazer, y las últimas entradas anticipadas se consiguen por sistema TicketPortal.