Sergio CH. es un experto cuando se trata de meterse en terrenos no colonizados o, al menos, poco explorados. Lo hizo a mediados de los 90s, cuando maquinó Los Natas, zambulléndose en un género – stoner rock – que en nuestro país no se haría popular sino hasta entrado el siglo XXI. Y claro, con Los Natas como principal influencia local.
Con la salida del primer trabajo discográfico de Ararat, ‘Música de la resistencia’ (2010), CH. lo volvía a hacer. Ahora junto a su hermano Santiago, el duo comenzaría a experimentar en una amalgama de guitarras acústicas, pianos, sintetizadores y paisajes desérticos, áridos, oscuros, misteriosos. Para el segundo trabajo (‘Ararat II’, de 2012) el duo mutaría y pasaría a estar conformado por CH. y el baterista Alfredo Felitte (ex-Taura, Banda de la Muerte), girando hacia un estilo crudo, visceral, rabioso, con largas secciones instrumentales. Aun sumamente experimental.
‘Cabalgata hacia la Luz’ (2014) rompe, incluso, con Ararat. Lejos de ‘Ararat II’ y más aun de ‘Música de la resistencia’, el nuevo trabajo del ahora trío (Sergio CH., Alfredo Felitte y el guitarrista – y mago -Tito Fargo (ex-Redondito de Ricota) ahora como miembro estable), será una gran novedad en todo sentido: además de ser el primer trabajo de la banda en incluir guitarras eléctricas; sin dejar ese estilo rockero crudo, de cadencias pesadas y contundentes, se vuelca definitivamente hacia un formato mucho más definido, sin tanta experimentación voladora.
El tercer disco de Sergio CH. & Cía es un disco de canciones. Viscerales, profundas, saturadas, desprolijas, demoledoras, pero canciones al fin. Envueltas en sonidos extraños, reconocibles pero indefinibles. Pero, de nuevo: canciones al fin.
Mientras que ‘El Camino del Mono’, track que abre la placa, pinta un paisaje oscuro y abrumador, inmediatamente después piezas como ‘El Paso’ o ‘Los Escombros del Jardín’ despliegan ante los oídos un panorama dinámico, galopante, de un avance implacable. La metáfora, obvia pero no por eso menos válida, es la anunciada en el título de la placa: una cabalgata, con momentos de penumbra y otros de una claridad deslumbrante, pero siempre constante y hacia adelante. La inclusión inmediata de la melódica y ganchera ‘La Sal y el Arroz’ cierra definitivamente el concepto cancionero. Podría decirse que, a su manera, Ararat estrena una balada de lo más cálida.
El cuadro se mantendrá, con vaivenes, durante todo el disco: rock crudo y duro con ‘Las Dos Mitades’ o ‘Nicotina y Destrucción’, una breve vuelta a las raíces con la experimental ‘El Arca’ o la compleja y casi progresiva ‘La Familia y Las Guerras’, melodías al frente nuevamente en ‘La Historia de Hanuman’ y ‘Las Piedras’, y hasta algo de stoner vieja escuela con ‘El Hijo de Ignacio’, y un cierre a la vieja usanza con la pieza acústica y optimista ‘Atalayah’.
La nueva apuesta Ararat se presenta accesible para los nuevos oyentes, a la vez que atractiva para los seguidores firmes y más críticos, que sin duda le darán el visto bueno. Las 13 canciones incluidas en ‘Cabalgata hacia la Luz’ transforman este 3er trabajo en una perla escondida en un mar pedregoso, pero en el que vale la pena tomarse el trabajo de buscar.