La emblemática banda venezolana de Ska vuelve a nuestro país el próximo 1 de junio para brindar un show a todo ritmo y color en Groove. Los acompañarán los locales Staya Staya.
Recientemente nominados al Grammy, con más de 30 años de escena, Desorden Público sigue más vigente que nunca. “Resistir, sobrevivir al desarraigo y llevar la bandera venezolana en alto por todo el Mundo dando un fuerte mensaje a través de sus canciones, bajo la cadencia de su música que eleva el alma”. Ellos son la voz de “Los que se quedan, Los que se van”, tal como expresa la canción que fue leitmotiv de un reciente documental de la CNN.
¿Cómo hace para reinventarse una banda con más de 30 años de carrera?
La música debe ser retadora. Debe agitar estéticas, sublevar pensamientos. Invitar a reflexionar/nos y a debatir/nos. Ser incómoda, al menos de vez en cuando. Pero a la vez ha de ser bálsamo personal y colectivo. Ha de elevar. Ha de conectarse con lo tribal, y por ende, con lo que nos une y fortalece.
Cuando a veces piensas en tonterías como esas, y estás detrás de la guitarra en el momento de componer o arreglar una canción, te das cuenta del magnífico problemón en el que te metiste cuando decidiste hacer música. Para mí, la no-repetición pasa por embarazarse y luego hacerse partero de nuevos conceptos. A partir de un buen concepto nacen siempre buenas poesías, ritmos, acordes, melodías, contra-melodías y timbres. Como así también imágenes, diseños, colores, puestas en escena, movimientos corporales y estrategias.
¿Y de dónde se sacan buenos conceptos? El creador está obligado a ser antropófago de sus entornos. A deglutir retazos y pequeñas historias. Atento a lo que por azar llega, capaz igualmente de indagar en lo que no. Oír a la gente en la calle, ir al cine, darse una tarde de YouTube y atreverse a ver cosas horribles. Leer titulares de la prensa de otros países. Rechequear esos discos viejos, puestos una vez. Pasearte por poetas nuevos, de esos que escriben por Instagram. Confrontar prejuicios propios y ajenos. Y así, siendo omnívoros culturales, divertirse y conspirar contra lo absurdo del mundo.
¿En qué circunstancias recibieron la noticia de la nominación al Grammy?
Estábamos en México, en plena gira de finales de 2017, y a las 6.00 am empezó a timbrar mi celular. Quería lanzarlo por la ventana. Tanto dio que lo tomé en las manos, con la vista aun borrosa, y ahí estaba la noticia: nominados a los US-Grammy 2018. Grabamos ese disco tan disruptivo mezclando clásicos de nuestro repertorio Ska con sonoridades y ritmos del folklore venezolano. Un choque de trenes musicales, afortunadamente sin heridos (de gravedad).
Llevar nuestras canciones, normalmente en rítmicas binarias 4/4 ó 2/4 a cifrados de compás 6/8 ó 5/8, estuvo entretenido. Pero no era hacer adaptaciones ni malabarismos. Había que entender de dónde viene esa música, tan tradicional y nueva al mismo tiempo. Entonces entramos en el proceso de escuchar maestros viejos y jóvenes. Meterse de lleno a chequear formas poéticas. Reescribirnos en versos octosílabos, endecasílabos. Y luego, por supuesto, abrazar al cuatro venezolano. Esa guitarrita que es instrumento fundacional en casi todas las músicas de mi país.
Vino por supuesto el feliz matrimonio con los súper panas archi-virtuosos de C4 Trío, quienes aportaron raíz y horas de ensayo y grabación. Así nació “Pa Fuera”.
Sin disquera, sin estrategas, sin padrinos ni dineros bajo la mesa; el material llegó a oídos del jurado de los premios más mainstream del planeta
¿Qué consideran que destaca a la banda de otras de estilo similar?
¿Quizás la terquedad?
¿Qué nos pueden contar del material que están presentando?
Le queda mucha vida útil a nuestro álbum más reciente, el Bailando Sobre las Ruinas. Hemos lanzado de él, hasta ahora, “Los que se quedan, los que se van”, “Todo está muy normal” y “A mí me gusta el desorden”. Le tenemos mucha fe a otras canciones del disco como “Los zombis están de moda”; “Estoy buscando algo en El Caribe Vol. II”; la misma “Bailando sobre las ruinas”; y en general a ese hilo conductor que amarra todo el disco. Creemos pertinente apostarle más y más a lo que ahí decimos. Ahora bien, sí es muy cierto que la banda creativamente no se detiene. Pensando en Centroamérica y en Venezuela lanzamos en marzo un sencillo con Los Rabanes de Panamá.
Esta semana estamos lanzando otra canción hecha a cuatro manos con La Tremenda Korte, de la Ciudad de México, apuntando al público chilango. Probablemente el nuevo disco de Desorden termine como una compilación de buenas colaboraciones con artistas de distintas regiones. Probable que ese sea el resultado de estos tiempos de éxodos, de arraigos, de diásporas.
¿En qué formato está disponible?
Bailando sobre las ruinas está desde hace un rato en digital. Ya saben cómo es eso. En físico se ha editado en España, Alemania, Venezuela, EEUU y ahora recién en México. Cada edición tiene diferencias entre sí, bien en la gráfica o el tracklist. Existe en CD y en vinyl de 180 gramos.
Los sencillos de este disco los hemos lanzado en formato pasaporte/mini-CD, en cassette y en 45 rpm. Está bueno jugar con todos esos soportes. Disco próximo, nuevo-nuevo, aún está prematuro.
¿Cómo piensan plasmar la fecha de Groove?
Será nuestro segundo recital en Buenos Aires y regresamos emocionados y agradecidos. Entendemos que hay buenas expectativas de convocatoria y es una sala muy importante. Llevaremos a escena un repertorio dinámico y fiestero, mediante un recorrido anchilargo por nuestra historia musical.
Obvio le pondremos cariño especial a nuestros temas más recientes, pero no dejaremos de lado los infaltables desordenados. Ni tampoco obviaremos que estamos en el año de la celebración Nro. 30 de nuestro primer álbum.
Vamos a sudárdonosla desde las tablas, con el mejor ánimo de enamorarles, tanto a nuestros panas venezolanos como a todos los argentinos que amablemente acudan a la cita.
¿Cómo definirían al público argentino?
Una audiencia culta que ha visto muchas cosas y que en esto de la música no se deja meter cuento. Los argentinos tienen el corazón noble y entregado del hincha de estadio, pero también la exigente actitud del catador de vinos. Prendidos y sanamente críticos, una poderosa combinación. Acá les respetamos mucho.
¿Tienen pensado agregar algún show más en Buenos Aires?
No en esta vuelta. ¡Pero ojalá!