Tras cuatro años de espera, el conjunto rosarino presenta “Balneario”, su octavo disco.
“Si bien vamos madurando canción a canción, disco a disco; nos mueve la intuición y el deseo, sin los cuales no habría Degradé –apunta su voz cantante Nahuel Marquet–. Vamos siempre hacia adelante, queremos siempre cantar lo que no está. Además militamos la idea de que todos tenemos la posibilidad de generar un ‘enero mental’ que nos rescate del lado oscuro y nos involucre con el mar y su libertad“.
Para su frontman y también encargado del acordeón, en “Balneario” también existe una idea del tiempo: atesorar momentos de la infancia, la juventud y la madurez que ayudan en la vida concreta del día a día y agrega: “Sobrevuela en el disco la pregunta ¿dónde va aquello que nos deja, que ya no está? ¿Qué pasa cuando todo lo demás no es más que ruido y se escapa?“.
Todas esas dudas se ven reflejadas y quizás disipadas al escuchar la docena de canciones que conforman esta placa producida por el coterráneo músico Dani Pérez y que se hizo esperar casi cinco años luego de la salida del antecesor séptimo álbum.
Al respecto de la demora entre un material y el otro, Nahuel señala: “Primero está el problema que tenemos las bandas independientes de la financiación y hace que se retarde el proceso desde que se comienza a pensar el disco hasta que sale. Por otra parte, capitalizamos esa espera cambiando la piel y buscando el nuevo sonido. Hay un giro hacia el pop progresivo con más presencia de teclados y con guitarras un poco más melódicas y un concepto de trip en cada canción que obliga a un trabajo más intenso de lo habitual“.
¿En que fueron evolucionando durante estos más de 20 años de carrera?
Fuimos viviendo, madurando, cambiando. El disco muestra un momento de cohesión alto en la banda. Un momento sincero, sin concesiones. Fue y es un disco necesario para Degradé. La evolución más notoria tiene que ver con la dinámica y las relaciones después de tantos años, pero quizás por una intervención poderosa del universo logramos plasmar la experiencia en discos nuevos. No nos damos el lujo de mirarnos el ombligo y festejar cumpleaños de nuestros discos anteriores. Tenemos la necesidad biológica de inventar mundos nuevos.
¿Qué le aportó la producción de Dani Pérez al grupo?
Un gran conocimiento técnico en lo que respecta al estudio de grabación y un criterio muy fino para la elección y el pulido final de cada sonido y de los arreglos. Estuvo desde el principio, desde las maquetas hasta la salida del disco. Supo entender perfectamente el espíritu que habíamos creado en nuestro estudio y llevó las canciones a un nivel soñado. Es de esos tipos que logran con tres palabras desdramatizar lo tenso de la creación sin dejar de visualizar la fuerza histórica que supone un álbum en la vida de un artista.
Con ocho discos editados y más de dos décadas de carrera, ¿con qué dificultades se siguen encontrando para hacer llegar su música a todo el país?
Si bien el uso de las redes emparejó mínimamente algunos canales de comunicación, el factor “vivir en el Interior” sigue estando vigente en su peso. Por otra parte, las escenas en cada ciudad del resto del país, toman forma y tienen sus referentes importantes. Rosario tiene la particularidad de erguirse como una suerte de limbo en donde las bandas son super profesionales, con muchos discos grabados pero no deja de ser una escena underground, llena de bandas y con pocos lugares y menos políticas vinculadas con la nocturnidad.