El álbum debut de Bauer es una brillante invitación a la estratósfera.
Los discos debut suelen demostrar ansiedad; contrariamente a esto, Bauer se toma todo el tiempo del mundo para despegar hacía el espacio y transformar los recuerdos en canciones. Un primer logro es que apenas el disco empieza a sonar impone un vacío opresivo que se sostiene hasta el final. Las canciones tienen una duración de más de seis minutos promedio y en todas se perciben momentos brillantes. El sonido de Bauer se acerca decididamente al Radiohead de Ok Computer y The Bends, pero no es una influencia que se intente tapar. Es muy evidente que estos muchachos de Lanús están muy contentos de haber escuchado todos los discos de Yorke y compañía. La base musical incluye teclado, batería, bajo, guitarras y la desoladora voz de Gabriel Ardanáz. Además, como músicos invitados incluyen a un violinista y un percusionista en buena parte del disco.
Otro punto a favor es que titulan muy bien: “De las nubes al sol, del sol al espacio, del espacio al vacío” (la impresionante apertura), “El verano del cohete” (el tema más FM; dura 4 minutos y medio…), “Novelty” (tal vez la canción más dramática), “Zurich queda en París” (un clímax de 8 minutos), etc. Las letras también invitan a huir: “viajo/ cuando sé/ que en el aire/ puedo ver/ un invierno invisible bajo el sol…” (en “Vendrán lluvias suaves”). El último punto para destacar son el booklet y la caja del CD, obra de uno de los músicos (Martín Mykistiw); un trabajo tan abstracto y puro como la música que atesora. Escúchenlo, pero antes cierren las ventanas porque pueden quedar levitando en la estratósfera.