Barbi Recanati es la tipa que muchas soñamos ser: mandada, talentosa y al frente de una banda que la viene estallando hace una década. En el 2016 Utopians lanzó su quinto álbum de estudio, Todos Nuestros Átomos, cerrando el año con Garbage en el Luna Park. Luego de seis meses, primera vez que la banda se aquieta tanto tiempo, Utopians comienza una gira que los llevará por todo el país. El disco está compuesto por 12 canciones y fue grabado junto a Alvaro Villagra y el blusero Jimmy Rip. La perlita para mí, una conexión extraterrenal y melódica generada por los Utopians cuando le preguntan al mismísimo Bowie “¿Las arañas dónde están ahora que te vas?”. Entrevista publicada originalmente por REVISTA G7.
Llegué una hora más temprano, toqué timbre y ella no se hizo esperar. Estaba ansiosa por esta entrevista, por estar cara a cara con la front-girl superpoderosa de la banda garage Utopians, la plantada, la que te recuerda a tipas como Joan Jett o Patti Smith, la hija del rigor. Y de repente, ahí estaba, Bárbara Recanati me abría la puerta riendo de mi llegada tempranera. Pasillito, estudio de grabación y al fondo una especie de living donde, imagino, los Utopians -Barbi Recanati en voz y guitarra, Gus Fiocchi en guitarra, Mario en bajo y Tomás Molina Lera en batería- se pasarán días tardes y noches. Mientras Barbi ponía el agua para el mate “relojié” el lugar: un gran estante con estuches de guitarras, una abultada colección de revistas de rock, libros de Dylan y Nirvana, uno perdido entre el tumulto sobre cine de terror y otro que capturaba mi atención, “Punk Pioners”. Pensé: “Si Jenny Lens la hubiera conocido sin dudas estaría inmortalizada en su lente”, mientras mi cabeza volaba imaginando a Barbi retratada por Lens un gato gordo con actitud de perro super amigable me venía a saludar. Ella apareció con el mate y pronto estuvimos paseando por los comienzos de Utopians hasta su último disco, “Todos nuestros átomos” -durante el “viaje” flashee con las fotos con Shirley Manson que colgaban en la heladera-, no puedo dejar de mencionar que durante la entrevista nos acompañó Juan Pedro -su hijo- que se portó como un mini campeón y me hipnotizó con su mega simpatía.
¿Cómo se gestó Utopians? Ensayaban en una fábrica abandonada…
Antes de Utopians, yo empecé a hacer música a los 13 años con el hoy ex baterista de la banda, Larry Fuss, su papá laburaba en una fábrica que estaba cerrada y en desuso, entonces nos dejaron usar una parte del lugar para ensayar, era una locura porque teníamos lo que cualquier chico soñaba: un lugar enorme solo para nosotros y para ensayar las 24 hs del día. Con el tiempo empezamos a tomarnos muy en serio la música, porque a veces lo más difícil de tener una banda es ensayar y encontrar tu lugar. Me acuerdo que lo primero que hicimos fue tratar de conseguir instrumentos “como podíamos”, la batería estaba armada con cinta scotch y durante años mi guitarra fue una Ranger que en ese momento me había costado 100 dólares con el amplificador incluido.
¿Cómo se dieron cuenta de que querían empezar a tocar y dedicarse a la música?
Cuando era muy chica -8 o 9 años- me fascinaba una película de dibujitos animados que se llamaba “American Pop” sobre la creación de la música popular de Estados Unidos a través de una familia y, hay una parte de la película donde aparece Jefferson Airplane junto a la voz de la banda, una mujer, cantando Somebody to Love, automáticamente los ojos se me pusieron lisérgicos y a partir de ese momento lo único que me entró en la cabeza fué tener una banda de rock y nunca más se me pasó. La sensación que tenía a los 9 años es la misma que tengo ahora, era un deseo adrenalínico, lo único que pensaba era tener una banda de rock y hacer eso toda la vida.
No es muy comùn que desde tan chica te hayas interesado por la música antes que por otras cosas propias de la edad…
No, de hecho no tengo a nadie en mi familia vinculado con la música, si tengo hermanos mas grandes y recuerdo cuando era chica que uno de mis hermanos pasó por una etapa punk adolescente que le duró un corto tiempo pero, sin darse cuenta esa fase suya a mi me cambió la vida porque en los 90 yo tenía en mi cuarto posters de Pantera y discos de Iggy Pop y The Clash, entonces me generó un ADN inevitable, el siguió con su vida, se dedicó a la Administración de empresas y yo me “enfermé”, de hecho esos discos todavía son mi pilar. Desde chica siempre tuve muy claro el tema de formar una banda y desde ese momento me subí a una moto, la puse en 120, le dí para adelante y nunca paré. Me acuerdo que antes que entrara Gus a la banda, durante dos años, pasamos por otros guitarristas y todos se fueron por la misma razón: porque era muy exigente el ritmo y ¡ni existíamos!, teníamos apenas seis shows encima y sólo para nuestra familia y amigos pero ensayabamos 3 0 4 veces por semana que, para un adolescente, era mucho. Toda mi vida giraba en torno a eso, los ensayos eran super importantes y lo único que pensábamos era en ser buenos músicos y crecer como banda.Con los años eso se relajó mucho por suerte -risas- pero en ese momento lo que logramos como banda es que el grupo de músicos siempre tengan muchas ganas de vivir de la música. Quienes estamos en Utopians vivimos de la música, es nuestra profesión.
Lo difícil de tener una banda es sostenerla, ¿no?
Muy difícil. Lo que nos ayudó como banda fue que desde el principio yo tenia el “cassette” que esto era muy serio, incluso para mi familia y quienes me rodeaban. Hace dos años, en 2015, casi nos separamos porque uno va creciendo y de repente tenés ganas de armar una familia y quizá no todos tienen las mismas ganas de salir de gira y volver con “una mano atrás y otra adelante”, no tener un trabajo que genere comodidades o no poder irte de vacaciones. De hecho, durante esa etapa se incorporó a la batería Tomás Molina Lera y ese fue el único cambio que tuvimos en Utopians. Entonces, no es fácil sostenerla y a veces tenes que replantearte si seguir adelante o no, nosotros por suerte supimos seguir y después nos encontramos en una nueva etapa: -que creo es la mejor que tuvimos hasta ahora- formar una familia juntos. Nos fuimos de gira por todo el país -algo que queríamos hacer desde que comenzamos- con disco nuevo, “Todos nuestros átomos”. Pasamos de estar a punto de separarnos a triplicar la apuesta, la pregunta que nos hicimos fue: “hacemos esto hace diez años, ¿somos felices?” y nos dimos cuenta que sí, somos felices de esta manera y no necesitamos mucho más que esto. La banda además dió un giro grande con este nuevo disco.
Durante esa gira además supiste de tu embarazo, ¿cómo fue eso?
Me enteré que estaba embarazada estando de gira y cuando volvimos enseguida nos fuimos a hacer otra igual ya con mi panza de 5-6 meses. Seguimos tocando a full hasta los 7 meses y medio de mi embarazo. Justo ayer nos reíamos porque nos acordábamos que en los shows siempre soy de tirarme al piso, hacer mosh y saltar mucho, en vivo soy muy eléctrica y de repente me enteré que estaba embarazada cuando estábamos en Chaco y al salir a tocar no se me movían los pies del piso, nadie entendía porque, fue muy gracioso porque el día anterior ya había estado tocando como una loca sin saber de mi embarazo.
Volviendo este giro que tomó la banda, ¿qué tiene “Todos nuestros átomos” que no tienen sus discos anteriores?
Creo que la diferencia más grande que tuvo a los anteriores es que, tal vez, es el disco más honesto que tuvimos. Estuvimos muchos más meses que otros discos, nos juntamos y no hubo ninguna pauta, ninguna referencia ni charla, lo único que hicimos fue tocar y tocar. No nos importó tanto si hacíamos una canción con el estilo de un vals u otra más hardcore, no buscamos un concepto ni un sonido, solo nos dedicamos a componer todo lo que teníamos ganas y no frenarnos mutuamente hasta que, en cierto momento, juntamos todo lo que teníamos y llamamos a Jimmy Ripp -productor del disco- y le preguntamos ¿qué hacemos con esto? De ahí salió “Todos nuestros átomos”, jamás se pensó una canción para el disco, esa fue la diferencia más grande con los anteriores. Los meses de composición de este disco los recuerdo como los más lindos, nos juntábamos desde la mañana temprano hasta la noche, había días que estaba tan lindo que nos quedábamos en la vereda tomando mate y ese día no se ensayaba, esa falta de presión hizo que podamos hacerlo de esta manera.
Nos llevó diez años encontrarnos en este lugar, un lugar de comodidad, es decir, “acá estoy super bien y no tengo necesidad de ir hacia ningún lado, quiero disfrutar este momento”, así fue y por eso se llama “Todos nuestros átomos”, porque lo que se sintió en este disco fue que ahí estaba todo lo que teníamos, la mejor parte de los cuatro y nuestro mejor momento.
¿Y dónde “dolió”, metafóricamente hablando, este disco?
Fue el disco donde más aprendimos y tuvimos que dejar de lado nuestros egos, tuvieron mucho que ver Alvaro Villagra y Jimmy Ripp, ambas personas de mucha experiencia y además nos era muy difícil contrariarlos y en un cierto momento dijimos “hicimos las cosas de una manera durante muchos años, ahora está bien soltar un poco ¿no?” Nosotros además somos el tipo de banda que queremos que cada disco sea bien diferente, entonces ¿por qué no cambiar nuestra actitud también frente a nuestras canciones?. A veces uno, como músico, se cela mucho de sus canciones, pero decidimos desprendernos de eso aunque nos costó mucho, muchas veces me fui del estudio enojada porque no todas las cosas se hacían como yo quería, pero cuando el disco quedó terminado agradecí muchísimo el haber accedido a esos cambios y me arrepentí de no haber accedido a otros. Recuerdo que Jimmy me dijo “elegí muy bien que batalla querés pelear conmigo”, en ese sentido fue “el dolor”, dolor del crecimiento en realidad.