El cuarteto de metal Atzmus se prepara para presentar “Más humano”, su cuarto trabajo de estudio.
El cuarteto de metal se prepara para presentar “Más humano”, su cuarto trabajo de estudio.
Atzmus irrumpió en los escenarios locales hace poco menos de una década y, en poco tiempo, se transformó en referencia indiscutible de un estilo completamente propio.
En su momento, la propuesta resulto al menos insólita: mientras que sonaba un metal pesado y moderno, cuidado, de gran calidad, excelente ejecución y composición, con un mensaje siempre positivo, esperanzador; cuando uno levantaba la mirada, la cosa se tornaba extraña: en el escenario, un barbudo enfundado en ropajes típicos judíos –traje negro, zapatos negros, sombrero negro–, saltaba, bailaba, cantaba respetando sus tradiciones hebreas, pero al ritmo de la, para muchos, “música del demonio“.
“Hace años atrás era más así, pero con el pasar de los años creo que la música fue generando fusiones, tanto de estilos como de géneros, culturas, que generó una apertura diferente”, recuerda, entre risas, el barbudo, Eliezer Barletta, que oficia de vocalista de la original banda porteña. “Muchas bandas mostraron que la música cojonuda, fuerte, tiene el poder de transmitir cosas positivas. Carajo, P.O.D., Linkin Park, A.N.I.M.A.L., fueron una punta de lanza, que abrieron otra realidad”.
Muchas de sus canciones tienen referencias religiosas, pero son aplicables más universalmente ¿eso lo tienen en cuenta, que las canciones sean “para todos”?
EB: La espiritualidad es parte de la esencia humana, no pasa por una camiseta o una religión. No somos nada más un cacho de carne con patas, hay una faceta espiritual, como hay una faceta emocional o una intelectual. Somos parte de esa espiritualidad más allá de la ideología o la filosofía que profeses, es parte de nuestra esencia. Entonces, apuntar a despertar esa fuerza espiritual que tenemos, algunos más revelada, otros más oculta, me parece que está bueno.
Ahora, en el escenario, tenés una estética más rockera: remeras, camisas, jeans, gorras ¿ese cambio fue pensado?
EB: Estaba gastando mucha plata en tintorería y hay que ahorrar, el moishe tiene que juntar la guita (risas). Fue un poco de todo, una cuestión de comodidad, porque en un show hay un desgaste físico fuerte y era una ropa que tal vez no acompañaba, no me sentía cómodo en el escenario. También se dio que mucha gente, por la estética, sin habernos escuchado, pensaba que éramos una bandita de la cole que animaba casamientos, cumpleaños, bar mitzvah (risas), y no era la idea. Le pegamos una vuelta de rosca que nos hizo sentir más cómodos, nos dio una apertura mayor.
¿Qué cosas crees que cambiaron en la banda desde que arrancaron hasta hoy?
EB: Hubo dos integrantes que hoy no están, las llegadas de Damián Merluccio en batería y Gonzalo Benas en bajo trajeron un cambio, no solo en la tocada, sino en el sonido. Después, los primeros años fueron de trabajar en salas de ensayo, con las baterías e instrumentos que podía haber en cada sala. De a poquito, fuimos luchándola hasta que pudimos tener sala propia; y este año, especialmente, fue un año de mucho laburo y esfuerzo, y tenemos nuestro propio estudio. Creo que esa posibilidad de crecer, a la banda le da una identidad y un sonido propios. Eso, este año, fue lo que más se intensificó. El trabajo de banda con los nuevos integrantes, y el sonido nuevo, propio, que tal vez, cuando estás grabando afuera, por cuestiones de tiempo y costos, no tenés la oportunidad de experimentar y buscar, es todo más resumido y urgente, a no ser que tengas un presupuesto enorme, que para una banda que está creciendo, no es una realidad, y menos acá. Entonces, la sala propia, poder ensayar todas las veces que podamos, experimentar, buscar, eso más el estudio, nos dio lo que buscábamos hacía mucho.
Sobre todo en el tercer disco, “Ser Humano”, se nota un cambio en el sonido, es más pesado, más agresivo, afinaciones más graves…
EB: Si, totalmente. La tocada también cambió mucho con los nuevos integrantes. En su momento, se hizo una búsqueda fuerte, de varios meses, se probaron más de 30 bateristas, y 15 o 20 bajistas. Dentro de esa búsqueda estaba la idea de darle a la banda una polenta que hasta el momento no sentíamos. Queríamos apuntar a algo más fuerte.
Están por sacar su cuarto disco, “Más Humano” ¿De qué trata?
EB: El tercer disco, “Ser Humano”, pasó por tres estudios: empezamos con Ale Vázquez, después con Nicolás Ghiglione, de PGM Estudios y, finalmente, terminamos grabando unas baterías – porque las que teníamos hasta ese momento no nos convencían – con Damián, en La Nave de Oseberg. En ese disco justo se fueron dos integrantes que estaban desde el inicio, terminaron siendo cuatro canciones, que las presentamos como “Ser Humano – Lado A”, dejando abierta la posibilidad de un “Ser Humano – Lado B”. Bueno, ahora sale ese “Ser Humano – Lado B”, pero le pusimos “Más Humano”. Las cuatro primeras canciones son “Ser Humano”, y lo que viene, que son ocho canciones más, es “Más humano”. La idea es, más adelante, cerrar un álbum físico con los doce temas.
¿Hay un hilo conductor que unen todos sus discos en una suerte de “obra conceptual”?
EB: Si, al menos tratamos, no sé si queda plasmado, pero se trata (risas). En “Más Humano”; de hecho, van a percibir reminiscencias con las cuatro canciones de “Ser Humano”, hay una conexión. De hecho, a las canciones, entre nosotros les decíamos “Ser humano 2”, “Zombies 2”, “Insurgentes 2”, porque tienen una saga, una continuación, en la música, en la composición. Y, más allá de lo conceptual en los discos anteriores, en este va a estar más plasmado, es la idea, lo buscamos, y gracias a ese tiempo, tener casa propia, lo pudimos volcar más concretamente.
Este sábado 28 de octubre presentan “Más Humano” en el Teatro Premier ¿qué pueden adelantar?
EB: No sé si vamos a llegar, pero tenemos planeado un video nuevo. Estamos muy contentos con el lugar, va a ser un show muy distinto a lo que se vio hasta ahora de Atzmus. Gracias a que se hace en un cine, es un show cinematográfico, la banda tocando y atrás una pantalla de cine. Estamos trabajando con un genio de las visuales, Manuel Capelettini, que no para de tirar magias; con Pablo Clemot en luces, que también van a tener una dinámica muy particular. Después, la producción va a estar a cargo de Martín Toledo, el escenario va a tener desniveles, tarimas, porque al músico siempre le gustó dar saltos arriba del escenario (risas). Estamos contentos porque tiene producción, le pudimos pegar una vuelta de rosca que suma y, sobre todo, la presentación de las canciones nuevas, siempre tocar temas nuevos genera como una vida nueva. No va a estar todo el disco, nos vamos a guardar algunas canciones para lo que viene, pero creo que tres o cuatro van a estar sonando.
¿Qué es lo que viene para Atzmus?
EB: ¡Uy, si supiéramos! (risas) Uno tiene ganas, ideas, pero a esta altura no sé. Hay una movida fuerte afuera, Rusia, Ucrania, en los videos, cuando entrás, en los comentarios se ve, y no entiendo nada (risas) ¿cómo puede ser que haya esa movida afuera? Estamos intentando mandar un enviado que investigue un poco qué está pasando, nos gustaría tomarnos un avioncito y hacer shows por allá. Nos han escrito para llevar la banda, pero el lenguaje a veces es algo que imposibilita, no es inglés, es ruso. Pero le estamos buscando la vuelta para aprovechar ese mercado, ese territorio donde hay mucho rock. Creo que, a la banda, ese viaje puede hacerle muy bien.