Flopa y Juan Ravioli compartieron más que el escenario en Plasma: canciones intimistas y delicadas.
En la noche del viernes pasado dos de las voces más delicadas del under cancionero porteño se presentaron en esa pequeña ventana a los placeres artísticos que es la sala de Plasma Club. El lugar de por sí, por sus escuetas dimensiones y el hecho de que la distribución de las mesas casi obliga a concurrir en pareja, facilita las expresiones de carácter intimista. Y los shows programados para esa noche demostraron cuanto puede incidir el contexto para la correcta apreciación de la música.
Lo primero que tomó protagonismo fue la garganta de terciopelo de Flopa. A esta altura, y a pesar de que sólo editó una placa como solista (“Dulce Fuerte Grave”, 04) y otra en el proyecto Flopa-Manza-Minimal (03), la chica de Floresta es una de las grandes voces femeninas de la década. Comenzó su actuación con dos exigencias: primero solicitó a los alrededor de cincuenta espectadores presentes que pusieran los “consoladores” en modo vibrador. Después, mirando a los encargados de la barra, dijo “y nada de daikiris durante el espectáculo”. De esta manera la artista solicitó mínimas condiciones de respeto y educación para interpretar canciones que requieren cierta consideración, tanto del público como de los encargados de la barra, para poder expandirse mejor.
Lo primero que interpretó la chica fue un tema nuevo, con letra acerca de distancias y desencuentros (“Emoción homicida”). Después pasaron otras gemas de su repertorio como “La mañana”, “Arco primordial”, “Germinar”, “Vengas conmigo” y “Vino bajo el sol”. Cuando estaba llegando el fin de su set de apertura interpretó “Abrazo impacto” (de Flopa Manza Minimal) y tras eso invitó a Juan Ravioli al escenario; juntos combinaron sus voces y guitarras acústicas para interpretar un tema de él: “La Ausencia”.
Una vez que el muchacho comenzó su actuación dejó ver la exquisitez de sus sutiles composiciones de cámara. En el universo Ravioli tanto las suaves melodías instrumentales como la delicadeza para dibujar las letras parecen pensadas para ensamblar perfectamente con el timbre silencioso de la voz. La primer canción que interpretó en solitario fue una bucólica melodía taciturna titulada “Domingo”, parte de su nuevo material. Paso seguido tocó una canción llamada “Nosotros” y luego presento a la Ravioli’s Band: un eclético quinteto de músicos que ayuda al espigado cantante a desplegar sus composiciones en vivo. El combo está integrado por un guitarrista clásico (Fernando Pereyra), un tecladista de aspecto hippie (Alejandro Carrau), un bajista de mirada psicodélica (Marcos Rocca) y un baterista elegante (Lucas Herbim). Entre todos parecería que tratan de tocar del modo más sosegado posible, y en el resultado conjunto todo parece súper ajustado. Esas melodías de luminosidad natural cargan una resonancia de lo más recatada y cuando están en el aire inevitablemente transmiten paz.
El repertorio del músico tiene muchas canciones que logran una sensibilidad épica con letras entre trágicas e intimista. Hay una tendencia, quizá una costumbre, a componer en tiempos de tres por cuatro. Así, en muchas de sus canciones genera un ímpetu personal, donde se asoma la elegancia del vals y la armonía acústica es el principal recurso. Entre los temas interpretados pasaron un blues en trescillos (“Perro de casa”, de reciente cosecha), “No estamos lejos”, “Los últimos tres” y “Misterio” (composición nueva que contó con el saxofonista Pablo Romagnoli como músico invitado). En este último tema el guitarrista realizó un solo aplicando mucho sustain, eco y reverb para darle cuerpo al sonido de su instrumento. En el tema siguiente subió al escenario la joven cantautora Julieta Rimoldi (otra voz destinada a escribir su página en el futuro inminente de la canción porteña actual), quién interpretó a dúo otra canción fresquita (“Benteveo”. La despedida fue con “Maldición”, también del disco debut del músico (“Álbum para la juventud Volumen 1”, 06).
De esa manera terminó un recital cálido de una pareja que demuestra tener una química especial más allá del escenario. De hecho Flopa comenzó su actuación remarcando que el fin de semana anterior él le había ganado varios partidos al chinchón durante el viaje de ambos a Montevideo, donde se presentaron en vivo. Este viernes Ravioli devolverá gentilezas y abrirá el recital a la muchacha, y también se comunicó que los miércoles de junio van a compartir un ciclo en Thelonious Club. Desde este rincón de la virtualidad garantizamos que en escena habrá pura magia hecha canción.