Pasa el verano, siempre es lo mismo,
vuelven los trenes y en la estación
se puede ver a la gente llegar;
y a la locura de abrazos y bolsos
que cambian de mano para que cuenten
cosas de lejos, cosas de allá.
Yo cuento vagones y no aparecés
y ya no me importa qué destino te traiga
si yo sigo olvidándome de ti.
Caritas lindas, ropitas feas.
Todos extraños que sienten igual.
Yo busco miradas y no me encontrás
y hierven recuerdos, los puños, los ojos.
Y pasan los días y tengo miedo de
que cuando llegues te quiera abrazar;
y con todas las cosas que cargué hasta hoy
me quede mirando tus manos llenas
y yo siga olvidándome de ti.